Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

28 Jul, 2016

El desarrollo turístico en Turquía enfrenta enormes retos

Aunque en el Barómetro del Turismo correspondiente al cierre de 2015, Turquía fue uno de los países que no reportó cifras finales a la Organización Mundial del Turismo, con los datos trimestrales al menos mostraba un decremento de un punto respecto a 2014.

Una situación que evidentemente se había agravado al inicio de 2016, con -5.7 en enero, -9.8 en febrero y -12.8% en marzo.

Los datos evidentemente tenderán a complicarse después del fallido golpe militar de hace una semanas, con todo y que paulatinamente está recuperando su relación con Rusia, que es su principal mercado emisor.

Así es que no resulta exagerado pensar en un escenario en donde pudiera acabar 2016 por debajo de los 35 millones de turistas internacionales que reportó Alemania, con lo que pasaría de la sexta a la séptima posición como receptor mundial de viajeros.

Hace diez años, cuando el antiguo Imperio Otomano mostraba unas cifras enormes de crecimiento turístico y rebasó a México como si fuera en un avión, los analistas revisaban las bases de dicho éxito.

La clave estuvo en una mezcla de reformas que permitió una evolución económica acelerada, importantes inversiones en infraestructura pero, sobre todo, una recomposición en la geopolítica, en donde Rusia se volvió a convertir en un gran emisor de turistas internacionales.

Hoy, varios de esos elementos han cambiado, pero sin duda es interesante el posicionamiento que ha logrado ese país, no sólo entre los viajeros masivos, sino también entre los más sofisticados.

Un dato fue que cuando la embajadora de México en Turquía, Martha Bárcena, tuvo que operar desde la Cancillería el apoyo a los connacionales en los días del intento de golpe, no llegaban a 200 los mexicanos que vivían en ese país y había más de mil vacacionando. Lo estaban haciendo en los hoteles de gran lujo e incluso hubo historias de alguna familia que fletó un avión privado para dejar Turquía lo antes posible.

De hecho, la relación entre México y Turquía ha crecido de manera relevante y el intercambio comercial bilateral supera los mil 200 millones de dólares al año.

Además, hay más de una decena de empresas turcas que están operando en México en el sector automotriz, la mayoría de ellas de la mano de las armadoras alemanas como Audi, e incluso ya hay un primer grupo turco que está comenzando a invertir en un proyecto turístico en la Riviera Maya.

Para no hablar del hasta ahora fallido intento de Turkish Airlines por operar un vuelo hacia la Ciudad de México, a través de La Habana.

Todas estas perspectivas están cambiando y seguramente lo más grave para ese país es que deberá remontar grandes retos, si es que quiere recuperar una palabra clave para el crecimiento económico que es “estabilidad”.

DIVISADERO

App. En unas semanas, la Secretaría de Relaciones Exteriores lanzará una app cuyo propósito central es mantenerse conectados con los mexicanos que están viajando fuera de México; una propuesta que, dicen, será muy innovadora.

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