Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

4 May, 2016

Trump, el cisne antifrágil

Con el virtual triunfo de Donald Trump en la carrera primaria del Partido Republicano ya podemos tirar buena parte del análisis político de los últimos dos años referido a Estados Unidos. En este momento el mejor marco de referencia que podemos adoptar de cara a la coyuntura política que se define en la Unión Americana es el de Nassim Nicholas Taleb, autor del libro El Cisne Negro, el impacto de los altamente improbable.

El concepto de los cisnes negros se refiere a eventos que parecían imposibles antes de que ocurrieran y que por su alcance transforman la realidad de manera radical. Taleb, matemático de origen libanés cita por ejemplo lo remoto que parecía en 1912 la Primera Guerra Mundial, o en la época de entre guerras el surgimiento de una figura como la de Adolfo Hitler o los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, por mencionar algunos hechos que han definido al mundo y que antes de que ocurrieran parecían altamente improbables.

Taleb dice que los eventos de cisne negro tienen tres caracterísiticas: en primer lugar salen de las expectativas regulares porque nada en el pasado sirve como referencia para apuntar a la posibilidad de su ocurrencia en el futuro, en segundo lugar tienen un impacto extremo y en tercer lugar la naturaleza humana hace que se generen explicaciones posteriores a su ocurrencia que adaptan una narrativa revestida de cierta lógica, es decir explicaciones a posteriori inútiles para anticipar hechos futuros.

El triunfo de Donald Trump es un cisne negro por excelencia y el propio personaje es antifrágil, un concepto también desarrollado por Nassim Taleb que se refiere a que buena parte de las personas y organizaciones humanas entre más robustas más frágiles son a fallas inesperadas frente a posibles éxitos.

En este sentido una estructura que se aprovecha de eventos erráticos e inesperados está más preparada para prosperar en un entorno incierto y esa incertidumbre y desacomodo político podemos rastrearlo a su punto de inflexión que fue la Gran Recesión 2008-2009. Gregoris Kalai en el Huffington Post afirma que Trump es el primer político antifrágil porque ha logrado estructurar su campaña en no ser políticamente correcto, ser antipolítico y apelar al votante común aunque la estructura interna de sus argumentos y propuestas sean contradictorias y esto le permite tener una flexibilidad que desde las torres de marfil parece cínica, pero que encuentra eco en una sociedad desarticulada y que se vuelve resistente a los ataques que señalan las aparentes inconsistencias.

Bajo un marco de referencia de análisis tradicional Donald Trump perderá miserablemente frente a Hillary Clinton debido a que ha alienado al voto latino, al voto femenino y a los propios republicanos y difícilmente podría conectar con los afroamericanos y las clases medias urbanas, sin embargo, ese mismo análisis se hizo en el último año y medio cuando se consideraba que su carrera por la nominación era una broma.

Con Donald Trump como candidato republicano el escenario se ha vuelto extremadamente frágil y por lo tanto fértil a un resultado inesperado. Hay que aclarar que el triunfo de Trump, al ganar la candidatura republicana, es en sí mismo un cisne negro que ha cambiado el panorama político de Estados Unidos y que es reflejo de la fragilidad de las democracias, en Europa se observa  a alguien tan improbable como Alexis Tsipras al frente de Grecia, también el primer desarreglo político de la joven democracia española y la posibilidad del fin de la Unión Europea con la salida del Reino Unido, podriamos recorrer lo improbable de los últimos años por todo el mundo ahí está Narendra Modi en India o Macri en Argentina, todos estos hechos que son apenas un ejemplo hubieran sido considerados como muy poco probables hace poco más de un lustro. 

El pragmatismo de Trump junto con el pragmatismo republicano y la capacidad de adaptación de los grupos de interés a las nuevas coyunturas pueden dar lugar a un Trump habitando la Casa Blanca, lo que generaría nuevas olas de fragilidad para el sistema internacional.

La primera señal que podríamos advertir es el surgimiento de cesudos análisis que descarten la posibilidad de un triunfo de Trump. Existe la posibilidad de que los anticuerpos de una sociedad tan vital como la estadunidense puedan rechazar lo que Trump significa, aunque el propio Trump en su naturaleza antifrágil puede cambiar y adaptarse para atemperar los miedos más extremos y permitir que algunos elementos medianamente moderados lo vean como viable.

Lo cierto es que el triunfo de Trump en la primaria republicana en el mejor de los casos implica incertidumbre económica y en el peor de los casos un desastre de proporciones no vistas hasta ahora. Después el cisne negro parecera lógico ante un sistema robusto y frágil.

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