Juegos Olímpicos no benefician a las economías de las sedes

La mayoría de las candidaturas presentan una estimación de impacto económico positivo que usualmente resulta muy por arriba del real
Economía -
Aunque las ciudades presentan un presupuesto junto con su candidatura para ser sede, siempre se rebasa. Foto: Reuters
Aunque las ciudades presentan un presupuesto junto con su candidatura para ser sede, siempre se rebasa. Foto: Reuters

CIUDAD DE MÉXICO.- Ser sede de los Juegos Olímpicos es cada vez más costoso, y pese a eso, las naciones todavía pelean por obtenerlos. Una de las excusas que dan es que hospedar el evento detonará el crecimiento económico.

¿Es cierto? En “Going for the Gold: The Economics of the Olympics”, una investigación publicada en el Journal of Economic Perspectives, Robert Baade y Victor Matheson encuentran que es una mentira.

 

¿Qué necesita una sede?

Los Juegos Olímpicos de Verano, que este 2016 se celebrarán en Rio de Janeiro, Brasil, reciben a 10,000 atletas de 204 países en 300 eventos de 28 deportes con 10 millones de boletos y una audiencia televisiva de miles de millones de personas.

Para hacer esto posible, los países tienen que invertir en infraestructura especializada para los eventos, 40,000 habitaciones de hotel para visitantes, una villa con espacio para 15,000 personas, y una red de transporte que conecte todos los centros con eventos.

 

¿Cuánto cuesta?

Aunque las ciudades presentan un presupuesto junto con su candidatura para ser sede, siempre se rebasa.

Por ejemplo, la candidatura de Londres 2012 estimó inicialmente el costo en 2,400 millones de libras esterlinas, pero la cifra final fue de 8,770 millones.

La mediana de los Juegos fue de 150% arriba del presupuesto inicial, con los peores -Montreal 1976 y Sarajevo 1984- excediendo las estimaciones iniciales más de diez veces”, comentan los autores.

Se estima que los juegos de Brasil costarán 11,210 millones de dólares.

El Comité Olímpico Internacional subsidia a las sedes con un porcentaje de lo recaudado por derechos de transmisión y patrocinios a nivel mundial. Mientras que el Comité Organizador de las ciudades se queda con los patrocinios locales, venta de boletos y licencias de productos.

Pero esto no alcanza para cubrir los costos. Por ejemplo, en Londres 2012 los ingresos por estos conceptos fueron de 3,270 millones de dólares, lejos de los más de 11,400 millones que costó el evento.

Dado que la candidatura se presenta en conjunto con el gobierno y empresas, el hospedar los Juegos se convierte en una política fiscal más que pone presión sobre las finanzas públicas.

 

¿Y los beneficios?

La mayoría de las candidaturas presentan una estimación de impacto económico positivo que usualmente resulta muy por arriba del real.

Otros estudios citados por Baade y Matheson encontraron que el empleo no subió como consecuencia de los trabajos de preparación, y que durante el evento el aumento fue mínimo.

Según los autores esto se debe a que las estimaciones no toman en cuenta que:

  • La demanda de empleo para los preparativos resta mano de obra en otros proyectos.
  • La gente no gasta mágicamente más durante el evento, sino que deja de consumir otros productos.
  • El incremento de turismo es menor al estimado porque no se considera que una parte de los visitantes “naturales” buscará evitar la aglomeración del evento.

Este último punto ha sido documentado. Durante julio y agosto de 2012 sólo 6.2 millones de turistas llegaron a Londres, cifra menor a los 6.5 millones habituales del año anterior.

En cuanto a los beneficios de largo plazo se ha encontrado, primero, que muchas veces las instalaciones se vuelven “elefantes blancos”. El caso más claro es Grecia, donde algunos centros no se han vuelto a usar y sólo gastan recursos del gobierno para su mantenimiento.

Y segundo, aunque se podría pensar que los Juegos sirven para poner a una ciudad en el mapa, la realidad es que usualmente no sucede así.

Si se analiza años después el crecimiento en comercio exterior o inversión empresarial de la ciudad sede, es posible observar un crecimiento acelerado. Sin embargo, si se compara con ciudades de países similares, no resulta tan sorprendente; esto se puede deber a que previo a los Juegos la ciudad ya tenía una economía sólida con perspectivas de buen crecimiento.

 

Las únicas ganadoras

De las ciudades sede del evento, los investigadores encontraron sólo dos que sí lograron tener éxito tras los Juegos Olímpicos: Barcelona en 1992 y Salt Lake City en 2002.

En el caso de Barcelona, pasó en 20 años de la decimotercera ciudad más turística de Europa  la quinta. Mientras que Salt Lake City vio un crecimiento de 20% en el turismo de esquí entre el 2000 y 2015, superando el 8% del estado de Colorado, con atracciones similares.

La explicación de su éxito puede ser que las dos pueden considerarse ‘gemas ocultas’, lugares que son altamente atractivos para los turistas, pero que previamente habían sido opacadas por sus mejor conocidos vecinos Madrid y el resto de Utah”, concluyen Baade y Matheson.

*gl
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