¿Por qué no siempre es malo que empresas presionen contra leyes?

CIUDAD DE MÉXICO.- No es algo nuevo que empresas se alíen y gasten millones de dólares para influir en la aprobación de leyes que beneficien o protejan su sector. Pero hay otras ocasiones en las que presionan para frenar legislación que atenta contra los derechos humanos.

Lo segundo es algo que actualmente pasa en diversas entidades de Estados Unidos, donde se libra una batalla entre gobiernos conservadores y la comunidad lésbico gay bisexual transexual (LGBT), sus activistas, y aliados.

Las leyes que estos estados pretenden aprobar, aseguran sus promotores, se basan en la defensa de libertades religiosas; si el dueño de un negocio no está a favor de los matrimonios del mismo sexo o el “estilo de vida” de alguna persona, pueden legalmente negar sus servicios o, si trabajan para ellos, despedirlo.

Otras leyes se pronuncian por restringir el uso de baños públicos al sexo asignado al nacer a las personas, lo cual es un problema para las personas transgénero.

Quienes se oponen a estas leyes reclaman la discriminación inherente en las propuestas.

Son 17 los estados que en este año han intentado pasar este tipo de leyes. En Virginia y Georgia se aprobaron leyes de libertad religiosa, aunque en el segundo el Gobernador la vetó; mientras que Carolina del Norte aprobó las restricciones a baños.

El veto en Georgia se debió a la presión de grandes empresas que amenazaron detener sus planes de negocio en la entidad si se aprobaba la medida. Grandes productoras como Netflix, Disney, Marvel, AMC, Time Warner, The Weinstein Company y Live Nation dijeron que cancelarían el rodaje de sus películas y series de televisión presentes y futuras si la ley no se detenía.

Otra empresa que amenazó con un boicot fue Salesforce, que anualmente realiza una conferencia en el estado. Unilever también dijo que reconsideraría sus planes de inversión.

Compañías como Apple, Intel, Microsoft, Twitter, Home Depot y Marriot se manifestaron en contra, aunque no definieron acciones como represalia a la ley.

En Misisipi, que recientemente aprobó la “libertad religiosa”, empresas como Nissan, AT&T, IBM y Continental Tire, ninguna dijo que dejaría de hacer negocios en el estado, pero advirtieron que no permitirían la discriminación en su interior.

Finalmente, en Carolina del Norte, donde se aprobó una ley sobre uso de baños públicos, el ejemplo de presión más relevante proviene de PayPal. Fue cancelada una expansión que hubiera creado 400 empleos y dejado una derrama económica anual de 20.4 millones de dólares.

La nueva ley perpetúa la discriminación y viola los valores y principios que son el centro de la misión y cultura de PayPal. Como resultado, PayPal no seguirá adelante con la expansión planeada en Charlotte”, se lee en un comunicado de la empresa.

Una demanda contra la ley ya ha sido presentada y el Fiscal de la entidad ha dicho que no planea defenderla ante la amenaza que representa para la economía estatal y los trabajos de cientos de familias.

El poder de presión que pueden llegar a tener las compañías es grande y muchas veces la gente podrá estar en contra de ellas. Pero en ocasiones son una herramienta eficiente contra la discriminación y el retroceso en cuestiones de derechos humanos.

Sin embargo; esto no significa que la presión empresarial sobre gobiernos se deba defender en todo momento, ni que estas empresas sean paladines de los derechos humanos. Algunas de ellas, como Apple, han sido cuestionadas por mantener negocios en países donde este tipo de discriminación puede causar la muerte, pero en estos casos en particular son elementos clave.

*gl