El tumultuoso primer trimestre de los mercados en 8 puntos

Un momento clave fue la reunión de los ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, el 26 de febrero. Allí parecieron coordinarse para fortalecer las políticas acomodaticias y dar un sostén a los mercados financieros y al crecimiento a escala global
Economía -
Basta con observar el saldo del trimestre en Wall Street, que es de tablas. Foto: Especial
Basta con observar el saldo del trimestre en Wall Street, que es de tablas. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- Hoy se acaba el mes de marzo, y con él concluye el primer trimestre del año. Si uno, enfiestado en la noche de Año Nuevo, hubiera alcanzado tal grado de ebriedad que lo hubiera llevado a entrar en estado vegetal y no hubiera despertado sino hasta hoy, creería que nada ha  sucedido en el mundo. Basta con observar el saldo del trimestre en Wall Street, que es de tablas. Hasta el cierre de ayer, el Dow Jones había ganado 1.7% en lo que llevamos del año y el S&P 500, 1.0%. Sólo el Nasdaq se encuentra en territorio negativo, con una magra caída de 2.8%. Pero si le contáramos la verdad, difícilmente nos creería y pensaría que todavía está en la cruda.

1. El inicio de año ha sido el más espantoso para las bolsas en la historia de Wall Street. El pavor duró hasta el 11 de febrero, cuando la Bolsa de Nueva York logró encontrar un piso y detener la sangría. En esa fecha, los tres índices bursátiles se hallaban en territorio de corrección (caídas de más de un 10% respecto a su reciente máximo) y el Nasdaq amenazaba con entrar en un mercado “bear” o bajista (un retroceso del 20% respecto a su máximo).

2. Detrás de ese escabroso inicio de año estuvo China: la evidencia de que su economía se estaba desacelerando a un ritmo más rápido del previsto junto con el desconcierto provocado en el mercado respecto al manejo de su política cambiaria provocó un fuerte derrumbe en su mercado bursátil. El Shanghái Composite se despeñaba, el 28 de enero, un 25% respecto a final de 2015.

3. La desaceleración de China, el segundo mayor consumidor de crudo detrás de Estados Unidos,  en un contexto de sobreabundancia de petróleo provocó un nuevo descalabro de las cotizaciones energéticas. El WTI descendió a 26.21 dólares el 11 de febrero, un mínimo desde el 2003, y una caída del 29.3% en el año. El Brent llegó a negociarse en un mínimo de 27.88 dólares el 20 de enero. La mezcla mexicana, finalmente, bajó  hasta los 18.90 dólares el 20 de enero, un mínimo desde el 2002 y un derrumbe del 30% en apenas esos veinte días del año. Lo malo es que esos niveles de los precios del petróleo exacerbó la volatilidad financiera. La razón es que unos precios del crudo tan deprimidos amenazaban la sostenibilidad macroeconómica de los países exportadores de petróleo y la supervivencia de muchas empresas del sector.

4. En efecto, los países exportadores de petróleo empezaron a registrar serios desequilibrios en sus balances fiscales y por cuenta corriente. Ante la caída de los ingresos petroleros, los gobiernos tuvieron que recurrir a programas de austeridad presupuestaria para contener los déficits fiscales. Por otro lado, el deterioro externo implicó fuertes salidas de capitales, lo que a su vez derivó en rápidas depreciaciones de sus divisas y riesgos inflacionarios. La respuesta de la política monetaria consistió en elevar las tasas de interés con el objeto de salvaguardar la estabilidad de las divisas y las presiones de precios. Ambas políticas, tanto los programas de restricción fiscal como los aumentos de tasas repercutían, sin embargo, de forma negativa en las proyecciones de crecimiento.

5. Ahora bien, no sólo la desaceleración de China junto con las políticas fiscales y monetarias restrictivas de los países emergentes socavó las expectativas de crecimiento global. Al mismo tiempo, se tensionaron los mercados de crédito ante las mayores probabilidades de impago de las empresas productoras de petróleo, sobre todo en el sector de más riesgo, el de los bonos basura o de alto rendimiento. Así, conforme pequeñas empresas petroleras y mineras entraban en suspensión de pagos o quebraban, conforme se sucedían las rebajas en las calificaciones crediticias, las entidades financieras eran severamente castigadas en bolsa y endurecían el financiamiento a las compañías, sobre todo a las menos saneadas. La escasez de crédito, por tanto, amenazaba con propiciar una oleada de quiebras, derribar la inversión en capital fijo y provocar una nueva recesión.

6. Ante ese oscuro panorama había que dar un golpe de timón, o la economía global podría desbarrancar. Y se logró a partir del 11 de febrero. Un día antes, el día 10, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, comparecía en el Congreso en su testimonio semestral. Fue la primera oportunidad que tuvo para mandar el mensaje de que la Fed podría dar marcha atrás en sus planes. En diciembre, la Fed había incrementado las tasas de referencia por primera vez tras siete años de extraordinaria expansión monetaria y había establecido una proyección de cuatro posibles subidas de tasas a lo largo de 2016, planeándose el primer incremento para marzo. Sin embargo, el mercado ya se había anticipado como resultado de las turbulencias financieras y el impacto negativo sobre las expectativas de crecimiento e inflación: la tasa del bono de 10 años se hundió de 2.27% a finales del año pasado a un mínimo de 1.66% el 11 de febrero, en tanto los futuros de los fondos federales habían anulado la posibilidad de un aumento de tasas en la reunión de la Fed de marzo y sólo incorporaba un incremento de tasas a lo largo de todo el año. Que Yellen dejara entrever, de su propia boca, ese escenario significó el primer alivio para los mercados.

Optimismo

7. El otro momento clave fue la reunión de los ministros de finanzas y banqueros centrales del G-20 el 26 de febrero. Allí parecieron coordinarse para fortalecer las políticas acomodaticias y dar un sostén a los mercados financieros y al crecimiento global. Desde entonces, el Banco Popular de China recortó los requerimientos de reservas (29 de febrero); el Banco Central Europeo sorprendió con un programa de estímulos monetarios mucho más agresivo de lo previsto (10 de marzo) y la Fed corroboró que, según sus actuales proyecciones, en vez de subir las tasas en cuatro ocasiones a lo largo de 2016 lo haría sólo en dos oportunidades (16 de marzo).

8. Esa acción, que da la impresión de haber sido bastante coordinada, propició un rebote espectacular de los mercados hasta hacer parecer el terrorífico inicio de año un mero espejismo. Y todavía se alborotaron más desde el martes, tras las declaraciones de Yellen en el Club Económico de Nueva York. El S&P 500 y el Dow Jones, desde su mínimo del 11 de febrero, han volado más de 13% y el Nasdaq casi 15%. El bono de 10 años, ante un escenario de tasas más gradual, va camino de registrar su mejor trimestre en casi cuatro años. Finalmente, las divisas del mundo también se han recuperado frente al dólar: el índice del dólar de Bloomberg ha perdido 4.2% en el trimestre y las divisas emergentes, salvo el peso argentino que pierde 11.5% en el año, se han recuperado. El peso mexicano termina el primer trimestre en tablas, pero el real brasileño se ha fortalecido 9.5%; el ringgit malayo, 9.0%; el rublo ruso, 8.2% y el peso colombiano, 5.3%. El diferencial de los CDS de 5 años, medido por el Markit CDX de Norteamérica que son grado de inversión, se ha reducido de 125 puntos base (pbs) a 79 pbs y está por debajo de donde empezó el año. En tanto que los de alto rendimiento disminuyeron de 589 pbs a 439 pbs. Si el beodo despertara, sin duda, diría: “aquí no ha pasado nada”.

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