Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

29 Ago, 2016

Los políticos, asustados con Uber

Los políticos asumen como una de sus obligaciones, la de proteger a la sociedad de los efectos de la libre empresa.

Con ese pensamiento han entregado a los consumidores a los prácticas, usos y abusos de los sindicatos de taxistas y los microbuses para transportarse; del sindicato de maestros para educarse, del sindicato de petroleros para tener combustibles y de los oligopolios privados en casi todos los sectores de la economía.

Esos casos son claros ejemplos de la ineficacia en los servicios y los abusos en precios y tarifas que afectan todos los consumidores.

El transporte público, en manos de sindicatos y agrupaciones de taxistas y microbuseros, es un desastre en todo el país; vehículos en mal estado, tarifas abusivas, servicio ineficiente; la educación, entregada al SNTE es malísima; los petroleros son una agrupación que esquilma a la empresa y al país, empezando por el líder y en casi todos los sectores de la economía existe un oligopolio con precios excesivos y servicios deficientes.

Un caso contrario a éstos es Uber, el servicio particular de taxis, que basa su funcionamiento en los principios de la libre empresa, que acepta, asume y aplica las leyes de la oferta y la demanda en su máxima expresión y donde la competencia por el transporte de los particulares se acepta con todas sus consecuencias.

En Uber, la decisión está en manos del consumidor. Pide el servicio vía inalámbrica, elige la tarifa que le convenga o la rechaza; elige si quiere ir solo él o con más pasajeros y encuentra vehículos nuevos, limpios, con choferes educados y, en muchos casos, hasta cordiales.

Los choferes no pertenecen a ningún sindicato o unión, no necesitan ningún permiso público para dar el servicio, ya que se trata de una transacción entre particulares; ningún burócrata fija la tarifa, sino que ésta resulta de la disponibilidad de vehículos, lo cual hace que suba o baje; los automóviles están en perfecto estado y no debido a una inspección gubernamental, sino a que la competencia alienta la conservación de los carros.

En este ejercicio de libertad económica, la inmensa mayoría de los pasajeros está satisfecha con el servicio de Uber y contenta de que en su ciudad existe una alternativa diferente a la de los tradicionales taxis, que en la mayoría de los casos son verdaderas carcachas y los choferes parecen no haberse bañado en semanas.

Ante la presencia de Uber, los sindicatos de taxistas han reaccionado de la peor manera: en lugar de mejorar los carros y el servicio, hacer tarifas dinámicas, organizaron marchas para pedir al gobierno que los proteja de la competencia.

Uber ha extendido su presencia en el país y en todas las ciudades la reacción ha sido la misma: El primer paso del gobierno local es decir que Uber no tiene permiso para operar, cuando la realidad es que no se necesita tal permiso.

Los taxistas exigen protección al gobierno; una parte de la sociedad considera que se trata de una competencia que no debe existir, hasta que prueba las ventajas de ser ellos quienes tengan la decisión.

La verdad es que el consumidor quiere un servicio eficiente al mejor precio posible y eso es lo que permite un servicio que, como Uber, se basa en los principios de la libre empresa.

Hasta el lunes con nuevas… Perspectivas.

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