Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

10 Oct, 2016

Cambió el rumbo, pero no es suficiente

Es evidente que el gobierno decidió cambiar el rumbo en el manejo de las finanzas públicas a partir de 2017 y pasará de una activa política de endeudamiento a una estrategia de contención del gasto, que sin duda alguna no será suficiente y cuando mucho aguantará el año que entra.

Al gobierno de Enrique Peña Nieto le cambiaron las condiciones externas: caída en el precio del petróleo que desplomó los ingresos por ese rubro y estancamiento en la economía de Estados Unidos que ha provocado un escaso crecimiento en las exportaciones.

Se hizo frente a las nuevas circunstancias con recortes en el gasto público y endeudamiento. Y como en México el gobierno no cambia de rumbo a menos que se lo digan de fuera, decidieron que ése no era el camino cuando las calificadoras levantaron las cejas y amenazaron con bajar la calificación de la deuda mexicana.

Por eso el paquete de 2017 propone un superávit primario y un claro propósito de reducir el ritmo de endeudamiento. Son, sin duda, pasos en la dirección correcta. Por desgracia, no serán suficientes. El gobierno se ha echado a cuestas tantos compromisos de gasto con todos los sectores, que es imposible recortar egresos en forma permanente y suficiente.

Al mismo tiempo, la reforma tributaria de 2014 borró la posibilidad de hacer más cambios en esa materia. Gane quien gane en 2018, si se actúa con responsabilidad, la tarea básica será recomponer las finanzas públicas.

Por un lado, con un replanteamiento completo del presupuesto de egresos, no para reducir el peso del gasto en la economía sino para canalizar los recursos de manera más productiva.

Hoy el gasto público en México tiene muchos rubros que son para cumplir compromisos políticos y anote así a vuela pluma, sólo tres:

El presupuesto para el campo es para dejar contentas a las organizaciones políticas que están ligadas al campo, pero no que influye en su productividad; simplemente se les financia para que no hagan escándalo.

Los recursos para los grupos indígenas, donde se presupuestan rubros ya contenidos en el presupuesto general, como carreteras y caminos, pero que deja que esos dineros los ejerzan a su antojo grupos dizque representantes de los pueblos indígenas. Los dineros que se usan para conceptos como la equidad de género y otros, que siendo importantes no tienen objetivos ni metas definidas. En éstos y a todo lo largo del presupuesto hay mucha opacidad y casi nula rendición de cuentas.

Y eso no puede seguir. El presupuesto de egresos debe canalizarse de mejor manera para que apoye el crecimiento de la economía y no sólo para que apacigüe grupos que se dedican con gran profesionalismo y eficacia a vivir del dinero público. En la parte de los ingresos, es inevitable una reforma tributaria que aumente la recaudación. Se ha dicho hasta la saciedad que México cobra pocos impuestos y cada vez que se dice hay quienes, con razón, protestan por la afirmación. Lo que pasa es que hay un sector de la población que enfrenta toda la carga impositiva y una enorme masa que no paga o paga muy pocos impuestos. A México le urge una profunda reforma fiscal que mejore la forma como se gasta el dinero público y una tributaria que equilibre las cargas impositivas a toda la población y que permita al gobierno recaudar lo suficiente para financiar el gasto público, sin deuda y sin petróleo. Y no hay de otra.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube