Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

4 Abr, 2016

Registros y Clasificación Turística Nacional: reto de formalidad

Desde 2011 se ha  discutido y modificado la legislación, integrado toda clase de comités y mesas de diálogo para poner en marcha el Sistema Nacional de Certificación Turística (SNCT), la plataforma para la acreditación de guías de turistas, Programa de Manejo de Alimentos distintivo “H”, Registro Nacional de Turismo (RNT) y el diseño e implementación del Sistema de Clasificación Hotelera (SCH), entre otros.

Todos los subsistemas para el registro y para la certificación están listos; sin embargo, continúan algunas asociaciones de hoteleros pegando el grito en el cielo. Ahí tiene a la Asociación de Hoteles de Cancún, Carlos Gosselin Maurel, quien no está muy feliz con que el SHC se haya establecido con estrellas (de una a cinco), pues ellos consideran que están muy por arriba del promedio nacional y quieren diamantes porque ya los clasifica Trip Advisor, Expedia, Booking o la otorgada por la American Automobile Association (AAA) de hoteles y restaurantes de EU, Canadá, México y el Caribe que otorga la certificación AAA Diamond Award y, finalmente la Leading Hotels Of The World, clasificaciones privadas que no llevan consigo cuestiones específicas de calidad y cantidad de servicios, tipo de instalación, limpieza, condiciones de las habitaciones, porque en general son “autoclasificaciones”, pero que si un hotelero quiere usarlas, la Secretaría de Turismo, que encabeza Enrique de la Madrid, no tienen  ningún pero para ello.

El objetivo del sistema es ordenar la oferta turística certificándola, elemento clave para aumentar la confianza en el sistema de prestación de servicios turísticos directos e indirectos, y el establecimiento de un sistema confiable de protección al consumidor. 

Sin embargo, el diálogo se pone primero sobre la mesa y dado que el objetivo es apoyar a los hoteleros se advierte que falta consenso entre algunos empresarios del ramo en el país, De la Madrid tomó la decisión de posponer la puesta en operación de la nueva clasificación.

Al parecer, el tema no ha sido entendido y, se trabajará lo mismo con, como con la AMHM de Rafael García González, la Concanaco-Servytur de Enrique Solana, el CNET de Pablo Azcárraga, la Asociación Nacional de Cadenas de Hoteles de Luis Barrios, y también la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes (AMAV) de Julio César Castañeda
Carrión
. El modelo de clasificación propuesto, muy similar al de Francia, busca ofrecer información objetiva a los clientes de los hoteles para que puedan tomar mejores decisiones al viajar.

Me consta que durante dos años, y más durante el último, la Secretaría de Turismo y asociaciones de hoteleros conformaron grupos de trabajo para analizar los lineamientos de la Ley General de Turismo. Sin embargo, algunos hoteleros insisten en que el sistema es complejo y no han hecho lo necesario para asumir estos nuevos lineamientos que buscan mejorar, modernizar y consolidar los servicios que prestan estos establecimientos.

Los lineamientos fueron elaborados por el Instituto de Competitividad Turística de Ernesto Bartolucci Blanco, y el Conacyt, de Enrique Cabrero, quienes no sólo revisaron la metodología propuesta por la OMT, sino que dialogando con todos los representantes de hoteleros integraron un esquema moderno de clasificación hotelera muy parecido al utilizado por países líderes en turismo mundial, que incluye 49 variables.

El sistema permite que el hotelero se autocalifique para identificar las áreas de oportunidad que tiene su establecimiento para mejorar su infraestructura y calidad en el servicio. El proceso de autoevaluación da como resultado un puntaje que se traduce en una calificación que va de una a cinco estrellas, la cual —a diferencia del pasado— no influye en el costo de las habitaciones que ofrece el hotel, pero sí en la información objetiva que recibe el turista para elegir el hotel en que se hospedará.

De Fondos a Fondo

En este espacio le he platicado sobre la coyuntura que vive nuestro país respecto del tema de los impuestos a las bebidas y alimentos de “alto contenido calórico”, pues lejos de disminuir los índices de diabetes y obesidad o en reducir la ingesta calórica, en realidad han resultado en una fuente de recaudación fiscal muy elevada.

En Nueva Zelanda, antes de finalizar el mes de marzo el Consejo Neozelandés de Alimentación y Abarrotes (Grocery) que dirige Katherine Rich demostró que el impuesto se ha usado para recaudar y no para atender temas de salud en la población. Lo que llama la atención es que el Consejo usa la referencia de México, donde afirma que “si el propósito del gobierno mexicano era recaudar grandes cantidades de dinero como consecuencia del impuesto a las bebidas, este impuesto ha tenido un éxito rotundo”.

Francamente, el cobro y elevación del IEPS en bebidas azucaradas es una decisión del Ejecutivo y Legislativo, que no atiende el problema de salud, pues los impuestos recaudados en 2014 por 18.4 mil millones de pesos y, en 2015 la cifra por 21.4 mil millones de pesos, no han incidido en la reducción del consumo de refrescos, donde los volúmenes de ventas no observan cambios significativos a la baja desde que se implementó el impuesto.

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