El hombre que enfrentó el reto de medir a México

Economía -
Eduardo Sojo
El hombre que enfrentó el reto de medir a México. Foto: Cuartoscuro.

CIUDAD DE MÉXICO.- Hace unos años esta dependencia del gobierno inició la implementación de un horario corrido para sus trabajadores, de 8:30 a 16:30 horas, algo que contrastaba con los horarios de trabajo del resto de la administración pública.

Hay un pensador argentino-mexicano, David Konzevic que señala:’ Cuidado cuando le pidas a alguien su tiempo, porque le estás pidiendo su vida’”, recuerda Eduardo Sojo, presidente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en entrevista con Dinero en Imagen.

El doctor en Economía por la Universidad de Pensilvania se percibe como un líder que predica con el ejemplo, como lo confirma su adherencia a esta nueva práctica, y el hecho de que llegó a la entrevista de manera puntual y con la credencial de trabajador del INEGI colgando del cuello.

No sólo medir la calidad de vida

¿Por qué un horario corrido para los trabajadores del INEGI?

Cuando hicimos esto, lo que me decían algunos fue ‘si tú no lo sigues, nadie lo va a seguir’”, cuenta Sojo.

Lo que se buscaba con esta medida era eliminar el tiempo perdido en el desplazamiento que los trabajadores hacían para ir a comer, a veces hasta su casa, para luego regresar a trabajar.

Fue una bendición para los que trabajamos en el Instituto porque nos permitió combinar la vida laboral con la vida familiar”, agrega.

Este equilibrio entre la vida familiar y laboral es uno de los puntos importantes de otro tema que ha sido de interés para el INEGI durante la dirección de Eduardo Sojo, el del bienestar subjetivo, llamado por muchos “felicidad”.

Se señalaba, y se señalaba correctamente, que el Producto Interno Bruto es el indicador más poderoso, el más popular, el mejor que hemos construido, pero que ese indicador es limitado para medir el progreso de las sociedades, que necesitamos otros indicadores”, narra Sojo al preguntarle por cómo nace el interés del INEGI sobre el tema.

Aunque durante muchos años empresas privadas como Gallup habían hecho encuestas sobre felicidad y satisfacción con la vida, los institutos de estadística de vanguardia empezaban a interesarse por el tema. El INEGI no podía quedarse atrás y tomando en cuenta el despliegue territorial que tiene para obtener información, decidió medirlo.

Esto representó un cambio en la mentalidad del INEGI porque en el pasado el propio Instituto había dicho que no le interesaba su medición.

Eduardo Sojo tomó la dirección del INEGI en un momento crucial, como el encargado de llevarlo en la primera etapa tras haberse convertido en un órgano constitucional autónomo. Y el principal reto, según el funcionario, era la construcción del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica, que no dependía sólo del INEGI, sino de todas las entidades de la administración pública federal que generan información.

Yo creo que el desafío que quizás hoy en retrospectiva vale la pena destacar es el hecho de que la ley era una ley de vanguardia, era una ley innovadora, pero esa oportunidad podía desperdiciarse”, recuerda.

¿Para qué medimos las cosas?

Otro de los cambios en la mentalidad del INEGI tiene que ver con su función central, el producir información, ¿pero para qué?

Una oficina tradicional de estadística era aquella que sólo producía información para el gobierno federal. Y ahora nosotros entendemos nuestra misión de una manera mucho más amplia, entendemos que nuestra misión es generar información para tomar decisiones, sin adjetivos”, dice firmemente.

Además de expandir a lo largo de siete años la cantidad de información producida, el INEGI también ha tenido el reto de acercarse a la población en general, algo en lo que ha ayudado la revolución en las tecnologías de la información y el auge de las redes sociales.

Lo que hemos hecho es diseñar muchas herramientas que te permiten hacer el puente entre la información y la toma de decisiones. Hemos incorporado también en nuestro trabajo diario las redes sociales; tenemos ya cerca de 190,000 seguidores en Twitter, tenemos cerca de 130,000 seguidores en Facebook; y a través de las redes sociales estamos intentando llegar a un universo más amplio”, explica.

Entre las herramientas que menciona se encuentran INEGI a la mano, la Cátedra INEGI y diplomados en Minería de Datos.

Para Sojo la información que se produce debe servir tanto para el gobierno como para las ONGs, la iniciativa privada y los propios ciudadanos para tomar decisiones que permitan el desarrollo continuo de las sociedades.

La deuda que lo ha impulsado

Eduardo Sojo estudió la preparatoria con los jesuitas, orden religiosa de la Iglesia Católica cuya finalidad es “la salvación y perfección de los prójimos”, donde un sacerdote jesuita y profesor de Economía lo inspiró para estudiar esta carrera.

Cuando estudias con los jesuitas, creces con la idea de que tienes una hipoteca social y que los que hemos sido tan afortunados en la vida tenemos algo que hacer, tenemos una hipoteca por cumplir y cada quien lo hace a su manera”, narra el presidente del INEGI.

Su percepción era que el estudiar Economía le permitiría participar en la toma de decisiones desde el sector público que ayudarán a mejorar la vida de los demás.

Considera que ha contribuido al desarrollo del país en su paso por el gobierno de Guanajuato en la administración de Vicente Fox, en la Oficina de la Presidencia cuando éste fue elegido mandatario, en la Secretaría de Economía en el gobierno calderonista, y ahora en el INEGI.

Si me sentía afortunado de joven, me siento igual y más afortunado ahora de adulto y por tanto también siento que esa hipoteca social que sentía debía cumplir cuando era joven, la sigo teniendo como adulto”, comenta.

México está desperdiciando algo valioso

Yo creo que todas las dependencias de la administración pública federal están sentadas sobre minas de oro”, dice al hablar de los desafíos que quedan en el Instituto.

Si bien una mayor independencia es un pendiente dentro del ámbito administrativo del INEGI, en la producción de información el siguiente dirigente del Instituto se enfrentará a desarrollar los indicadores que servirán para medir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

La información –comenta– es algo que permitirá al gobierno tomar decisiones basadas en evidencias que lleven a un mejor desarrollo de políticas públicas.

Como ejemplo destaca el caso de la pobreza, que pese al diseño de políticas novedosas en la Secretaría de Desarrollo Social, no ha dado los resultados esperados por las autoridades. ¿Cómo la producción de información puede generar avances en el tema?

Si nosotros podemos combinar esas dos fuentes de información: los registros de los padrones de beneficiarios con los registros de las encuestas vamos a entender mucho mejor por qué siguen estas familias en pobreza”, dice al hablar del acercamiento que en su momento se tuvo con Rosario Robles cuando fue titular de Sedesol y ahora con el secretario José Antonio Meade.

El regreso al punto de partida

Cuando Vicente Fox invitó a Eduardo Sojo a participar en el gobierno de Guanajuato, el presidente saliente del INEGI se encontraba trabajando en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus León. Ahora que termina este ciclo de 20 años en el servicio público, su plan es regresar al punto de partida.

Regresar a la academia, actualizarnos, ver las cosas de manera diferente, pero desde ahí contribuir a que se tomen mejores decisiones en los gobiernos, en la iniciativa privada, en las organizaciones no gubernamentales. Seguiremos, no generando información, pero sí usando la información para la toma de decisiones”, finaliza.

Parece que Eduardo Sojo está lejos de terminar de pagar esa hipoteca social de la que habla y también parece que no tiene interés en dejar de hacerlo pronto.

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Por: Marco Antonio Gómez Lovera.

*gl

 
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