Una persona podría estar evitando que la Fed suba sus tasas de interés

Pese al mensaje de algunos miembros de la Reserva Federal de que habría alza de tasas pronto, los débiles indicadores económicos recientes dan espacio para que el banco central aguante
Economía -
Yellen es la primera presidenta de la Fed, en 30 años, que es demócrata. Foto: Archivo
Yellen es la primera presidenta de la Fed, en 30 años, que es demócrata. Foto: Archivo

De nuevo habrá, esta semana, reunión de política monetaria de la Reserva Federal (Fed). El Comité de Mercado Abierto (FOMC) se reúne el martes y el miércoles, y será el gran acontecimiento de la semana que viene. Pero esos mismos días también se reúne el Banco de Japón, y un día después, el jueves, darán un discurso el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney. Por tanto, será una semana en la que los banqueros centrales más influyentes del mundo tendrán un protagonismo especial.

La decisión de la Fed se dará a conocer el miércoles a las 13:00 horas de México. A esa hora se publicará el comunicado de política monetaria así como la actualización de las estimaciones macroeconómicas para el PIB, tasa de desempleo e inflación, y la famosa gráfica de puntos sobre las expectativas de alzas de tasas que manejan los propios miembros del Comité. Media hora después, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, dará su conferencia de prensa explicando los motivos de la decisión.

Desde luego, el consenso de analistas y el propio mercado, a través de las probabilidades implícitas de los futuros de los fondos federales, prevén que la Fed mantenga, en una ocasión más, las tasas sin cambio. De nuevo se hizo la intentona por tratar de persuadir al mercado sobre la posibilidad de un alza de tasas en septiembre. Aprovechando el marco de Jackson Hole a finales de agosto, el vicepresidente de la Fed, Stanley Fischer, el presidente de la Fed de Nueva York, Willian Dudley, y otros presidentes regionales como James Bullard (San Luis) o Dennis Lockhart (Atlanta) quisieron enviar el mensaje de que no debería desdeñarse la posibilidad de un alza de tasas este mes, que la economía marchaba bien y era preciso continuar con un proceso gradual de aumento de tasas con el fin de evitar que se produjeran excesos que amenazaran, en el futuro, la estabilidad financiera.

Elecciones presidenciales

Sin embargo, poco tiempo duró la intentona. Por un lado, las encuestas para la Casa Blanca se han apretado y empiezan a provocar pánico. Los últimos sondeos apuntan a que el candidato republicano, Donald Trump, ha tomado la delantera a la demócrata Hillary Clinton en Florida y Ohio, dos estados que en conjunto suman 47 votos electorales y que pueden resultar clave para el desenlace final. Barack Obama ganó, tanto en 2008 como en 2012, ambos estados y Clinton superaba hasta hace poco a Trump en las encuestas. A nivel nacional, la ventaja de Clinton, que a finales de agosto era de 6 puntos porcentuales, se ha recortado a apenas 1.5.

Con las elecciones tan apretadas, y apenas unos días antes del primer debate presidencial que se celebrará el próximo lunes 26 de septiembre, dudamos que la Fed se aventure a subir las tasas de interés. Janet Yellen es la primera presidenta de la Fed perteneciente al partido demócrata en casi treinta años, y dudamos que vaya a arriesgarse a tomar una decisión que puede perjudicar a Hillary Clinton. El peligro es que el aumento de tasas de la Fed provoque una etapa de convulsiones financieras como sucedió durante los meses de enero y febrero, tras el incremento de tasas de diciembre, que sea aprovechado por Trump para desacreditar la política económica de Obama.

Datos duros

Pero además, los indicadores económicos no dan. El crecimiento económico durante la primera mitad del año ha sido débil, y el esperado repunte en la actividad durante el tercer trimestre será menos vigoroso de lo pensado.

Los datos publicados durante la primera quincena de septiembre, referentes al mes de agosto, han sido decepcionantes, peores a los pronosticados. El dato de empleo de agosto defraudó: se crearon 151,000 empleos, por debajo de los 180,000 del consenso. Pero además, si excluimos la contratación de empleados públicos, la nómina privada apenas fue de 126,000. Y en los sectores de construcción, manufactura y minería se despidieron trabajadores.

La industria permanece, en el mejor de los casos, estancada. El ISM manufacturero, inesperadamente, volvió a entrar en contracción en agosto, con una lectura de 49.4, algo que no sucedía desde enero (una cifra por debajo de 50 significa contracción en la actividad respecto al mes previo). Pero el sector servicios, que representa en torno al 90% del PIB y sobre el que descansa la recuperación de la economía, también envía síntomas de enfriamiento: el ISM no manufacturero de agosto registró el crecimiento más bajo desde febrero de 2010, es decir, desde hace más de seis años. La lectura fue de 51.4 comparado con 55.5 en julio.

Claro, el ISM manufacturero y no manufacturero son encuestas y faltaban los datos duros. Pero la semana pasada, los reportes de producción industrial y ventas minoristas corroboraron esos síntomas de debilidad. La producción industrial se contrajo un 0.4% en agosto y, respecto al mismo mes del año pasado, se redujo un 1.1%. La minería, debido al derrumbe del sector petrolero, sigue en recesión, en tanto la manufactura pierde dinamismo ante la fortaleza del dólar y la magra demanda externa, lo que tiene a las exportaciones deprimidas.

Consumo e inflación

Finalmente, el consumo privado también da síntomas de desvanecimiento. Luego de que durante el segundo trimestre se expandiera con mucho vigor, en julio el crecimiento mensual apenas fue de 0.1% y en agosto disminuyó un 0.3% por debajo de lo previsto por los analistas (-0.1%). Si excluimos el volátil componente de autos, las ventas se redujeron un 0.1% en contraste con un aumento de 0.3% que estimaba el consenso del mercado. Encima, para el mes de julio la cifra se revisó a la baja de -0.3% a 0.4%.

Lo único que inquieta algo es la inflación, sobre todo la tendencia de la inflación subyacente, excluyendo alimentos y energía. La tasa subyacente del Índice de Precios al Consumo (IPC) de agosto fue de 0.3%, por encima de lo previsto, lo que significó que la tasa anual se acelerara a 2.3% en agosto, comparado con 2.2% en julio y por encima del objetivo inflacionario de la Fed de 2%. Sin embargo, el IPC no es el índice favorito de precios de la Fed, que prefiere el deflactor del gasto de consumo. Ese indicador se publicará a finales de mes, y la tasa anual del componente subyacente se ubicó en julio en 1.6%. Por tanto, los indicadores económicos dan espacio para que la Fed aguante un poco más sin subir tasas, y con más razón si hay un Trump acechante.

Japón

Distinta es la situación en Japón. Allí, el banco central sigue batallando contra la deflación, pero el mercado empieza a percibir que a la autoridad monetaria se le ha acabado la munición y que esa guerra está perdida. El Banco de Japón ya ha hecho de todo: tiene tasas negativas, tiene un colosal programa de compra de bonos y ya está adquiriendo otro tipo de activos como bonos corporativos o fondos negociables en bolsa (ETFs). Sin embargo, no está claro que las tasas de interés negativas y una curva excesivamente plana estén generando más beneficios que costos. En consecuencia, la junta de política monetaria servirá para realizar un análisis exhaustivo de las políticas que se están aplicando y su efectividad, lo cual denota que pese a que el Banco de Japón es consciente de que tiene que seguir aplicando políticas ultraexpansivas, hay dudas sobre si se están siguiendo las estrategias correctas.

DVR

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