Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

22 Jul, 2016

A quién pedirle el primer dinero

Dicen que hay cosas que el dinero no puede comprar. En el mundo del emprendimiento no puedo pensar en ninguna. Cierto, todo nuevo negocio nace de una “buena idea” (que son gratuitas), pero el camino de la teoría a la práctica, o sea convertir esa idea en un “buen negocio”, necesita dinero y éste se necesita en cada paso del camino. Si Miguel Ángel pintara hoy el famoso fresco de la Capilla Sixtina (¡que podemos ver en el Monumento a la Revolución!), y se lo dedicara a los emprendedores en vez del toque de vida, dios le estaría entregando al hombre un estado de cuenta con el primer depósito necesario para iniciar operaciones.

Conseguir ese primer dinero es lo que marca el inicio de una empresa. Las opciones que existen para conseguir esos fondos son básicamente tres. La primera, es capital propio de él/los socios del negocio (si es que existe), la segunda es capital de alguna empresa financiera o pública (préstamos bancarios, fondos de algún programa de apoyo… que, como el mítico monstruo del Lago Ness, dicen que existen aunque pocos los han visto) y, por último la fuente más socorrida de primer financiamiento para las nuevas empresas, el grupo conocido como las 3 Fs por ser las siglas en inglés de: Fools, Friends and Family: los tontos, los amigos y la familia.

Este grupo es el campo natural a donde una “persona con una idea” recurre a pedir dinero. Primero por la razón más obvia, son gente cercana. Segundo, por que en este tipo de relaciones se puede conseguir dinero no sólo por el valor mismo del negocio (la parte estricta de resultados financieros esperados) sino porque estos préstamos son dados por una enorme cantidad de razones emocionales. Desde tener fe en la persona que está iniciando el negocio, hasta la responsabilidad o la culpa de querer ayudar a la persona que lo inicia.

¿Son los préstamos óptimos? No. La cantidad de variables que se ponen en la mesa cuando son otorgados es enorme, tanto por el lado profesional como por el personal. Sin embargo, no vivimos en un mundo óptimo por lo que es mejor saber cómo pedirlos, y que hacer si se conceden, para poder manejar de la manera más exitosa tanto para el negocio como para la relación.

EN EL PEDIR ESTÁ EL DAR

Aun cuando ésta no es una fuente de financiamiento “profesional” (o sea no hay que llenar los trámites del banco) hay que manejarla como si lo fuera.

1.-  A quien le llegues a pedir dinero, aun cuando sea sangre de tu sangre, haz-
lo con un prospecto de negocios. Una descripción impresa o electrónica (¡cuida la forma!) en dónde plantees la descripción del negocio, el área de oportunidad. Las proyecciones financieras básicas y la cantidad de dinero que deseas obtener.

2.-Papelito habla. Firma un contrato con tus acreedores. En donde se sienten las reglas del préstamo para que ambas partes las tengan claras y no exista lugar a malos entendidos ¿Es un préstamo o constituye parte de una sociedad? ¿hay intereses? ¿cuándo y cómo se tiene que repagar? ¿qué pasa si te retrasas? Y, sobre todo, que derechos (si es que alguno) adquiere la persona que te presta el dinero ¿le tienes que rendir cuentas? ¿puede opinar sobre las decisiones del negocio? ¿existe alguna condición personal en el préstamo?

3.- Obviamente debes ser humilde y agradecido, pero no al punto de ser servil. Aun cuando el préstamo haya sido maravilloso y te haya salvado la vida no le debes a tu acreedor más de lo que está contenido en el contrato.

4.-Siempre da la cara. Si algo va mal en el negocio y no vas a poder cumplir con lo establecido no te esperes hasta las 12 campanadas para avisar. Lo antes posible siéntate con la o las personas que te prestaron el dinero, explícales la situación y plantea soluciones alternativas. Sé realista y coherente en las soluciones que plantees.

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