Me duelen mexicanos

Extendida por las redes sociales, en la que los tontos útiles juegan un papel tan ingenuo como activo, hay una campaña que tiene como objetivo hacer creer que el Presidente de la República es un imbécil, quien no tiene capacidad de manejar al país (en particular la economía) y por lo tanto debería renunciar.

Quienes se han unido voluntariamente en esta campaña son como salmonella, shigella o E-Coli, que crecen y se desarrollan en las heces y, por lo tanto, entre más grandes sean ellos estarán mejor.

Se trata de un absurdo. Si al gobierno en turno le va mal, quienes salen perjudicados son los que menos tienen, no el Presidente ni sus principales colaboradores.

En el margen, independientemente del resultado de su gestión, el primer mandatario y sus colaboradores cercanos no únicamente mantienen su nivel de vida, sino que normalmente son contratados por empresas privadas nacionales y extranjeras, ya sea como directivos o consejeros, donde perciben salarios muy superiores a los que tenían en el sector público.

José López Portillo o Luis Echeverría, quienes fueron los artífices de la crisis económica y de deuda que estalló en la década de los ochenta, no pasaron un solo día de pobreza. La inmensa mayoría de los mexicanos sí.

Ernesto Zedillo, quien enfrentara la última gran crisis de la economía mexicana a mediados de la década de los noventa, ha construido una muy exitosa carrera dentro de la iniciativa privada. Hay mexicanos que aún no superan los efectos de esa crisis.

CUIDADO

Quienes quieren ver una crisis en la economía mexicana porque la moda es odiar a Peña Nieto deberían tener mucho cuidado con lo que desean, puesto que se les puede cumplir.

Si realmente fuera tan incapaz como imaginan algunos, producto de una profunda incultura cubierta de mala fe, la depreciación del peso ya hubiera generado una escalada inflacionaria.

Es necesario recordar que entre mayor sea la inflación crece el número de pobres y la riqueza se concentra en menos manos. Un gobierno que está a favor de los que menos tienen debe tener como prioridad de coordinarse con el banco central para mantener la inflación controlada.

Durante los últimos 16 meses, la inflación crece a una tasa anual inferior al 3%, estableciendo algunos de los registros más bajos de la historia. Esto permite la disminución de la pobreza, el aumento del poder adquisitivo de las personas quienes, en agosto, establecieron el mes de mayor consumo desde que existe medición.

La baja inflación permite el crecimiento del empleo formal, 2.2 millones de personas durante esta administración. Se está creciendo a tasas similares a las que se registraron tras los rebotes de las crisis de las dos décadas anteriores.

Si hubiera un manejo de la deuda como imaginan algunos que hablan como si fueran expertos cuando toman un dato que se parece a lo que ellos imaginan y lo tuercen, el ajuste no tendría que ser de 0.3, sino del 3% del PIB como sucede en Brasil.

INCAPACES

Si Luis Videgaray (ahora José Meade) fueran tan malos para el manejo de la economía o las reformas estructurales fueran tan tóxicas como inventan algunos, el país no podría estar cumpliendo con el compromiso de 2013 de regresar al superávit primario ni haber cambiado la estructura de sus ingresos.

En un mercado donde se desplomó el precio del petróleo y las turbulencias económicas han sido las constantes, el gobierno está logrando estabilizar la deuda en el 50% del PIB y con un costo financiero como el que tenían las naciones desarrolladas antes del alza de las tasas de interés. Otra vez la comparación con Brasil es muy favorable para México.

La Reforma Hacendaria ha permitido que se compensen sobradamente los recursos que se perdieron por el petróleo.

DOLOR

Es doloroso ver cómo hay mexicanos que, de una manera irracional, se han dejado convencer de que el país está en crisis porque está gobernado por una persona incapaz, cuando la realidad es totalmente diferente.

La administración de Peña Nieto y el equipo de servidores públicos en el sector hacendario han hecho un trabajo de excelencia, aun cuando la moda sea creer lo contrario.