Esta podría ser la nueva pesadilla del sistema financiero mundial

Los bancos centrales ya no son los únicos, ni siquiera los principales, proveedores de liquidez
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La liquidez mundial no debería medirse meramente por el tamaño de las hojas de balance de los bancos centrales sino también por la disponibilidad del colateral aceptable. Foto: Pixabay
La liquidez mundial no debería medirse meramente por el tamaño de las hojas de balance de los bancos centrales sino también por la disponibilidad del colateral aceptable. Foto: Pixabay
Cuando el sistema financiero se tambaleó al borde del colapso en 2008, el mayor problema fue una falta de liquidez. Los bancos fueron incapaces de refinanciarse en los mercados de deuda a corto plazo. 
 
Los bancos centrales tuvieron que intervenir a escala masiva para ofrecer apoyo. Eventualmente, se restableció la calma, pero no sin un enorme daño económico.
 
La liquidez mundial no debería medirse meramente por el tamaño de las hojas de balance de los bancos centrales sino también por la disponibilidad del colateral aceptable. 
 
Pero, ¿el latente problema de liquidez ha desaparecido? Una nota de investigación de Michael Howell de Crossborder Capital argumenta que, en el sistema financiero moderno, los bancos centrales ya no son los únicos, ni siquiera los principales, proveedores de liquidez. 
 
Más bien, el sistema se parece mucho al de la era victoriana, pues los bancos dependen de los mercados mayoristas para financiarse. En ese entonces, la facturación comercial era el activo clave para el financiamiento bancario. Ahora lo es el misteriosamente llamado mercado “repo”.
 
Un acuerdo de recompra, o repo, involucra a un deudor que vende un montón de valores a cambio de efectivo y acepta comprarlos de nuevo posteriormente a un precio más alto. La diferencia entre los dos precios representa el pago de intereses. 
 
Este mercado es enorme: un sondeo realizado por la Asociación de Mercados de Capital estimó que, en junio de 2015, los acuerdos repo europeos ascendieron a los 6.4 billones de dólares.
 
Para pedir prestado en el mercado repo, los bancos necesitan activos que comprometer por los préstamos; garantía colateral, en otras palabras. Howell argumenta que es la oferta, y la demanda, de colateral lo que determina la liquidez en los mercados financieros.
 
El problema es que no todo el colateral es tratado de igual manera. A los prestamistas les preocupa que, si el deudor no paga, los valores con que se quedan pudieran no venderse a su valor nominal. Así que aplican un descuento, o “recorte”, al colateral, dependiendo de su riesgo percibido. En periodos de estrés, los prestamistas se ponen nerviosos y aplican mayores descuentos que antes. Esto es lo que sucedió durante la crisis financiera.
 
Mayores recortes significan que los deudores necesitan más colateral que antes para financiarse.
 
“Cuando surge la volatilidad del mercado”, escribe Howell, “la capacidad de financiamiento desciende a la par y a menudo sustancialmente”.
 
El resultado, una contracción de la liquidez en el peor momento posible, es un patrón de cómo podría ocurrir la próxima crisis, aunque los reguladores están tratando de reducir la dependencia de los bancos del financiamiento a corto plazo.
 
Vista bajo esta luz, la liquidez mundial no debería medirse meramente por el tamaño de las hojas de balance de los bancos centrales sino también por la disponibilidad del colateral aceptable. 
 
Según los cálculos de Howell, el colateral mundial se disparó tras la crisis financiera, pero creció mucho más lentamente de 2012 en adelante. Esto podría explicar por qué el crecimiento mundial ha sido tan débil.
 
La relajación cuantitativa tradicional quizá sea de poca ayuda.
 
“Simplemente ampliar la hoja de balance de un banco central comprando bonos de la Tesorería en el sector privado es robar a Peter para pagarle a Paul”, escribe Howell, ya que, de otro modo, los bonos pudieran haberse usado como colateral para las transacciones repo.
 
Dado que las condiciones de financiamiento se asemejan a las de la era victoriana, Howell piensa que los bancos centrales deberían regresar a las políticas favorecidas por el economista victoriano Walter Bagehot y enfocarse, sobre todo, en el tranquilo funcionamiento de los mercados de crédito. 
 
Si no lo hacen, el riesgo es que una escasez de colateral podría inducir otra restricción del financiamiento. Aunque ya están bajos, los rendimientos de los bonos gubernamentales entonces podrían caer aún más conforme los bancos se peleen por hacerse con ellos para propósitos de financiamiento.
 
Esta opinión contrasta de manera interesante con un tema de inversión popular actualmente, la idea de la “restricción cuantitativa”. Los bancos centrales están desacelerando el ritmo de sus compras de activos y China ha estado librándose de algunas reservas cambiarias.
 
 
Ya que muchas personas piensan que las compras de los bancos centrales han estado apuntalando a los mercados financieros, su temor es que la restricción cuantitativa pudiera causar que los rendimientos de los bonos suban a falta de apoyo de los bancos centrales.
 
Estas diferentes interpretaciones apuntan a la dificultad de analizar un concepto amplio como la “liquidez mundial”. Es reminiscente del problema de definir la oferta de dinero durante el apogeo del monetarismo a fines de los años 70 y principios de los 80. 
 
Todos pueden estar de acuerdo en que los billetes y monedas son dinero, pero entre más amplia la definición, mayor espacio para el desacuerdo. Si se usa la medición errónea, las señales monetarias podrían ser completamente engañosas. Un sistema financiero rápidamente cambiante dificulta aun más las cosas: ¿Cómo encajan los bitcoins en los cálculos de la liquidez mundial?
 
Esa complejidad hace que el retiro del estímulo monetario por parte de los bancos centrales sean aun más difícil. En un documento de investigación de 2014, el Fondo Monetario Internacional advirtió que “la estrategia de salida de los bancos centrales necesita ser consciente de las disrupciones en el sistema financiero”.
 
Aun cuando lo estén, Howell seguramente tiene razón: un día, los titulares financieros estarán dominados por las preocupaciones en torno a la escasez de colateral.
 
kgb 

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