Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

29 Feb, 2016

Estamos en plena cruda petrolera

Es probable que la cruda petrolera que está sufriendo la economía mexicana sea la peor en la historia reciente, sólo superada por la cruda de deuda que padecimos en 1982.

En las décadas de los 70 y los 80 México financió su gasto público con endeudamiento externo, hasta que los pasivos con el exterior representaron más del 90% del PIB y no hubo forma de pagar los intereses. En octubre de 1982 el país declaró una moratoria en el pago de los intereses durante 15 meses y después de la borrachera del endeudamiento la cruda fue terrible:

El dólar pasó de 19 pesos en febrero de 1982 a 177 en diciembre de ese mismo año y a más de dos mil al término del siguiente sexenio; la inflación llegó a ser el equivalente a 400% anual; el crédito se extinguió, miles de empresas fueron orilladas a la quiebra y todas las familias perdieron una parte importante de su patrimonio, lo que en cristiano es que se empobrecieron.

La cruda petrolera que hoy padece el país no es tan grave como aquélla y sus consecuencias están lejos de parecerse a las de entonces. Pero sí hay efectos negativos importantes:

El peso se ha depreciado 27% frente al dólar, el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que mide el resultado de todas las transacciones del país con el exterior creció; la prima de riesgo país de México se ha incrementado y, lo más importante, hay una gran incertidumbre sobre los ingresos futuros del sector público.

Es verdad que, en esencia, estos efectos no han pegado en el bolsillo de los consumidores, ya que, en términos generales los precios se han mantenido estables aunque vemos aumentos, en bienes cuyos costos están muy ligados al dólar, como los automóviles, los aparatos electrónicos, los perfumes, los delicatessen, por ejemplo.

Pero aún no hay efectos en los ciudadanos comunes y corrientes por el crecimiento del déficit en la cuenta corriente, por el deterioro de la balanza petrolera o porque no sepamos ahora cómo vamos a financiar el gasto público en el futuro.

Pero, sin duda, la economía mexicana cambiará dramáticamente en los siguientes años: nos hemos convertido ya en un país que no financia sus finanzas públicas con petróleo y por eso los recortes al gasto.

En el futuro, la única fuente sana de financiamiento que existe son los impuestos y es ahí donde tendrá que centrarse la atención y la discusión.

Ningún ciudadano quiere pagar más impuestos y, en especial, porque siente que no recibe lo suficiente por los impuestos que paga.

Esto plantea para el gobierno un reto doble: hacer una reforma tributaria que reparta mejor la carga entre todos y, al mismo tiempo, asumir un compromiso institucional en serio de manejar esos recursos con honradez, con transparencia, con absoluta rendición de cuentas.

Los mexicanos tienen la sensación de que pagan muchos impuestos y es verdad, en el caso de quienes son causantes cautivos o de quienes están dentro de la legalidad; frente a ellos, millones no sólo no pagan sino que reciben subsidio y miles de comercios y empresas tampoco pagan porque están en la informalidad.

Nadie acepta una reforma tributaria que deja las cosas como están, sino una en la que todo mundo pague sus impuestos.

Hasta el próximo lunes con nuevas…Perspectivas.

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