Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

27 Sep, 2016

Por favor, perdóneme, hay que regresar al tema

Ésta es, espero, la última vez que toco el tema de la visión equívoca acerca de un indicador al cual, craso error, se le adjudican poderes mágicos. 

Entendamos que los países, en ciertas coyunturas, enfrentan problemas centrales de una u otra índole. Éstos definen, entonces, qué indicadores serían los relevantes a tomar en cuenta para el análisis; dicho de otra manera, no hay indicadores inamovibles y tampoco, milagrosos o mágicos, capaces de decir todo de todo.

Un solo indicador, por importante que uno lo juzgue, jamás será suficiente para extraer conclusión alguna, de una economía o de un país. Esta visión deja ver un despropósito el cual, quien así analiza, lo esconde debajo de una inexistente sabiduría económica la cual, por decir lo menos, mueve a risa, no a respeto.

La gestación de una crisis —económica o política— no es aparente para el observador. Encontrar ese proceso y seguirlo sistemáticamente con miras a determinar sus causas exige, además de conocimientos, la humildad y modestia del que ha estudiado y aprendido a ver más allá de la superficie, a ir más allá de lo simplista. En esto, la soberbia y la presunción sólo sirven para quedar en ridículo; tenerlas como guía en esto del Indicador Único no pasa de ser la búsqueda del reflector para apuntalar famas efímeras, y egos inmensos. 

Otro error cometido por pereza intelectual y/o simpleza analítica, es intentar comparar la inflación y causas de los niveles registrados en los años ochenta del siglo pasado (cuando éramos una economía cerrada, no había competencia y el banco central dependía totalmente del Poder Ejecutivo), con los actuales; esto, para decirlo claro, es un error garrafal tan evidente, que llama a desestimar lo que se intenta vender como un análisis pretendidamente serio.

Si uno ha seguido el comportamiento de la inflación desde hace por lo menos dos decenios, cuando la autonomía del Banco de México era ya una realidad consolidada y ejercida a plenitud por su Junta de Gobierno, debería pensarlo dos veces antes de insinuar siquiera, que los niveles actuales pudieren llegar a los de hace dos o más decenios.

Quien lo hace, cae en una exageración carente de todo sustento. ¿Qué no ha visto el comportamiento de la Junta de Gobierno del Banco de México, ante las presiones que detectan en la economía? Dada esa actuación profesional y seria, ¿es posible pensar en inflaciones de tres dígitos? 

Hoy, la Junta de Gobierno del Banco de México está atenta, sistemática y permanentemente, a la variación del Índice Nacional de Precios al Consumidor y, sin menospreciar la importancia de este indicador, son otros temas o problemas los que hoy concitan una preocupación mayor, no sólo a sus integrantes, sino a los agentes económicos privados y los especialistas.

El Déficit de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, la salida de recursos que llegaron buscando mayor rentabilidad y la salud de las finanzas públicas entre otros, son temas de la mayor importancia en un país que ha sabido mantener la inflación a raya desde hace muchos años.

¿Qué hacer pues, ante ese mágico Indicador Único? Simplemente, estudiar economía en serio, no sólo por encimita.

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