Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

28 Abr, 2016

Al fin se disipó toda duda; en México, sólo hay un político corrupto

Las campañas políticas sirven no sólo para elegir un nuevo gobernante (presidente municipal, gobernador o Presidente de la República), o los integrantes de los Congresos locales o de ambas Cámaras del Congreso de la Unión sino también, aun cuando nos pudiere parecer imposible, para resolver problemas centrales que enfrenta el país, como es la corrupción, y desenmascarar a los políticos corruptos.

Hoy, los procesos electorales que se llevan a cabo en 13 entidades federativas, demuestran lo que arriba afirmo. Un grupo desinteresado de ciudadanos, con cargo a sus recursos y sin influencia alguna de éste o aquél, han hurgado en las profundidades de lo ignoto y probaron, urbi et orbi (a todo el mundo, para que todos se enteren) que aquí, en este sufrido país, el único político que se ha enriquecido al amparo de los puestos ocupados en su carrera política, previa a la actual candidatura al gobierno de Veracruz, no es otro que Miguel Ángel Yunes Linares.

Ahora ya podemos dormir tranquilos, y tener la plena seguridad de que uno o dos de los grandes problemas nacionales han sido enfrentados y resueltos. Las evidencias recabadas por aquel grupo de ciudadanos son irrefutables, y lo son más porque, con sus hallazgos demostraron lo infundado de las acusaciones que los amargados y pesimistas de siempre lanzaron durante años en contra del gobernador actual y del anterior de ese mismo estado.

Ahí, donde las acusaciones sin el menor sustento, de enriquecimiento explicable de éste o de aquél eran la comidilla cotidiana, se ha probado su falsedad porque, no está de más repetirlo, aquellos ciudadanos demostraron, con sus hallazgos, que en el país entero, no sólo en Veracruz, uno y sólo uno es el corrupto.

Ya puede despedirse de su puesto, ese portento de respeto por las leyes —incluida la de la gravedad y las de Newton—, que es Virgilio Andrade; dispongámonos a cerrar la Secretaría de la Función Pública y las contralorías, tanto las internas como las externas porque el misterio ha sido develado: en México, repito, sólo hay un político corrupto.

Ahora, ¿qué sigue? De entrada, alistar los obligados reconocimientos a los ciudadanos que contribuyeron, con su esfuerzo y dedicación, a impulsar una gobernación honrada y transparente. Además, dados sus logros a tan bajo costo, ¿cómo podríamos negarnos a enviarlos a otros países donde, la conseja popular afirma, que todos los políticos son corruptos?

Ese grupo ya puede empezar, por ejemplo, en Nicaragua, de ahí seguir a Ecuador y Bolivia, y terminar en Chile y Argentina. Después, hay una lista larga de países africanos; en ellos, la tarea a realizar será complicada. Sin embargo, ellos, con su experiencia, triunfarán otra vez.

Por lo pronto, que se preparen Ortega, Correa y Morales y también, pues se han ganado a pulso su inclusión, las señoras Fernández y Bachelet. En África, al llegar, que primero hablen con el licenciado Mugabe quien les dirá, sin la menor vacilación, el nombre del único político corrupto en Zimbawe.

¿Verdad que México es el mejor país del mundo donde, sólo hay un político corrupto? ¿Por qué entonces está usted de mal humor?

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