Las razones que complican a la Fed subir tasas en junio

Los últimos indicadores económicos en EU no han sido buenos, pero la Fed parece confiada en que esto no es más que un bache temporal
Economía -
Los indicadores económicos durante el primer trimestre han sido bastante decepcionantes. Foto: Reuters
Los indicadores económicos durante el primer trimestre han sido bastante decepcionantes. Foto: Reuters

CIUDAD DE MÉXICO.- No, los últimos indicadores económicos en Estados Unidos no han sido buenos. La Reserva Federal (Fed) parece confiada en que esto no es más que un bache temporal, tal y como sucedió en los dos años anteriores, cuando la economía perdió dinamismo en el primer trimestre del año pero recobró bríos durante la primavera y el verano.

Esa confianza se asienta, sobre todo, en el músculo del voraz consumidor estadunidense. Su gasto representa un 70% del PIB, y las expectativas son que el consumo privado se siga expandiendo de manera firme en el futuro previsible porque existen las condiciones para que goce de una excelente salud.

Los precios de los combustibles permanecen deprimidos, lo que está proporcionando un extra de ingresos a los consumidores.

El crédito, dadas las bajas tasas de interés, sigue siendo muy barato y accesible.

El mercado laboral sigue ofreciendo oportunidades de empleo y, lo que es mejor, con mayores salarios.

Y las Bolsas han vuelto a trepar y se encuentran cerca de sus récords históricos, lo que también impulsa a los consumidores a gastar por el llamado “efecto riqueza”.

Sin embargo, y como decimos, los indicadores económicos durante el primer trimestre han sido bastante decepcionantes.

El PIB apenas se expandió un 0.5%, lo que supone una marcada desaceleración respecto a la tasa de 3.9% en el segundo trimestre de 2015, 2% en el tercero y 1.4% en el cuarto.

 

Ya es sabido que el sector de minería está derruido por el desplome en el precio de las materias primas, sobre todo el sector petrolero; y que la actividad manufacturera atraviesa problemas como resultado de la fortaleza del dólar y de la debilidad de la economía internacional, lo que está dañando las exportaciones y la producción de la industria estadunidense. Esa situación ha provocado que la inversión fija bruta se haya contraído en los tres últimos trimestres.

 

Debilidad del consumo

Pero lo que sorprendió en el primer trimestre fue la debilidad del gasto de consumo pese a las buenas condiciones citadas anteriormente. El consumo privado apenas aumentó 1.9%, y el consumo de bienes duraderos se redujo 1.6%. Por tanto, todo parece indicar que el consumidor, al inicio de este 2016, se ha decantado por ahorrar. ¿Se trata de algo circunstancial o es una señal de cautela ante la incertidumbre futura?

En ese contexto, el dato de empleo para abril suscitó más dudas. La nómina no agrícola se incrementó en 160,000 puestos de trabajo, por debajo de los 200,000 puestos que estimaba el consenso y el ritmo más bajo de creación de empleo desde septiembre. ¿Será que también los empresarios están más cautos a la hora de contratar ante la falta de visibilidad?

La composición del dato de empleo también trajo alguna sorpresa en abril. Como era de prever, atraviesa dificultades el empleo en sectores como la minería y la industria, donde más bien se están destruyendo puestos de trabajo.

Sin embargo, sorprendió que dentro del sector de servicios, el rubro de compañías minoristas, ése que debe comportarse de manera boyante debido a la buena salud del consumo, se eliminaran 3,100 puestos de trabajo en contraste con los 39,000 creados en marzo, los 52,000 de febrero y los 66,500 empleos de enero.

Además, la tasa de desempleo se mantuvo sin cambios en 5.0%, cuando el consenso esperaba que se redujera a 4.9%, y la fuerza laboral disminuyó a 62.8% comparado con 63% en marzo.

 

Ventas minoristas

Así las cosas, el mercado estará muy pendiente del dato de ventas minoristas para el mes de abril que se publican el viernes, que nos dirá la fuerza con la que entra el consumo privado en el segundo trimestre.

Las cifras han sido decepcionantes en el primer trimestre, con cifras planas o negativas: en enero, las ventas se contrajeron un 0.4%, en febrero la tasa fue de 0.0% y en marzo disminuyeron un 0.3%. Sin embargo, para abril estiman que aumenten un 0.9%, lo que sería la tasa más alta desde mayo del año pasado.

 

Esa fortaleza se deberá a dos factores: uno, el auge de las ventas de autos; y dos, el repunte de los precios de los combustibles, lo que incrementará las ventas de las gasolineras. La clave, por tanto, está en observar las ventas excluyendo autos y gasolineras. Para ese rubro se estima un aumento de 0.4%, que en caso de confirmarse podría significar el regreso del consumidor estadunidense.

De ser así, la Fed podría insistir en la posibilidad de un aumento de tasas en junio, más si tenemos en cuenta el comportamiento de las Bolsas en Nueva York, con el S&P 500 y el Dow Jones cerca de sus máximos históricos, y con el resurgimiento de las presiones salariales.

En efecto, mientras las cifras de creación de empleo se moderaban, las remuneraciones por hora se aceleraban, al situarse la tasa anual en 2.5% comparado con 2.3% en marzo, en la parte alta del rango observado desde el fin de la Gran Recesión.

 

Posibilidad abierta

Por tanto, la posibilidad de una subida de tasas en junio sigue abierta. Todavía falta mucho para la próxima reunión, programada para el 14 y 15 de junio. Como decíamos, la semana que viene tendremos las ventas minoristas de abril, que deben ayudar a dilucidar la tendencia del PIB en el segundo trimestre. Pero además, antes de la reunión, contaremos con el dato de empleo de mayo y distintos indicadores de inflación.

Es por eso que varios funcionarios de la Fed no quieren descartar la posibilidad de un aumento de tasas para dentro de un mes. Así lo ha dicho el presidente de la Fed de Dallas, Robert Kaplan, quien apoya un posible incremento en junio o julio; y el presidente de la Fed de San Luis, James Bullard, quien está abierto a un alza en junio; y el de Boston, Eric Rosegren, quien advierte que el mercado puede estar subestimando las intenciones de la Fed; y el de Atlanta, Dennis Lockhart, quien se ha mostrado indeciso.

Eso sí, el mercado no les cree mucho. Tras el dato de empleo, las probabilidades de un alza de tasas en la reunión de junio bajaron a un mero 4%, y para todo el 2016 se redujeron a un 43% cuando antes del dato se ubicaba en torno a 50%.

Las tasas de interés disminuyeron a lo largo de la curva de rendimientos, situándose la de un año, la más sensible a los movimientos de la Fed, en 0.51%, un mínimo de 3 meses.

 

La Bolsa de Wall Street contrarrestó el desánimo que provoca ver la debilidad económica con la euforia que genera la expectativa de dinero barato por más tiempo, y cerró el viernes con alzas. El peso se apreció junto con otras divisas emergentes y cerró en 17.868 pesos por dólar pese a que llegó a tocar un máximo intradía de 18.16 pesos.

 

¿Subirá la tasa?

Con esa expectativa tan arraigada en el mercado, será muy difícil que la Fed logre modificar el escenario de política monetaria descontado por los inversionistas en tan poco espacio de tiempo de corroborarse una recuperación de la actividad. En caso de intentarlo, generaría mucha volatilidad en los mercados, como sucedió en el verano pasado o a principios de este año.

Más si encima tenemos en cuenta que justo después de la reunión de la Fed de junio se votará la posibilidad de la salida del Reino Unido de la Unión Europa, un suceso que puede provocar más de un sobresalto en los mercados globales.

Por tanto, un alza de tasas en junio parece cada vez más lejana.

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