Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

8 Feb, 2016

El buen momento es insostenible

Los buenos números de la economía mexicana en 2015 no son sostenibles en el mediano y largo plazos si el gobierno federal no toma decisiones definitivas en la política fiscal, ingresos y gastos.

El año pasado la economía creció 2.5% con la inflación más baja de la historia, con un razonable equilibrio en las finanzas públicas y con una sorprendente estabilidad de precios a pesar de la depreciación del peso frente al dólar.

Sin embargo, este panorama no es sostenible porque las amenazas son reales y se pueden concretar en cualquier momento:

Una mayor depreciación del peso mexicano, que es factible si la turbulencia internacional continúa y si los precios del petróleo siguen bajando, significaría que la estabilidad de precios sea insostenible.

El balance presupuestario es casi imposible, a no ser que se financie con deuda, en la medida que la economía mexicana se despetroliza a fuerza sin la posibilidad inmediata de reemplazar esos ingresos.

El año pasado los ingresos petroleros representaron ya sólo 19.7 centavos de cada peso, cuando apenas hace dos años significaban casi 40 centavos del ingreso total.

El gobierno hizo dos ajustes al gasto, en 2014 y 2015 y la Reforma Tributaria de hace dos años, acompañada de un enorme esfuerzo recaudatorio, hizo que los ingresos por impuestos crecieran 23.9% en 2014 y 27.4% en 2015.

Pero también está creciendo la deuda. En 2013, los pasivos internos y externos llegaban al 36.6% del PIB, en 2014 subieron a 40.2% y en 2015 a 44.7 por ciento.

Es decir, el país está financiando su gasto público con endeudamiento, para reponer una parte de los ingresos petroleros perdidos.

La solución no está en esperar que con el tiempo y la Reforma Energética, México vuelva a producir tres millones de barriles diarios de crudo y que el precio del petróleo mejore en los siguientes dos o tres años.

Es posible que la producción aumente, pero todos los pronósticos dicen que el precio del petróleo se mantendrá bajo la siguiente década.

La única solución real es meterle mano a fondo a la política fiscal, lo cual significa, por un lado, hacer más eficiente el gasto, canalizando una mayor proporción de recursos a estimular la economía y reducir aquellos que gasta el gobierno para hacer docenas de cosas que no le competen.

Por el otro, realizar una Reforma Tributaria de fondo que, paulatinamente, permita que el gasto público se financie con ingresos propios y que lo que se obtenga por la venta de petróleo se oriente a un fondo que permita apoyar proyectos especiales o sea un colchón que tenga la economía para enfrentar desastres.

El actual camino es inseguro e insostenible porque la deuda crece muy rápido y es irracional financiarse por esa vía como ya lo hicimos en los años setenta y ochenta.

Por desgracia, los tiempos políticos ya no son propicios para hacer una gran Reforma Tributaria; este gobierno ya hizo mucho con las reformas estructurales y tendrá que esperarse un nuevo sexenio para que, desde el principio, el objetivo sea encontrar fuentes de ingresos propios. Y esos no vienen más que de impuestos.

Hasta el próximo lunes con nuevas…
Perspectivas.

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