Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

18 Ene, 2016

El peso se deprecia, pero no hay crisis

La depreciación del peso mexicano frente al dólar, casi 40% en lo que va de este sexenio, ha sido interpretada por algunos como la señal de que la economía mexicana está en crisis.

Este pensamiento es lógico si se toma en consideración que todas las veces que en el pasado el peso perdió valor ante el dólar la economía completa se colapsó: los precios internos se disparaban para compensar la devaluación, las tasas de interés se iban a las nubes, la fuga de capitales dejaba vacío el cajón de las reservas internacionales, las ventas internas se caían dramáticamente y el gobierno tenía que hacer ajustes de impuestos y de gasto y la economía entraba en recesión.

Hoy nada de eso ha sucedido.

Al contrario, las reservas internacionales siguen creciendo, las tasas de interés siguen estables, los salarios se están recuperando ligeramente y el poder adquisitivo; el mercado interno crece poco más de 3.5% y ha sido en el último año uno de los motores de la economía, que crece alrededor del 2.5% anual.

¿Dónde está la diferencia entre aquellas crisis y la actual depreciación del peso?

En que las crisis que asolaron a México entre 1985 y 1994, en todos los casos, sin excepción, fueron causadas porque el gobierno gastaba más, mucho más de lo que le ingresaba y cubría ese hueco con deuda externa.

Por ejemplo, en la crisis de 1982, el déficit público era el equivalente a 15% del PIB; hoy, ese mismo déficit es de 0.5% del PIB; en ese mismo año, la deuda externa era tan grande Como 80% del PIB; hoy representa  sólo poco más de 30%; no hay burbujas de crédito ni hipotecarias y  el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos es menor a 5% del PIB.

Pese a la depreciación del peso, los precios internos se mantienen estables. La medición de la inflación que hace Inegi indica que es la más baja desde que se creó el Indice Nacional de Precios al Consumidor.

La actual depreciación del peso se debe no a equivocaciones económicas del gobierno, sino a un fenómeno internacional provocado, primero, por la decisión de la FED de Estados Unidos de elevar las tasas de interés; segundo, por la caída en el precio del petróleo y tercero, por las barbaridades económicas que están haciendo los chinos y cuyas últimas consecuencias aún no se sufren.

Es decir, el peso se está depreciando, pero la economía mexicana no está en crisis: las finanzas públicas están casi equilibradas, las tasas de interés están estables, la economía crece y las finanzas de las familias no están siendo destruidas por la inflación.

La depreciación del peso en realidad no tiene ningún efecto negativo sobre las finanzas de las familias y los ciudadanos comunes y corrientes; afecta, sí, a las empresas que importan insumos o materias primas; a quienes viajan al extranjero. En una palabra, a quien compra en dólares y vende en pesos. Y beneficia a las exportaciones.

México tendrá un 2016 con un crecimiento bueno si se compara con lo que pasa en Latinoamérica y el mundo y lo más probable es que los principales indicadores se mantengan estables.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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