Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

4 Abr, 2016

Por el camino de la deuda

El gobierno mexicano ha hecho todo lo que ha podido para que la economía resienta menos el boquete que hay en los ingresos.

Sin embargo, es inevitable que se note: la deuda crece a gran velocidad, los intereses suben como la espuma y ahora, las calificadoras levantan la bandera amarilla.

Es decir, el peligro existe y crece, y el clima político-electoral le ata las manos al gobierno para tomar decisiones definitivas que, sin duda, vienen del lado de los ingresos.

Por lo pronto, lo grave es que el país dio un brinco al pasado y financia con deuda una parte importante de su gasto.

El crecimiento de la deuda es explosivo: en 2010 los pasivos totales del país ascendían a 4.7 billones de pesos; para 2015 llegaron a 8.1 billones. Es decir, crecieron 82.9% en cinco años.

Y ese ritmo no puede seguir porque es un camino que conduce al abismo.

 Desde luego, el costo financiero del sector público para este año ascenderá a 462 mil 372 millones de pesos, equivalente al 2.41% del PIB.

Ese pago de intereses es casi lo doble de lo que se recaudó, gracias a la reforma tributaria de 2014, algo más de 259 mil millones de pesos. Es decir, los ingresos extra por la reforma impositiva desaparecieron en pago de intereses de la deuda.

El camino es intransitable aun en el mediano plazo.

Las cifras son alarmantes y por eso las calificadoras levantaron la bandera amarilla.

Apenas la semana pasada la calificadora Moody’s colocó en perspectiva negativa la calificación crediticia del país. Bajó de estable a negativa la calificación A3 de la deuda mexicana, lo cual es el primer paso para que reduzca la nota crediticia del país.

Es la primera vez que sucede esto desde los años 90, precisamente poco antes de la crisis de 1994; desde 2000, la calificación había mejorado paulatinamente y ahora es la primera vez que avisan que la pueden reducir.

El problema está bien detectado: las finanzas de Pemex presionan las finanzas públicas y no hay de dónde salgan los ingresos para cubrir el hueco.

Para acabarla de acabar, las reservas probadas de Pemex cayeron más de 20% entre 2015 y 2016. Y es lógico. No es negocio invertir en prospección de un producto con tan bajo precio.

El problema es que los ingresos del país dependían de los ingresos petroleros, que ahora se han desplomado sin esperanza de que, en el corto o mediano plazos, se recuperen.

Lo que el gobierno ha hecho son recortes al gasto y pedir más dinero prestado. Ambas alternativas son limitadas: no se puede cortar el gasto indefinidamente ni en la proporción necesaria para reemplazar los ingresos de crudo y no se puede vivir si la deuda crece como la espuma.

México ya probó, cuando menos una vez, que financiar el gasto público con deuda no es posible. La crisis de 1982 fue provocada por eso y el problema puede evitarse si, a fin de cuentas si por fin, el gobierno encuentra la forma de cobrar justamente los impuestos y de gastar de tal manera que el ciudadano sienta que recibe por lo que paga de impuestos. Hoy, eso no sucede.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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