Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

1 Oct, 2016

La lógica de Banxico

 La Junta de Gobierno del Banco de México au­mentó las tasas de interés por cuarta ocasión en los últimos 12 meses. La primera vez que lo hizo fue el 17 de diciembre del año pasado cuando la incrementó en 25 puntos base para ubicarla en 3.25 por ciento, lo que significó el primer aumento desde mediados de 2014. Di­cho incremento de la tasa se daba en el contexto de la norma­lización de política monetaria sobre la que empezaba a dar pasos la Fed, ya que el 16 de diciembre, un día antes, había incrementado sus tasas también en 25 puntos base por pri­mera vez desde que las ubicó en cero para enfrentar la Gran Crisis que comenzó en 2008.

En ese entonces la lógica del aumento de Banxico fue evitar que el diferencial de tasas entre Estados Unidos y Mé­xico generara cambios en la inversión de cartera que pudie­ran deteriorar el tipo de cambio, que, por otro lado, no se manifestaba en inflación dado que diciembre de 2015 ter­minó en un nivel históricamente bajo.

El mismo 16 de diciembre el dólar interbancario cerraba en 17.08 y al siguiente día al movimiento de Banxico la divisa esta­dunidense cerraba su cotización en 16.96, lo que significó una apreciación del peso de 0.70 por ciento. Un mes y un día des­pués, el 18 de enero, el peso se había depreciado 7 por ciento.

En 2016 llegó con mucha volatilidad para el peso vinculada a la caída en los precios del crudo lo que llevó a que la Comisión de Cam­bios anunciara medidas para evitar movimien­tos bruscos en el precio de nuestra divisa por lo que el 17 de febrero el banco central de nues­tro país aumentó la tasa de interés en 50 puntos base para llevarla a 3.75 por ciento, ese día el tipo de cambio cerró en 18.28 por dólar y en la siguiente jornada la moneda estadunidense se ubicó en 18.25 pesos. La escalada de tasas en esa ocasión tuvo efectos positivos para el tipo de cambio, a lo largo de las siguientes semanas, ya que un mes después el peso se había apreciado 5.3 por ciento. Hubo relativa es­tabilidad en los siguientes meses, sin embargo, el viernes 24 de junio llegó la depreciación nuevamente de la mano de la incertidumbre generada por los votantes británicos que un día antes habían escogido abandonar la Unión Europea.

Una semana después, el 30 de junio, la Junta de Gobier­no incrementó la tasa en 50 puntos base nuevamente para llevarla a 4.25 por ciento, ese jueves el peso se había apre­ciado 1.5 por ciento, no obstante, desde la óptica del tipo de cambio el aumento de tasas se erosionó rápidamente y casi un mes después el peso había caído 2.71 por ciento. En sep­tiembre nuevamente la volatilidad; en esa ocasión se hizo evidente una correlación que muestra causalidad entre el ascenso de Trump en las encuestas que genera el descenso del peso, lo que nos lleva a la decisión del jueves de la se­mana que termina cuando el Banco de México volvió a in­crementar la tasa en 50 puntos base para llevarla a su nivel más alto desde 2009. Esta última decisión debió haber sido difícil y sorprendió a la mayoría de los analistas encuesta­dos por Banamex que veían que no habría movimientos en la tasa, debido a que la volatilidad que se mostró luego del primer debate Hillary-Trump, en la que el peso recuperó más de dos por ciento frente al dólar, en consonancia con el triunfo de la candidata demócrata.

La súbita apreciación es muestra de movimientos erráti­cos a los que sería inútil contrarrestar. Hay que aclarar que el objetivo del banco central no es mantener un nivel en el tipo de cambio, su objetivo es la inflación y en función de que el valor del peso la puede influir es que el instituto toma decisiones. Entonces el incremento de tasas puede obede­cer a la evolución de las finanzas públicas.

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