Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

21 Oct, 2016

El vendedor más grande del mundo

Puede ser que de poeta y loco todos tengamos un poco. Pero si vas a emprender un nuevo negocio tienes que tener, también, un poco (¡un mucho!) de vendedor. Y no, no necesariamente porque tu trabajo sea venderle a tus clientes, aunque si eres hombre orquesta de seguro lo tendrás que hacer, sino porque al abrir un nuevo negocio te vas a tener que vender a ti mismo ante socios, bancos, proveedores… A todos ellos los vas a tener que convencer no sólo de que tu producto o servicio vale la pena y tiene un futuro rentable… y de paso, vender la idea de que tú eres la persona ideal y adecuada para llevar ese negocio al éxito.

Te vas a tener que vender ante tus nuevos socios, sobre todo si ellos no están involucrados en la operación diaria, dándoles certidumbre y tranquilidad de los pasos, muchas veces trepidantes, que se dan; te vas a tener que vender ante los bancos, inversionistas, financiera u otros prestadores de dinero para poder acceder a créditos y te vas a tener que vender ante tus proveedores para poder acceder a la confianza que se traduce, entre otras cosas, en crédito comercial.

Vender y venderse no es una tarea fácil. Depende de una mezcla de seguridad y humildad que es muy difícil de conseguir en la dosis correcta. Una persona demasiado humilde puede parecer letárgica y servil, una persona demasiado segura de sí misma puede parecer engreída.

Ser el vendedor más grande del mundo, porque te tienes que vender a ti mismo y la competencia que enfrentas en el anaquel de emprendedores es brutal. Tienes que seguir las siguentes mantras:

Forma es fondo: el ser un emprendedor desalineado y fachoso sólo funciona en la película La red social. Cierto a nadie le importaba que Zuckerberg fuera una garra… pero, seamos sinceros, no somos Zuckerberg. ¿Quieres venderte a ti mismo? Necesitas una apariencia ordenada, limpia y seria. Esto no implica traje negro y corbata, pero sí el poner un poco de atención a tu apariencia. Ropa limpia, fajada, discreta y una apariencia presentable (piensa en lo que tu abuela te decía de niño/a) son las armas indispensables para dar una buena primera impresión.

 Modales de negocios: No menosprecies las pequeñeces. Sobre todo si son pequeñeces que hablan de la confianza que tienes en ti. Un apretón de manos fuerte y seguro, ver a la gente a los ojos, escuchar atentamente sin interrumpir y aprender a hablar en público, incluso, si tienes que tomar algún curso en este sentido, son armas imprescindibles. No importa que, a veces, te mueras de miedo en alguna situación el parecer “en control” te puede ayudar a retomar el control.

Información es poder. Antes de ir a cualquier junta o reunión con un proveedor, cliente, inversionista tienes que tener información, lo más completa posible, en tres sentidos:

1)Averigua un poco sobre esta persona (Google, LinkedIn, incluso en Facebook, son excelentes maneras de empezar): su formación, sus gustos, amigos o conocidos comunes, experiencia profesional. No se trata de stalkear a la persona, simplemente de conocerla y encontrar coincidencias que puedan servir de puente.

2) Conoce lo más posible el campo de la persona. Si es un cliente ten a la mano la máxima información posible sobre el sector y el negocio en particular (incluyendo la competencia real o potencial que enfrentas), si es un proveedor conocer las opciones que tienes. Esto te permitirá ser mucho más acertado en tus comentarios, además de demostrar el interés que tienes en la persona que te hizo tomarte el tiempo para aprender sobre él.

3) Sé un experto de lo que vas a vender. Si vas a ver a un cliente, sé el maestro de lo que vas a vender. Si vas a ver a inversionistas potenciales ten a la mano toda la información financiera que puedas….

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