Reunión de Doha: será un farol de Arabia Saudita

Que haya acuerdo es importante para México, que suspira por una recuperación de los precios del crudo por dos motivos: uno, con el fin de hacer más atractivas las inversiones privadas a un sector recién abierto tras la Reforma Energética; y dos, para exponer a su economía a menos vulnerabilidades de cara, sobre todo a 2017, una vez que venzan las actuales coberturas a 49 dólares
Economía -
Foto: Archivo
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El domingo se celebra, por fin, la reunión de Doha, en Qatar. Las especulaciones de que allí se acordaría congelar la producción de crudo en los niveles observados en enero explica, en parte, el fabuloso rally de los precios del crudo desde los mínimos de este año. Por eso el mercado está expectante, por ver si realmente cumplen con su palabra o no. De modo que la reacción de las cotizaciones a lo que allí se decida puede ser bastante virulenta, para bien o para mal. A ella acudirán 12 países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). No asistirá Libia, e Irán acudirá como convidado de piedra. Ni siquiera se sentará en la mesa su ministro de energía, sino que al parecer acudirá un representante. Su postura es que no participará del acuerdo: su argumento es que, dado que su producción está muy deprimida luego de años de sanciones económicas, su prioridad es regresar a los 4.0 mbd que extraía antes de las sanciones. Y esos planes no se los va a cambiar nadie, y menos su rival en la región, Arabia Saudita.

De entre los países de fuera de la OPEP estará Rusia, el otro participante clave junto con Arabia Saudita. El tercer jugador en litigio, Estados Unidos, no estará: él es el enemigo a derribar, aquél que ha desestabilizado el mercado petrolero luego de la revolución que ha supuesto la técnica de fraccionamiento hidráulico de pozos horizontales. Ahora bien, sí está extendida la invitación a otros países como Noruega, Colombia, Omán, Bahrein, Kazajistán y Azerbaiyán, que se espera acudan. México irá como “observador”. En conjunto se espera que todos los participantes representen algo más del 75% de la producción de petróleo mundial.

RETO

La clave, por supuesto, es que Arabia Saudita y Rusia, los dos mayores productores del mundo, alcancen un acuerdo. Rusia apuesta porque sí, porque en la reunión se resuelva congelar la producción de crudo a los niveles observados en enero, independientemente de lo que decida Irán. También lo desean Venezuela, Ecuador, Kuwait, Irak, Qatar o los Emiratos, países que atraviesan problemas financieros y que han visto cómo las agencias revisaban a la baja su calidad crediticia.

Pero falta convencer a Arabia Saudita, cuya postura ha sido muy ambigua. El ministro de energía ha realizado declaraciones de que se podría llegar a un acuerdo incluso si no participa Irán; sin embargo, el todopoderoso príncipe Mohamed BinSalmán, ha declarado que para que haya acuerdo Irán deberá entrarle. Si Arabia Saudita rechazara un acuerdo sin Irán, todo se vendría abajo.

Que haya acuerdo es importante para México, que suspira por una recuperación de los precios del crudo por dos motivos: uno, con el fin de hacer más atractivas las inversiones privadas a un sector recién abierto tras la reforma energética; y dos, para exponer a su economía a menos vulnerabilidades de cara, sobre todo, a 2017, una vez que venzan las actuales coberturas a 49 dólares. Si los precios del barril no repuntan, México se expondrá a otro ajuste a la baja en sus ingresos petroleros.

Pero también será importante para los mercados: el precio del barril ha subido mucho en los dos últimos meses y, en consecuencia, hay nerviosismo respecto a lo que salga de la reunión de Doha. El martes, el West Texas Intermediate (WTI) cerró en 42.17 dólares, el nivel más alto desde noviembre. Desde su mínimo de este año, tanto el WTI como el Brent han trepado en torno a un 60%, en tanto el avance de la mezcla supera el 75%. Si en Doha defraudan, el petróleo puede sufrir un abrupto ajuste a la baja.

Lo malo es que Arabia Saudita tiene algunos incentivos a decir que no: el primero es no ceder ante Irán, con quien mantiene un pulso de poder e influencia en la región. El segundo es que, según los reportes de la Administración de Información de Energía de EU (EIA, por sus siglas en inglés) como por OPEP, su estrategia por fin empieza a dar resultados.

Sí, quizás llevó más tiempo de lo pensado y los precios se tuvieron que deprimir más de lo previsto, pero por fin la producción mundial empieza a sucumbir. LA EIA reportó que la producción de crudo de marzo se redujo en 90,000 barriles y prevé que siga cayendo, por lo que revisó a la baja sus pronósticos para todo el año. Ahora estima que para 2016 la producción promedio sea de 8.6 mbd, y para 2017 de 8.0 mbd. Esos ya son ajustes significativos respecto al promedio observado en 2014 (9.430 mbd). De hecho, ayer mismo reportó que en la semana terminada el 8 de abril, el promedio fue de 8.977 mbd. Por primera vez desde octubre de 2014 la producción cae por debajo de los 9.0 mbd.

Pero no sólo es EU. La misma tendencia se observa en el Mar del Norte (Noruega e Inglaterra), China y algunos países de Latinoamérica, sobre todo Brasil. Incluso dentro de la OPEP, también enfrentan problemas. Basta con ver que la producción de crudo en enero de los 11 países de la OPEP que podrían acordar congelar la producción (excluyendo Libia e Irán) fue de 28.4mbd. Pues bien, ni en febrero ni en marzo, sin necesidad de negociar, se logró ese techo. En marzo, dichos países de la OPEP bombearon 27.9 mbd, o 500,000 barriles menos del techo que se espera negociar en Doha.

EFECTO

Ahora bien, pese a la reducción en la producción, la sobreoferta sigue siendo amplia porque la demanda de petróleo también se está enfriando. Entre que la economía mundial crecerá menos de lo previsto (lo acaba de decir el FMI), que los países productores de petróleo están retirando los subsidios a los combustibles por las mayores necesidades recaudatorias, y que el clima en el hemisferio norte cada vez es más templado, la OPEP estima que la demanda mundial de petróleo se incrementará este año en sólo 1.2 millones para situarse en 94.18 millones. Eso supone 50,000 barriles menos de lo previsto anteriormente e inferior al incremento observado en 2015 de 1.54 mbd. Por tanto, la oferta se empieza a contraer pero la demanda de petróleo también se está  frenando.

El exceso de oferta que aún existe se volvió a hacer evidente con los datos de inventarios de crudo de Estados Unidos. En la semana terminada el 8 de abril, los stocks aumentaron en 6.63 millones de barriles para situarse en 536.5 millones de barriles, lo que supone el nivel más alto desde 1930.

Por tanto, las preguntas y la incertidumbre es mucha de cara a la reunión del domingo. ¿Por qué Arabia Saudita va a dar un trato privilegiado a sus enemigos iraníes? ¿Por qué ahora, que está derrotando a las empresas de shale de EU, les va a dar un alivio y, que gracias a unas mayores cotizaciones, puedan incrementar su producción? ¿De qué sirve congelar la producción a unos niveles que ni los propios productores, a las actuales cotizaciones del crudo, pueden ya cumplir? Doha será una partida de póquer: Arabia Saudita querrá fortalecer su liderazgo frente a los iraníes, no ayudar a los estadunidenses y, contento con las actuales cotizaciones, quedar bien con el mercado. Quizás hagan una declaración amigable para evitar un descalabro de los precios. Pero, en realidad será un farol. Cada uno seguirá haciendo, después de Doha,  lo que quiera (o pueda): bombear todo el petróleo que pueda a las actuales cotizaciones y que el mercado dicte su veredicto sobre los precios.

*Director de llamadinero.com y profesor
de la  Facultad de Economía de la UNAM

 

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