Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

25 Jun, 2016

El veto y el Brexit

El Brexit ha hecho patente lo que ya se intuía, el mundo ha cambiado y la manifestación la hizo evidente el pueblo británico al optar por salir de la Unión Europea. El orden que comenzó al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en donde se trazó la interdependencia económica como respuesta a las dos conflictos mundiales, ha mostrado su primera cuarteadura que anuncia el principio del fin, o una transformación muy profunda en el mejor de los casos. Los alemanes no tardarán en preguntarse porqué deberían cargar con el pesado fardo económico que significa la zona euro, y otros países como España e Italia tendrán la tentación de liberarse de la disciplina fiscal alemana. A ello hay que sumar las corrientes subterráneas xenófobas que hoy surgen en Europa y en Estados Unidos y que se pueden vincular a la gran recesión de 2008 que generó un caldo de cultivo para el afloramiento de los discursos populistas afincados en el “nosotros vs. ellos” que dan tanta rentabilidad electoral en tiempos difíciles. Tampoco se puede subestimar la desvinculación que hay entre la clase política y la clase media en muchos países democráticos, agudizada por un tercer factor que es la conexión a través de las tecnologías de la información. La Primavera Árabe demostró las consecuencias positivas de que un joven de Alejandría sepa lo que piensa un joven de El Cairo, pero también mostró que las primaveras tienen crudas y que la organización viral y espontánea es efímera si no va acompañada de un proyecto bien articulado con objetivos que trasciendan la protesta.

Fed y BCE, sin margen

Desde la óptica económica, el Brexit significa poner a prueba nuevamente las políticas monetarias que ya estaban a prueba en Europa, Japón y Estados Unidos. Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, tiene menos herramientas que nunca para tratar de estimular a la economía de su país ante una eventual recesión detonada por los británicos. Hoy está fuera de toda duda que la Fed vaya a aumentar las tasas, por el contrario, en caso de ser necesario, tendría que recortar lo que aumentó en diciembre con pocos efectos previsibles. Mario Draghi ya implantó las tasas negativas a través del Banco Central Europeo, sin embargo, no ha dado resultados y ha anunciado nuevas medidas de estímulo que hasta ahora no han dado resultado en sacar a Europa de un escenario de deflación.

México resiste

Aunque ayer el tipo de cambio en las ventanillas de los bancos ubicó el dólar a la venta hasta en 19.25 centavos y al interbancario en 18.93, lo que significó una caída de 3.44 por ciento para la moneda nacional, el desempeño no fue tan malo como se llegó a esperar la noche del jueves. El comportamiento del peso fue un poco más malo que el del peso colombiano que cayó 2.58 por ciento frente al dólar, el real brasileño que también bajó 1.11 por ciento o el euro que retrocedió 2.5 por ciento, pero no fue catastrófico.

La Secretaría de Hacienda hizo una buena labor al posicionar un mensaje antes de la apertura de los mercados y dar señales claras de que México no va a buscar mayor endeudamiento dado que este año las necesidades están cubiertas y sobre todo que buscará tener un superávit primario. También es correcto no reaccionar al pánico y utilizar las reservas para defender un tipo de cambio que obedece a una mega tendencia global.

Hay que reconocer que el Brexit vino a generar condiciones de tormenta perfecta, aunque el barco no se ha hundido ha quedado más expuesto y sin duda naufragaría con un Trump presidente, ojalá que no llegue.

Bien vetado ese balón

En México los titulares de la prensa acerca del Brexit fueron compartidos por el veto presidencial a los componentes más absurdos de la legislación del Sistema Nacional Anticorrupción. Fue un acierto del presidente Enrique Peña Nieto haber escuchado al sector privado por encima de las vendettas de los legisladores aliados y de su propio partido. Como dijo Juan Pablo Castañón del CCE: México no está para revanchismos. En el contexto actual, frenar la corrupción manda una señal adecuada hacia afuera y hacia adentro en un momento crítico para el país y para el mundo.

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