Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

2 Jul, 2016

Corrupción, educación y contaminación (Primera parte)

A reserva de que al escribir estas líneas haya otros acontecimientos relevantes que salten a nuestra agitada existencia, me voy a dedicar a tres grandes males que no sólo no hemos podido eliminar, sino que se nos empantanan cada día más.

Corrupción.- Todos somos, en mayor o menor grado culpables de actos por acción u omisión con las autoridades de diversa índole, entre particulares, organizaciones, sindicatos y, por supuesto, partidos políticos. No siempre nos damos cuenta y cuando salen a relucir actos delictivos (como en las pasadas elecciones, por ejemplo) los damos como un hecho normal de la guerra sucia electoral. Una minoría lucha, pero los demás somos apáticos, valemadristas o… cómplices.

Desconozco la “letra chiquita” de las leyes recientes anticorrupción, pero algo que siempre me llama la atención es que una ley es promulgada, el Congreso la aprueba en lo general, pero la implementación, regulación y control de que ésta se cumpla se vuelve una labor compleja y da al traste con el noble objeto de esa ley. Tengo múltiples ejemplos, pero vienen a la mente la Reforma Agraria emanada de la Revolución que, si bien fue planteada para resolver un grave problema de pobreza y marginación en el campo, en la realidad logró que el país se volviera mayoritariamente urbano, con hacinamientos en las  ciudades, emigración, problemas sociales y pocos logros para  reducir la pobreza extrema.

La agricultura y ganadería mexicanas han estado modernizándose, son competitivas internacionalmente, pero no en los ejidos ni a resultas de la citada reforma, sino todo lo contrario.

Necesitamos legisladores y funcionarios públicos bien intencionados, que no tergiversen el deseo de la población y  sepan los efectos de cada legislación al reglamentarla y ejercerla.

Siguiendo con el tema de corrupción, me salta a la mente el  tema de la educación gratuita y de calidad que debe imperar en el país. Soy un orgulloso egresado de la UNAM, institución que, con muchas dificultades, ha avanzado a ser motivo de prestigio en muchos centros de enseñanza e investigación. Lo mismo sucede con otras instituciones públicas. Me gustaría que regresará a ser un crisol plural de jóvenes de todas las clases sociales que apoyaran a los más humildes a que tuvieran oportunidades que ahora se han limitado. Es una universidad extraordinaria y sus exalumnos descuellan, pero a sus hijos (o ellos mismos) los dirigen a centros privados de enseñanza. Más diversidad tanto en universidades públicas como privadas reduciría injusticias y ampliaría oportunidades.

En  educación la corrupción ha generado enfrentamientos, no es sólo culpa de autoridades negligentes, que se quitaron problemas dando canonjías a grupos indefendibles y que ahora es difícil regular, sino actitudes funestas dentro de varios gremios sindicales. Me apasionan las empresas familiares y la sucesión y continuidad de éstas, pero con los herederos más adecuados, honestos y preparados, no parásitos. Prefiero que se vendan a que arruinen a obreros, empleados y la sociedad a seguir con prácticas ilógicas y peligrosas.

Continuará...

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