Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

1 Ago, 2016

Al Inegi le creció la nariz

En medio de la grave crisis de credibilidad por la que atraviesa este gobierno, ahora se llevaron entre las espuelas al Inegi.

El patrimonio más valioso de esta institución, que es la que realiza la mayoría de las mediciones sobre las condiciones socioeconómicas del país, es la credibilidad, que ahora tiraron por la borda.

Por instrucciones de quién sabe quién, el presidente del Inegi, Julio Alfonso Santaella Castell, designado apenas el 1 de enero de este año, decidió cambiar la metodología bajo la cual se levanta un instrumento conocido como Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS), encuesta creada en 2008 y con la cual se mide la evolución de la pobreza.

Según Santaella, el cambio se hizo “debido a que la gente oculta sus ingresos reales” y, con ese cambio, resultó que once millones de mexicanos dejaron de ser pobres.

Desde luego, el dato no es cierto y el problema es que no sabemos ya dónde está la verdad, porque los datos de 2015 no son comparables con los años anteriores.

Así que ya no sabemos si los programas para combatir la pobreza funcionan o no, aunque con sólo levantar la mirada se da uno cuenta de que no han funcionado. Pero no hay datos precisos ni creíbles.

Una vez que se desató la tormenta, lo que hicieron fue correr a Miguel Cervera Flores, director general de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, lo que permite que el verdadero responsable, Santaella Castell, salve su cabeza.

El problema mayor no está en la imposibilidad de hacer comparaciones entre la medición de la pobreza 2015 y la de años anteriores, sino en el daño que se hizo a la credibilidad del Inegi.

¿Medirán bien la inflación o cambiarán la metodología sin avisar, como lo hicieron con el MCS, y entonces veremos que pese a todo la inflación no sube?

¿Medirán bien el crecimiento de la economía o cambiarán la metodología para que el país crezca mucho más allá de lo que realmente es?

Al Inegi se le ha creído hasta ahora, porque técnicamente hace las cosas bien; sus series de datos son comparables y no hay fumadas como esa de que la gente oculta sus verdaderos ingresos. Pero ahora no sabemos qué otro favor al régimen se le ocurra hacer a Santaella Castell.

El asunto es gravísimo y no se resuelve corriendo a un director que es probable que no tenga vela en el entierro; por lo pronto, si hay vergüenza profesional, Santaella Castell debiera renunciar.

Hoy, lo que sabemos es que el médico que le mide la fiebre al país es capaz de meter el termómetro al agua para que haya menos fiebre.

Cuando las instituciones que miden la evolución sociodemográfica de un país manipulan los datos, como ha sucedido ya en Brasil y en Argentina en el pasado reciente, lo que provoca es que se pierda el rumbo de las políticas públicas y que las decisiones se tomen leyendo la entraña de las gallinas en lugar de con datos confiables.

Hoy, el Inegi ha perdido su credibilidad por culpa de un presidente que quiso quedar bien con el régimen y arrojó a la institución al arroyo de la incredulidad y la desconfianza.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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