Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

15 Oct, 2016

Efemérides del XXX aniversario (tercera parte)

¡Felicidades al nuevo Imagen TV!

 

En 1986 el concepto del “emprendedor” era casi inexistente. Se conocía la palabra extranjera entrepreneur y el acto de crear un negocio se planteaba a quienes lo hacían como empresarios. Tuve polémicas con académicos, políticos generalmente de izquierda y no pocos periodistas a los que les interesaba más hablar de grandes capitalistas y sus emporios y desdeñaban el esfuerzo de centenares de miles de hombres y mujeres por sobrevivir con sus pequeñas empresas. Les reitero que ser emprendedor es una actitud, que tiene un alto grado de terquedad, inconformidad y una obsesión por ser independiente en sus actividades. Desde luego hay personas emprendedoras en múltiples sectores, incluso en instituciones no lucrativas, profesiones y otros rubros, pero mi enfoque ha sido hasta la fecha con emprendedores(as) que manejan negocios estables con fines de lucro.

El ser emprendedor en el siglo XX implicaba salirse del montón, tomar riesgos que podían (como muchas veces sucedía) derivar en el fracaso. Existían una serie de trabas burocráticas, amén del desprecio a la actividad del emprendedor en su “changarro”, ganándose la vida con dificultad y las inevitables comparaciones con empleados y ejecutivos que la habían hecho al lograr una planta vitalicia en Pemex, CFE o de perdida en una secretaría del gobierno… y a esperar pacientemente el día de la ansiada jubilación. A otro nivel, estaba la noción de estudiar carreras para conseguir el ansiado puesto ejecutivo en una empresa grande, preferiblemente multinacional o de funcionario público de mediano a alto nivel (y que todavía persiste). Muchos dueños de pequeñas tiendas o negocios impulsaban a sus hijos a buscar trabajo fuera, ampliando sus oportunidades y, de paso, limitando el crecimiento de sus propias empresas y su supervivencia. Los estímulos gubernamentales eran nulos y la familia o amistades enfatizaban la estabilidad económica que significaba un empleo seguro. En 1986 la crisis general estaba en su apogeo y poner empresas era un acto de valentía y mucho riesgo.

Actualmente la situación ha cambiado sensiblemente, tanto para bien como lo contrario. La palabra “emprendedor” es utilizada en las escuelas y universidades, hay apoyos a los que quieran poner negocios, especialmente a mujeres (lo que definitivamente es una revolución de las últimas décadas), hay  libros, materias específicas en escuelas, semanas de emprendedores, franquicias, seminarios (por supuesto les recomiendo mis libros y seminarios) y está de moda la independencia económica. Hay todavía quien critica este acto como capitalista, neoliberal,  pero muchos de ellos ponen discretamente sus negocios alternos. Lo malo es que muchos giros ya son obsoletos, la tecnología ha arrasado con sectores tradicionales y hay un notable grupo de jóvenes informáticos que sueñan con lograr ser millonarios creando apps y sistemas. Desgraciadamente muy pocos lo logran. Ser emprendedor(a) no es para todos, pero los invito, si tienen las características básicas, a que lo intenten.

Agradezco escriban comentarios
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a gzsalo@gmail.com

Continuará...

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