Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

30 Jul, 2016

Un serio problema mental

Estuvimos de viaje de descanso y también de trabajo por varios países de Europa. Nos tocó diariamente ver noticias de atentados por doquier y un intento de golpe de Estado en Turquía, que no hizo otra cosa que hacer más poderoso al presidente. Además de un calor endemoniado en todas partes, por ser el verano más caluroso de que se tenga memoria. Le echan la culpa al fenómeno de El Niño, pero hay un mar de fondo con la contaminación global.

Muchos de los atentados que se han sufrido recientemente tienen como perpetradores a jóvenes, generalmente varones que, además de tener como en Estados Unidos libre acceso constitucional a la adquisición de metralletas o fusiles de asalto, dizque para protegerse en Europa las consiguen de contrabando o por medio de mafias de vendedores que las ofrecen al mejor postor. Los conflictos en África, Asia y Oriente Medio tienen acceso, por medio de dinero o petróleo, a las armas que necesitan para seguir sus masacres. Es un gran problema.

En ciertos casos recientes, sesudos sicólogos han descubierto que existe un serio trastorno mental detrás de la decisión de salir a la calle, a un centro comercial o a un tren y empezar con una andanada de disparos a víctimas inocentes. Algunos están bajo la influencia de terroristas que los incitan a sacrificar su vida por el ideal del Estado Islámico, pero esa labor es más fácil con los inadaptados sociales, viviendo en países extraños, sin empleo seguro y con cierta parte de la población que les discrimina y acosa. ¿Cómo identificarlos y prevenir estos actos?

Si vemos los casos recientes en Estados Unidos, Francia y ahora Alemania, hay que señalar lo que, a mi juicio, es un común denominador: Problemas de personalidad, resentimiento hacia la familia y la sociedad que los rodea, cuadros depresivos que los orillan a matar y, luego, a suicidarse. Siento que el problema es  una epidemia sin control por muy fuertes y eficientes que sean los países y sus fuerzas policiales y militares.

Por donde estuvimos, te revisan en aeropuertos, al entrar a tiendas departamentales, antros y hay militares fuertemente armados en todas partes, pero ¿cómo se detecta en la multitud a un joven desequilibrado que pasa desapercibido, no tiene antecedentes penales o de terrorismo y que, influido por las redes sociales y el exceso de información, decide entrar a un evento como en Niza y arrasar con centenares de personas en un camión de carga a toda velocidad?

   El problema no es nuevo, ya que hubo ataques anarquistas desde hace un siglo, pero este asunto es de la mayor prioridad para todos. Habría tal vez que empezar un programa masivo de prevención y salud mental, detección de casos limítrofes de crisis nerviosas y, desgraciadamente, empezar a ser un poco más cuidadosos al salir a la calle, observar a los vecinos sospechosos y, sobre todo, prevenir actos demenciales como los que vemos ahora. Todos cuidando para no volvernos paranoicos y restringir libertades. ¿Alguna sugerencia?

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