Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

28 Sep, 2016

Lego dron

Los Wrong Brothers son los protagonistas de Dizzy Pilots, hilarante corto cinematográfico de Los Tres Chiflados (Columbia Pictures, 1943). Como su nombre sugiere, se trata de una parodia de los hermanos Wright (podría decirse que son su versión equivocada), en la que un trío de ineptos son exentados durante un mes del servicio militar para cumplir la promesa de construir, como ellos mismos garantizaron, un aeroplano que supuestamente revolucionaría la aviación.

Una versión contemporánea de los Wrong Brothers surgió recientemente en San Francisco, California, y también trata de construir artefactos para volar, manteniendo la vena humorística de los originales. Pero no se trata de comediantes, sino de egresados de matemáticas y física aplicada que fundaron una compañía especializada en que los niños puedan ser capaces de construir drones utilizando ladrillos de Lego.

Sus nombres son Amir Hirsch, quien escribió códigos para plantas nucleares antes de lanzarse al mundo empresarial; Robb Walters, quien previo a su llegada a Silicon Valley trabajó en automóviles robóticos, y Holly Kasun, experta en negocios y mercadotecnia que laboró en Nike y Nokia, y que ahora es considerada como el cerebro de la firma que hoy une al trío, llamada Flybrix.

Como se ilustra en un jocoso video publicado el 22 de septiembre en la página web de Flybrix, un par de jóvenes con gafas de aviador emergen de un garage en el que experimentan fallidamente antes de dar con su invento: un pequeño avión no tripulado que se va ensamblando con bloques de plástico de colores. Sin cometer tantas torpezas como sus antecesores, los modernos Wrong Brothers crean al final un producto atractivo, imaginativo y original, que aspiran a vender con precios de lanzamiento de entre 149 y 189 dólares.

Ya más serios, los jóvenes de Flybrix revelan que la filosofía que los llevó a crear su startup es la de aprender con base en ensayo y error. Así, practicaron varias formas para construir su objeto volador, desde usar madera de balsa hasta impresiones en tercera dimensión. Fue entonces cuando se les ocurrió que las piezas interconectables de la marca danesa Lego serían una formidable vía para que cualquier niño diseñara su dron a su gusto, cual si fuera un edificio o castillo de juguete.

Aunque están conscientes de que su pretensión es meramente lúdica, Flybrix considera que su principal aportación es poner al alcance de los pequeños los drones como instrumentos seguros y accesibles. Su estrategia es por medio del juego –la mejor manera de aprender, no importa cuánto se sepa– y la experimentación, como clave para la solución creativa de problemas.

En síntesis, la intención es que la robótica esté al alcance de todos, y una forma es poniendo a la venta un kit con bloques de Lego incluidos –aunque el usuario puede utilizar otros, si lo prefiere–, motores de hélice y circuitos que se ensamblan sin necesidad de soldadura, y que pueden maniobrarse en el aire por medio de un smartphone con bluetooth y una aplicación descargable para iOS o Android.

Comicidades aparte, Flybrix piensa que son los hermanos Orville y Wilbur Wright quienes muy probablemente se sentirían orgullosos de tener en sus manos una pieza como el Dron Lego, que según sus creadores hace justicia a la pasión y espíritu inventivo de aquellos pioneros de la aviación. Sin estar vinculados comercialmente con la famosa juguetera europea, ahora el reto de estos creativos es superar el ruido que han logrado generar en tan sólo una semana en la prensa especializada en tecnología, y convertirlo en sonido constante de máquina registradora.

A reserva de que estos chiflados emprendedores consoliden su modelo de negocios, lo cierto es que aún parece lejano el día en que los drones se conviertan en parte del paisaje cotidiano. Las autoridades de la aviación estadunidense emitieron en junio reglas para su operación comercial, lo que ha sido aprovechado por profesores de periodismo de la Universidad de Nebraska para crear un manual de operaciones de aplicación en el oficio reporteril; en tanto, Google experimenta con la cadena de comida rápida Chipotle la entrega de burritos a domicilio vía aérea.

Aún así, los drones todavía son vistos por muchos como simples juguetes. Sin que se explote plenamente todo su potencial, sólo queda darse vuelo con ocurrencias.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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