Los desafíos del sector industrial en China

China ahora tiene demasiada oferta ante una demanda interna en contracción
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En China la sobrecapacidad industrial ha aumentado desde 2008. Foto: Getty
En China la sobrecapacidad industrial ha aumentado desde 2008. Foto: Getty
La oferta excesiva es un problema mundial, y un problema mundial requiere esfuerzos colaborativos por parte de todos los países”.
 
Esas palabras desafiantes fueron pronunciadas por Gao Hucheng, el ministro de comercio de China, en una conferencia de prensa celebrada el 23 de febrero en Pekín. Gao estaba respondiendo a la reacción en todo el mundo contra la creciente ola de exportaciones industriales chinas sugiriendo que se debe culpar a todos.
 
 
La oferta excesiva es ciertamente un problema mundial, pero no en la forma en que insinúa Gao. Las enormes exportaciones de productos industriales de China están inundando los mercados en todas partes, contribuyendo a las presiones deflacionarias y amenazando a los productores de todo el mundo. 
 
Si esta sobreoferta fuera ampliamente el resultado de saturaciones de la capacidad en muchos países, entonces Gao tendría razón de que China no debería ser señalado; pero este no es el caso.
 
La capacidad excedente de China en la siderurgia, por ejemplo, es mayor que toda la producción de acero de Japón, Estados Unidos y Alemania combinadas. 
 
Rhodium Group, una firma consultora, calcula que la producción de acero mundial se elevó en 57 por ciento en la década concluida en 2014, y las siderúrgicas chinas representaron 91 por ciento de este incremento.
 
En una industria tras otra, desde el papel, hasta los barcos y el vidrio, el panorama es el mismo: China ahora tiene demasiada oferta ante una demanda interna en contracción. No obstante, la expansión continúa: la capacidad de fundición de aluminio de China se dispone a aumentar en otro 10 por ciento este año.
 
Según Ying Wang de Fitch, una agencia de calificación crediticia, en los próximos dos años se abrirá en China nueva capacidad bruta de extracción de carbón de alrededor de 2,000 millones de toneladas.
 
Un informe detallado dado a conocer esta semana por la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China revela que la sobrecapacidad industrial ha aumentado desde 2008. 
 
El banco central de China sondeó recientemente a 696 empresas industriales en Jiangsu, una provincia costera llena de fábricas, y encontró que la utilización de la capacidad había “declinado notablemente”. Louis Kuijs de Oxford Economics, un grupo de investigación, calcula que la “brecha de producción” entre la producción y la capacidad de la industria china en general era de cero en 2007. 
 
Sin embargo, para 2015, era de 13.1 por ciento para la industria general y mucho más alta para la industria pesada.
 
Se ha hecho mucho alboroto sobre la burbuja inmobiliaria de China en los últimos años, con la estridente exposición de las “ciudades fantasma”. Ha habido excesiva inversión en propiedades en algunos lugres, pero muchas de las ciudades supuestamente vacías se llenan eventualmente. 
 
La grotesca sobreinversión en productos industriales es un problema mucho más grande. Un análisis realizado por Janet Hao de Conference Board, un grupo de investigación, sugiere que el crecimiento de la inversión en la manufactura de equipo de minería y otro equipamiento industrial superó por mucho la que se hizo en bienes raíces de 2000 a 2014. 
 
Este frenesí ha dejado a muchas empresas propiedad del Estado vulnerables a la desaceleración, convirtiéndolas en zombis inútiles.
 
El año pasado, las empresas industriales chinas registraron su primera declinación anual en las utilidades agregadas desde 2000. Deutsche Bank estima que un tercio de las compañías que están incurriendo en más deuda para cubrir pagos de préstamos existentes están en industrias con capacidad excesiva. 
 
Los rendimientos sobre los activos de las compañías estatales, que dominan la industria pesada, son de un tercio de los vistos en las compañías privadas, y la mitad de los de compañías de propiedad extranjera en China.
 
Las raíces de este embrollo radican en la respuesta de China a la crisis financiera en 2008. Funcionarios canalizaron dinero indiscriminadamente a las empresas estatales en infraestructura y la industria pesada. La sobrecapacidad resultante crea incluso mayores dolores de cabeza para China que para el resto del mundo. 
 
El excedente está ayudando a hacer bajar los precios de los productores incesantemente: enero fue su cuadragésimo séptimo mes consecutivo de declinaciones. Los declinantes precios de la producción intensifican la presión sobre las compañías estatales cargadas de deuda.
 
La buena noticia es que los chinos han reconocido públicamente que hay un problema. El gobernante Consejo Estatal declaró recientemente que manejar la sobrecapacidad es una prioridad nacional. 
 
El 25 de febrero, la Comisión de Administración y Supervisión de Activos Estatales, que supervisa a las grandes compañías propiedad del gobierno central, y varios otros organismos oficiales anunciaron que pronto presentarían varias reformas experimentales de las empresas estatales. 
 
La mala noticia es que tres de las medidas que están intentando solo empeorarán las cosas.
 
Una opción es que las empresas zombis de China exporten su capacidad excesiva. Aun cuando los chinos cumplan sus promesas de no devaluar más el yuan, sin embargo, la inundación de productos baratos en los mercados extranjeros ya ha agravado las fricciones comerciales. 
 
El gobierno estadounidense impuso derechos y aranceles de compensación sobre una variedad de importaciones chinas. India está alarmada por su creciente brecha comercial con China. Manifestantes contra las importaciones chinas atestaron las calles de Bruselas en febrero.
 
También hay presión para que la Unión Europea niegue a China el estatus de “economía de mercado”, al cual su gobierno dice que tiene derecho después de 15 años como miembro de la Organización Mundial de Comercio, y el cual haría más difícil presentar denuncias contra el dumping chino.
 
Otro enfoque es seguir estimulando la demanda interna con crédito. En enero, la medida del crédito más amplia del gobierno creció a su ritmo más rápido en casi un año, y los bancos chinos extendieron préstamos nuevos con valor de 385,000 millones de dólares, un récord. 
 
Sin embargo, endeudarse más mientras las utilidades caen en picada solo empeorará el eventual ajuste de cuentas para las compañías zombis.
 
Una tercera política es alentar la consolidación entre las compañías estatales. Han ocurrido algunas fusiones, en áreas como transporte y equipo ferroviario, pero hay poca evidencia de que la capacidad haya disminuido como resultado.
 
Los líderes chinos están dándole la vuelta a las soluciones obvias: suspender el flujo de crédito barato y agua y electricidad subsidiadas a las compañías estatales, hacerlas pagar dividendos adecuados en vez de usar cualquier efectivo extra en ampliarse más y, sobre todo, cerrar las compañías poco viables.
 
Ese resultado enfrenta la oposición de funcionarios provinciales, quienes controlan la mayoría de las alrededor de 150,000 compañías públicas del país. Los gobiernos locales se financian en parte por medio de los impuestos empresariales, así que los funcionarios partidistas se muestran renuentes a cerrar las compañías locales sin importar cuán ineficientes o poco rentables pudieran ser. 
 
También temen al riesgo de la intranquilidad social que pudiera surgir por los despidos masivos.
 
Las 33 administraciones a nivel provincial de China están al menos tan divididas como los 28 Estados miembros de la Unión Europea, bromeó Jörg Wuttke, director de la Cámara de la UE.
 
“Sobre este tema”, dijo, “Pekín se siente cada vez más como  Bruselas”.
 
Así que la afirmación de Gao de que el problema no es totalmente culpa de su gobierno quizá sea verdad en cierto sentido. 
 
En los años 90, sin embargo, los líderes de China impusieron audaces reformas a las empresas estatales, que involucraron bancarrotas y recortes de la capacidad, pasando por encima de los intereses creados. 
 
Para enfrentar las inquietudes de hoy, el gobierno central pudiera ofrecer un financiamiento más generoso a los gobiernos locales para compensar la pérdida de ingresos fiscales que provocarían las bancarrotas y también fortalecer los beneficios de desempleo para los trabajadores afectados.
 
Si los líderes actuales de China tienen el valor de implementar esas políticas, quizá haya un aspecto positivo.
 
Stephen Shih de Bain, otra firma consultora, argumentó que mucha modernización discreta “ha sido encubierta en muchas industrias por la sobrecapacidad”.
 
Por ejemplo, dijo, en 2011 poca de la capacidad de la industria de los fertilizantes usaba tecnologías avanzadas. La mayor parte de la nueva capacidad añadida desde entonces ha sido del tipo moderno cuya operación es 40 por ciento más barata.
 
Baosteel Group, una gigantesca compañías propiedad del Estado, ha sido obligada por las autoridades locales de Shanghái a cerrar antiguas plantas siderúrgicas sucias en la resplandeciente ciudad. 
 
En vez de ello, sus dirigentes han construido un enorme complejo nuevo en la provincia de Guangdong con casi 9 millones de toneladas de capacidad. Esta instalación altamente eficiente tiene tecnologías verdes de vanguardia que reducen en gran medida las emisiones de bióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, reciclan el gas de desecho de los altos hornos y reutilizan casi toda el agua de desecho.
 
“Cuando la capacidad más antigua de China sea cerrada, tendremos un sector industrial mucho más moderno”, dijo Shih. “La duda es: ¿cuánto tiempo llevará esto?”
 
kgb 

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