¿Por qué ahora conviene invertir en Corea del Norte?

Él buscó petróleo en las tierras baldías de Somalia e impulsó un auge del mercado accionario en Mongolia. Presentó una demanda contra la república más pequeña del mundo, perdida en el Pacífico, por una parte de toda su riqueza.

Ahora le está apostando a Corea del Norte.

James Passin, administrador de fondos de cobertura en Firebird Management, piensa que el país, dotado ahora del arma nuclear, está asentado en una reserva de hasta mil millones de barriles de petróleo, suficiente para que sea un productor tan importante como el estado de Oklahoma. Si hay petróleo, él quiere ayudar a extraerlo.

“Tenemos un país de 25 millones de habitantes _ jóvenes, muy disciplinados, alfabetizados _ y un fuerte establecimiento industrial-militar”, observó en una entrevista. “Es posible que los primeros inversionistas se vean recompensados con una apreciación masiva.”

Son evidentes los riesgos de meter dinero _ aunque fueran solo 7 millones de los 700 millones en bienes de Firebird _ en un estado neo-estalinista con campos de trabajos forzados y prácticamente sin propiedad privada. La volatilidad política quedó abiertamente demostrada este mes, cuando Corea del Norte informó que había hecho un ensayo con una bomba de hidrógeno. Y Passin se aventura en un territorio muy turbio para los inversionistas, dadas las sanciones de Estados Unidos contra ese país.

Sus inversionistas han vivido los altibajos que suceden en esos mercados extremos. Dos de sus fondos se están liquidando tras haber sufrido grandes pérdidas en la banca de Irak, el oro en Armenia y el petróleo y gas en Kenia.

Pero Passin no se inmuta. “Yo veo oportunidades donde otra gente tiene miedo”, aseguró.

Passin, de 44 años de edad, estudió filosofía en el St. John’s College de Maryland. Se inspiró para entrar en las finanzas en la historia de Tales de Mileto, filósofo de la antigua Grecia que se hizo rico monopolizando las prensas de aceite antes de una abundante cosecha de aceitunas que él previó gracias a sus conocimientos astronómicos.

Después de graduarse, Passin comenzó su carrera como editor de Taipan, boletín financiero de Baltimore, en el que recomendaba acciones poco conocidas.

Peter Schiff, jefe de Euro Pacific Capital en Connecticut, conoció a Passin en sus tiempos del boletín y, por consejos suyos, posteriormente invirtió en Hurricane Hydrocarbons, compañía petrolera de Kazajstán, cuyas acciones compró por apenas 25 centavos cada una. Con el tiempo, la compañía se vendió a 55 dólares la acción, recuerda Schiff.

"Le compré algunas acciones que se fueron a cero", aseguró Schiff. "Pero ésta fue una gran ganadora."

En 1999, Passin ingresó en Firebird, de Nueva York, para ser uno de los varios administradores de la empresa.

“Él siguió un camino totalmente diferente de los administradores tradicionales de fondos de cobertura”, agrega Schiff. “No tiene maestría en Harvard, no trabajó en Goldman Sachs, no fue pasante durante dos años... simplemente es un tipo inteligente.”

Su instinto de contradicción ha llevado a Passin a mercados recónditos como Chechenia, el Congo y Somalia.

Joseph Naemi, uno de los socios de negocios de Passin desde hace mucho tiempo, recuerda haberlo acompañado en 2002 en un audaz intento de comprar Uzbekneftgaz, la compañía petrolera nacional de Uzbekistán. Tuvieron una reunión con una docena de funcionarios uzbekos y la propuesta de Passin fue simple: él estaba ahí para expedir un cheque por 600 o 700 millones de dólares para comprar toda la empresa. Pero el gobierno no aceptó la oferta.

“Las miradas de escepticismo por toda la sala en realidad fueron hilarantes”, comentó Naemi en un mensaje de correo electrónico.

En 2006, Passin recorrió Mongolia y se concentró en su mercado accionario. En realidad era tan solo “un salón con computadoras”, recuerda Passin.

Él compró acciones de “cualquier empresa que estuviera cotizada”. Para 2011, la economía del país estaba teniendo uno de los índices de crecimiento más rápidos del mundo, 17 por ciento anual, pues se estaban descubriendo enormes reservas de minerales bajo la estepa.

Pero ahora, el mercado alcista de Mongolia se ha detenido, explica Passin, y la economía tiene un ritmo más lento. Sin embargo, él está redoblando sus esfuerzos ahí, con el objetivo de construir una serie de empresas mongolas de clase mundial, proyecto que él compara más o menos con la creación del imperio de Gengis Khan.

Passin también le está apostando a la deuda vencida en el Pacífico del Sur. Firebird ha demandado a la diminuta e indigente república isleña de Nauru para que le pague unos 24 millones de dólares en bonos vencidos respaldados por el gobierno. Esa suma equivale a la sexta parte del producto interno bruto del país.

Firebird, que compró los bonos a los acreedores originales por una fracción de su valor facial, podría ganar dinero si gana la demanda. El fondo de cobertura ha estado peleando en tribunales australianos para embargar las cuentas del banco del estado de Nauru, y por un momento logró que las congelaran.

Esta táctica es similar a la que han seguido otras firmas más grandes y prominentes, como Elliott Management, manejada por el millonario inversionistas Paul E. Singer, que presentó demanda contra Argentina para que el gobierno pague su deuda.

En diciembre, la corte superior de Australia le negó a Firebird el acceso a las cuentas del banco estatal de Nauru. Pero Passin podría seguir reclamando cualquier riqueza que el atolón coralino de veinte kilómetros cuadrados tenga fuera de Australia.