Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

7 Sep, 2016

Trekkies

¿Qué tienen en común Star Trek, la serie televisiva que mañana cumple medio siglo, y Apple, la compañía nacida hace 40 años que justo hoy intentará reconquistar las primeras planas y refrendar su supremacía en el mercado al anunciar sus nuevos productos? Un nombre: Robert J. Bishop.

Como ocurrió con muchos otros héroes anónimos que contribuyeron a la era digital, el nombre de Bob Bishop quedó sepultado entre las decenas o quizá centenares de primeros programadores que contribuyeron a sacarle jugo a una de las primeras computadoras personales desarrolladas con el objetivo de ser amigables.

A juzgar por el diseño y el estilo jocoso de su página web, Bishop –fallecido en septiembre de 2014– fue un tipo de personalidad juguetona. Con lenguaje coloquial y narrado en tercera persona, él mismo aceptaba que su nombre podía ser desconocido para el lector, lo cual no le inhibía para contar su biografía a sus (también desconocidos para él) lectores.

Nacido en Milwaukee y coleccionista de historietas del Pato Donald, Bishop estudió física en la Universidad de Wisconsin y se mudó a California para cursar posgrado en la UCLA, logro académico que presumía junto con el hecho de haber entrado por primera vez a Disneylandia.

En 1975, siendo aún estudiante, trabajó en el laboratorio de jets de propulsión de la NASA, en Pasadena, y participó, entre otros proyectos, en la misión a la Luna del Apolo XVII. Pero su pasión espacial se consolidaría en la computadora Apple I, la cual –según los blogs apple2history.org y The Golden Age Arcade Historian– conoció en el mismísimo garage de Steve Jobs, al que llegó atraído por un anuncio publicitario.

Aunque el prototipo que le mostró Jobs no funcionaba del todo bien, Bishop quedó lo suficientemente impresionado para querer apropiarse de uno. Así, en octubre de 1976 adquirió por unos mil dólares monitor, teclado y fuente de alimentación de la Apple I, y comenzó a escribir programas en el lenguaje Basic, de Steve Wozniak, el otro cofundador de la firma de Cupertino.

Su primer intento de conquistar a un eventual público fue un juego para computadora basado en Star Trek, la saga lanzada una década antes por la NBC. El mismo Bishop reconoció que no se trataba de un desarrollo original, sino que replicaba la mecánica de otros juegos lanzados antes, en los que se desafía al usuario a encontrar y disparar a los Klingons, villanos de la serie original.

En la versión de Bishop (explicada también por él en la revista Interface Age), la galaxia está dividida en 64 cuadrantes organizados en una cuadrícula de 8x8m, y su vez cada cuadrante está dividido en 8x8 sectores. La misión consiste en encontrar y destruir las siete naves espaciales Klingon, ocultas en algún lugar de la galaxia. Para cumplir la encomienda, el jugador tiene asignadas 15 stardates (unidades de tiempo en el universo Trek), dos bases espaciales para reabastecimiento de combustible y tres torpedos de fotones con 500 unidades de energía. Esta provisión serviría además para utilizar sus armas, moverse alrededor de la galaxia y proteger a la nave Enterprise.

Ya los más fanáticos de la franquicia dirán qué tan fiel resultó la adaptación de Bishop a aquel pionero universo gamer. Lo cierto es que fue un grano de arena más en la construcción del culto hacia un programa que, curiosamente, no tuvo tanto rating en su transmisión original.

Así, el Apple Star Trek fue el primero de varios juegos con temática espacial que Bishop desarrolló para la Apple II, máquina que compró canjeándola por su Apple I más un descuento especial. Y la marca de la manzana le debe otras aportaciones: un motor cibernético para generar voz humana (Apple-Talker) y otro de reconocimiento de voz (Apple-Listener).

Además, para demostrar las capacidades multimedia de la Apple II, produjo una sencilla animación llamada Apple-Vision, en la que se aparecía un cuadro con la leyenda “Hogar, dulce, hogar” y una televisión en cuya pantalla un hombre baila Turkey in the straw, una popular canción folk estadunidense, la misma que baila Mickey Mouse en su primer corto animado. Al fin y al cabo, fan de Disney...

A cuatro décadas de aquellas extravagancias, más de uno se pregunta si Apple seguirá siendo capaz de sorprender como lo hizo en sus inicios. No estaría mal empaparse del espíritu que animó a aquellos locos setenteros como Bob Bishop, que sin pena reinventaban el mundo inspirados por las aventuras del Sr. Spock.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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