Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

27 May, 2016

Lecciones de Los Soprano

Historia real: Mi abuela, mujer conciente y prudente como pocas, no entendía por qué debía dejar de comprar piratería, en su caso las películas, muchas todavía en cartelera, que conseguía a 20 pesos. Usaba dos justificaciones “Para que pagar más por lo mismo” y, después de oír nuestras quejas, “El que yo deje de comprar piratería es como quitarle una gota de agua al mar, no sirve de nada”.

Sus argumentos eran inamovibles hasta el día que llegó a su casa emocionada con el DVD de la primera temporada de Los Sopranos (“Dicen que está fantástica”). ¿Cuál fue su sorpresa al prender la televisión y, en lugar de encontrar a Tony Soprano y la mafia neoyorkina, ver a dos mujeres y un hombre en una situación extremadamente comprometedora?

Aun cuando la caja era idéntica a la de la serie original, en el interior se encontraba, en vez de ésa, el gran éxito del cine adulto “Los So-Porno”.

Sobra decir que desde entonces todas las películas que compra mi abuela avalan el sello de algún almacén formal.

Por más que este episodio sea realmente cómico (hubiera pagado oro por ver la cara de mi abuelito), la piratería no es un tema de risa y, lo que lo hace más trágico, es que a diferencia de los cientos de problemas económicos que aquejan al país, éste es uno de los pocos cuya solución no radica sólo en las políticas del gobierno, sino en las acciones del ciudadano común. Ya que, por más informal que sea, este mercado se rige por las leyes de la economía: Mientras exista quien demande productos ilegales, existirá quien esté dispuesto a ofrecerlos; por cada ciudadano que opina que “no pasa nada” existe una contraparte dispuesta a romper la ley y dañar al país.

Para los empresarios y emprendedores esta pregunta toma una dimensión adicional: ¿Ser o no ser… pirata? ¿Seguir o no seguir las reglas de los rectos modales? ¿Dar o no mordidas? ¿Pedir o no pedir factura?, la cuestión a la que los empresarios nos enfrentamos todos los días, incluso los que más golpes de pecho nos damos. A veces parece imposible hacer negocio sin caer en ello o, en su defecto, resulta muy caro ser completamente recto.

Lo más sorprendente es que, aun a sabiendas de que es ilegal, la gente compra mercancía pirata con orgullo, como si se tratara de una exitosa hazaña comercial: Me salió baratísimo… esta película sigue en cartelera… la bolsa está igualita a la original... Lo pido sin factura… aceito un poco al comprador…

Es un problema que no respeta barreras socioeconómicas, se calcula que casi 70% de los mexicanos compran productos piratas de forma habitual; cada quien, de acuerdo con sus gustos y necesidades, encuentra en este mercado productos deseados y busca en su cabeza una justificación que limpie la culpa de comprarlos.

Ahora bien, si comprar productos piratas y/o asumir actitudes que caen en un campo gris es tan barato, sencillo, divertido y popular. Si además facilita los trámites y nos ahorra una lana ¿qué argumentos existen para dejarlo de hacer?

Argumento #1 Afecta la economía del país: Se calcula que la corrupción en general le cuesta al país entre 2 y 9 puntos del PIB. O sea, en el país se podrían generar 340 mil millones de pesos más en un ambiente de limpieza.

Argumento #2 El próximo empleo perdido podría ser el tuyo. La piratería está acabando con industrias enteras y con los empleos que éstas generan. Industria tras industria enfrenta masivos despidos por no poderle hacer frente a la competencia desleal de la mercancía pirata; sólo en el sector textil, por mencionar uno de los más afectados, se han perdido más de 500 mil empleos a causa de la ilegalidad.

Argumento #3 Fomenta el crimen y la corrupción. Al comprar productos pirata se avala directamente el robo y el homicidio (¿o de dónde crees que sacan muchos de los artículos que se venden a tan bajos precios?). También se fomenta la corrupción: el mismo policía que hoy sobornan los tianguistas para hacerse de la vista gorda es el que el día de mañana se podría prestar a ser cómplice en un secuestro (¿el tuyo?).

Argumento #4 No es consumo inteligente. La mercancía pirata es el mejor ejemplo de que lo barato sale caro. Generalmente, por no decir siempre, la calidad es mala, la garantía inexistente y los productos están plagados de “efectos secundarios” (productos adulterados, virus cibernéticos o, como en el caso de los So-porno, sorpresas desagradables).

Argumento #5 Una persona o una empresa SÍ pueden hacer la diferencia. Aun cuando pensemos ser demasiado pequeños como para poder contrarrestar a la marabunta, son justamente las acciones de cada uno de nosotros sumadas de una en una las que hacen la diferencia.

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