Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

17 Sep, 2016

No escatimar el ¡Viva México!

A propósito de las fiestas patrias y la reciente debilidad del peso frente al dólar se va formando la percepción de que el orgullo nacional está de capa caída. En el imaginario colectivo, el peso forma parte de la soberanía nacional. Hay algo de razón en tanto la moneda de un país y su valor son una expresión de la potencia económica y, sobre todo, porque en el papel moneda, los billetes, se plasman los símbolos más enaltecidos de la patria. No obstante, muchas cosas han cambiado desde el siglo pasado cuando José López Portillo decía que había que defender a la moneda porque en este afán se generaban grandes desequilibrios que luego resultaban en ajustes traumáticos. Después de la crisis de 1994, el presidente Ernesto Zedillo apostó por un régimen de libre flotación y a partir de ahí no hemos vuelto a experimentar episodios traumáticos, a pesar de que el 15 de septiembre de 2000 el dólar se vendía en 9.39 mientras que ayer cerró en 19.25. A pesar del retroceso del peso frente al dólar, que comenzó desde finales de 2014 a la fecha, la inflación se ha mantenido bajo control incluso por debajo del objetivo del Banco de México. Eso no quiere decir que no deberían existir preocupaciones por la economía mexicana que enfrenta nubarrones, sobre todo externos, debido a que el mundo no está creciendo y la posible elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos supone la peor amenaza económica para México en lo que va de este siglo, incluso por encima de la Gran Recesión de 2008.

En realidad, la economía nacional no se encuentra de capa caída, por el contrario sí hace unos años hubiéramos imaginado un escenario en el que Estados Unidos hubiera entrado en una Gran Recesión que arrastró a México, un fuerte surgimiento de la inseguridad a lo que habría que sumar una Europa estancada junto con Japón, una China que crece a menores ritmos lo que desplomó los precios de las materias primas a nivel mundial y como cereza del pastel una dinámica descendente en los precios del petróleo con una crisis en Pemex y una depreciación acelerada del tipo de cambio. Todos estos factores harían pensar en una gran crisis económica.

Hasta ahora, esa gran crisis no ha llegado gracias a la estructura macroeconómica del país y gracias a que han cambiado los ejes económicos que antes definían nuestra soberanía, en donde las materias primas han dejado de jugar un papel fundamental y nos hemos convertido en un país de manufacturas.

Este Día de la Independencia en el frente económico no es para llorar, aunque, tampoco para celebrar. Mucho ayudará entender que la soberanía de nuestra economía se fortalecerá en la medida en que generemos mucho valor agregado para lo que se requiere mucho conocimiento y vocación de investigar y desarrollar, así como emprender. Hay dos reformas que son esenciales en esta materia: telecomunicaciones y educación y, aunque todavía falta mucho, por lo menos ya arrancaron.

Aunque hoy el ánimo nacional se encuentra de capa caída, en el frente económico los factores que nos hacen competitivos siguen ahí; una posición geográfica y logística privilegiada, un mercado doméstico significativo, un capital humano que guarda gran potencial y un desarrollo de infraestructura e instituciones superior al de muchas otras naciones emergentes. Hay amenazas importantes en el horizonte, temas eternamente pendientes como la corrupción, pero también hay fortalezas y centrados en ellas los habitantes de este gran país debemos enfocar ahí nuestro grito de ¡Viva México!

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