Algo extraño ocurre en los mercados financieros por primera vez en la historia

Wall Street está en máximos históricos, pero también las cotizaciones de los bonos del Tesoro de Estados Unidos (o lo que es equivalente, sus tasas en mínimos). Esa coincidencia es una anomalía, una distorsión, una rareza difícil de explicar.
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Por primera vez en la historia, tanto los precios de las acciones como los de los bonos se han movido en paralelo. Foto: Flickr acearchie [CC BY-NC 2.0]
Por primera vez en la historia, tanto los precios de las acciones como los de los bonos se han movido en paralelo. Foto: Flickr acearchie [CC BY-NC 2.0]

CIUDAD DE MÉXICO.- En verdad que lo que está sucediendo en los mercados financieros es muy extraño. Generalmente, las bolsas y los bonos gubernamentales se mueven en direcciones opuestas. Se trata de inversiones alternativas, sustitutivas, y los capitales rotan de unas a otras. En otros ciclos económicos, cuando los precios de las acciones suben, caen los de los bonos (o suben sus tasas de interés) y a la inversa. Esto es así porque la bolsa es considerada como un espacio de riesgo, para los más valientes, y el mercado de deuda soberana como una guarida segura, para los más precavidos. Si los inversionistas apuestan por el riesgo de las acciones es porque la economía marcha bien y se sienten envalentonados; sin embargo, si se resguardan en la seguridad de los bonos soberanos, es porque huelen a peligro y se agazapan.

Pues bien, por primera vez en la historia, tanto los precios de las acciones como los de los bonos se han movido en paralelo. Wall Street está en máximos históricos, pero también las cotizaciones de los bonos del Tesoro de Estados Unidos (o lo que es equivalente, sus tasas en mínimos). Esa coincidencia es una anomalía, una distorsión, una rareza difícil de explicar. También se observa con otros activos: compran, por ejemplo, bonos corporativos de alto rendimiento (riesgo) y metales preciosos (seguridad). ¿Por qué se ha llegado a esa situación? ¿Qué significa que los inversionistas busquen riesgo en acciones y bonos corporativos y seguridad en bonos y oro al mismo tiempo? ¿Qué nos está diciendo sobre el estado de la economía? ¿Viene una edad dorada o un cataclismo? ¿Están los inversionistas eufóricos o aterrorizados? ¿Por qué estos inversionistas “bulls” saltan gallardamente al ruedo si inmediatamente después se esconden en el burladero?

La valentía, desde luego, llega por Estados Unidos. Allí, la economía crece de forma sólida y resiste todos los batacazos que le propinan del exterior, llámese China, petróleo o Brexit. El FMI ayer recortó, prácticamente, sus expectativas de crecimiento para el 2017 de todas las economías avanzadas, menos para Estados Unidos. La contracción de los beneficios corporativos de las empresas de Wall Street, en buena medida ocasionada por el desplome del precio del crudo y las pérdidas ocasionadas en las empresas petroleras, ya está casi superado y durante la segunda mitad del año veremos crecer de nuevo las utilidades.

La cobardía viene por todo lo demás. Porque en el resto del mundo, en Europa, en Japón, el crecimiento languidece; porque China está muy endeudada y su economía pierde fuelle; porque ante el desencanto de los ciudadanos, los nacionalismos resurgen y los británicos ya dijeron no a Europa; porque las tensiones geopolíticas van en ascenso, sobre todo en el laberíntico Oriente Medio, y así.

Sin duda, viéndolo de este modo un poco simplista, los peligros y amenazas son muchos más que las certezas y seguridades. Y sería bueno ver de cerca si realmente existe esa dicotomía tan marcada, o no lo es tanto.

Récords

Es verdad que Wall Street está en récords. Ayer mismo el Dow Jones y el S&P’s 500 cerraron en nuevos máximos. Pero sólo son ellos (junto con su vecino México excluyendo el riesgo cambiario). Las demás bolsas del mundo tienen poco que presumir y se encuentran lejos de sus récords históricos.

Pero cuidado, si bien Wall Street está en máximos, su alza también tiene alguna particularidad importante de remarcar. Esta vez, y al contrario que en otros máximos históricos, el impulso no ha provenido tanto de los sectores más cíclicos, de aquellos que nos prometen mayores crecimientos en las utilidades como resultado de la expansión económica, de aquellas empresas ligadas al consumo discrecional, o a la tecnología, sino por los sectores más defensivos. Estamos hablando del sector de telecomunicaciones, con un alza de 22%, del de servicios públicos (+20%) y consumo básico (+10%), mientras que el de consumo discrecional apenas ha avanzado 4.0%y el de tecnología 5.0%.

Por tanto, dentro de la valentía de comprar acciones, el inversionista se ha decantado por los sectores más seguros, aquellos con comportamiento más estable, menos dependiente del ciclo. Por eso en el Dow Jones, las empresas que más ganan en el año son Johnson & Johnson (+22% ), UnitedHealthGroup (+22 ) o Verizon (+20%) y las perdedoras sean Goldman Sachs (-10%), Nike (-8%) y Boeing (-6.8%).

En consecuencia, los inversionistas, lo que han estado buscando en Wall Street no son ganancias de capital, sino empresas que les ofrecen seguridad: acciones pocos volátiles y que les premian con un alto dividendo, títulos con cuerpo de acción pero con alma de bono.

¿Y por qué los inversionistas buscan en Wall Street acciones que hablan y caminan como los bonos en vez de ir directamente a comprar títulos del Tesoro? Pues porque el bono ya no es lo que era. El bono, su tasa libre de riesgo, es el astro sobre el que circula todo el universo financiero, la referencia a partir de la cual los individuos y las empresas toman sus decisiones de inversión.

Pero, ¿qué sucede cuando esa luz se extingue? ¿Qué ocurre cuando la tasa libre de riesgo es cero o, peor aún, es negativa? ¿Qué acontece cuando el inversionista, buscando el menor riesgo posible para sus ahorros, no recibe nada a cambio o tiene que pagar por ello?¿Qué riesgo asume cuando, estando ya las tasas por los suelos y con escaso margen para seguir cayendo (más de 10 billonesde dólares en bonos globales remuneran tasas negativas) puedan empezar a subir infligiéndole  fuertes pérdidas de capital? Lo que sucede es que buscan los activos que más fielmente les sirvan de sustitutivos y les resulten más seguros. Y las acciones con altos dividendos son el mejor de ellos.

En esa búsqueda de rentabilidad, también se ha desplazado a los bonos corporativos, los cuales pagan un premio sobre los bonos del Tesoro por el mayor riesgo que implican. En consecuencia, este activo de riesgo también se ha visto beneficiado, lo que ha propiciado que las tasas caigan y que las primas de riesgo se compriman. Esa tendencia ha sido especialmente visible en Europa, donde el Banco Central Europeo situó las tasas en territorio negativo y se espera que pueda anunciar nuevas políticas monetarias expansivas en el corto plazo, más tras el Brexit.

Al mismo tiempo, el mercado no se ha detenido en su búsqueda de refugio, adquiriendo metales preciosos, otro de los activos más demandados en tiempos de incertidumbre. En lo que llevamos de año, la plata se ha disparado 75% y el oro en torno a 50%.

Por tanto, el mercado global vive una situación muy particular, inédita. Y en gran parte se debe a las distorsiones de los banqueros centrales, que con sus políticas de tasas bajas, a niveles incluso negativos y sus programas de compra de activos, ha debilitado el papel de faro de los bonos del Tesoro.

En consecuencia, el mercado de deuda soberana está en récords históricos y, por consiguiente, la tasa libre de riesgo está en mínimos históricos. La magra rentabilidad de los bonos soberanos se ha propagado al resto del mercado: a Wall Street, a través de las acciones de altos dividendos; a los bonos corporativos, donde las primas de riesgo se han comprimido, y a los metales preciosos. La duda y los miedos son si los mínimos históricos de las tasas de los bonos soberanos, ya de por sí un exabrupto, justifican las valuaciones que están provocando en el resto de los activos.

*José Miguel Moreno es Director de llamadinero.com y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

 

 

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