Edgar Amador

Edgar Amador

24 Oct, 2016

El Futuro del Gólem: ¿cerca del Terminator?

En El Golem, Borges escribió en versos la historia de Judá León, un rabino en Praga quien, pronunciando el conjuro adecuado, logró convertir a un muñeco en un humanoide incompleto que, al menos, llegó a limpiar bien que mal la sinagoga.

Desde el romanticismo, la literatura abunda en la idea del autómata: a partir de objetos inanimados como el muñeco de Judá León, o la tétrica idea de revivir un cadáver mediante la técnica como en Frankenstein; hasta la más acabada ficción de Isaac Asimov en Yo, Robot; el sueño de que una máquina haga el trabajo del hombre es una constante.

¿Qué tan cerca o lejos estamos del Gólem? ¿Qué tan distante está ese mundo en donde las máquinas se encarguen de suplantar al trabajo humano en una vasta variedad de actividades? ¿Qué tan cerca o lejos estamos del  Terminator, el mundo en donde las máquinas se vuelvan contra nosotros?

El mundo en donde los autos y los aviones se muevan sin necesidad de conductor no parece estar distante. En el instante en que usted lee esta nota varios autos Tesla, gestionados por Uber, se desplazan en Pittsburgh, Pennsylvania, llevando pasajeros sin necesidad de un chofer humano. En este momento, también, drones complejos surcan los aires realizando una multitud de tareas, pero también probando las tecnologías para que en pocos años los grandes aviones de Boeing y Airbus puedan ser operados sin necesidad de tripulación humana. No es ficción, en los años ochenta, el ingeniero de vuelo fue eliminado de la cabina de pilotos tras ser automatizado los controles, y hoy los dos pilotos pueden pasar horas sin operar el aeroplano.

Si usted tiene una cuenta de casa de bolsa, usted puede comprar y vender acciones de empresas como Impinj e Integrated Device Technology, quienes se dedican a comunicar  millones de aparatos a través de internet para poder automatizar desde el auto que manejas, el microondas con que cocinas, la temperatura de la casa que habitas y las aplicaciones con las que pagas el café y los víveres del supermercado.

Mucha atención hay que poner también en compañías como Applied Materials, (AMAT), la mayor fabricante del mundo de equipos para producir microprocesadores. AMAT está incrementando la capacidad de los chips para procesar información y conectarse a una red que tiende a infinito de artefactos móviles, autos y aviones, máquinas interconectadas, mercados financieros, prótesis médicas, cafeteras y bancos, barcos y carreteras, etc.

La japonesa Fanuc, la mayor productora mundial de robots, está produciendo cantidades récord de dichos artefactos, y la estadunidense Energous, quien ya se encarga de cargar su iWatch sin que usted lo conecte, está desarrollando tecnologías para que los robots, los autos, los aviones y las máquinas se carguen a distancia sin necesidad de estar conectadas a las fuentes de poder, lo que permitirá que las legiones de máquinas, instrumentos y otros dispositivos puedan moverse de manera continua y no interrumpir la actividad productiva o el transporte.

Las formas de producir esa energía que será transmitida a distancia a esas máquinas está también transformándose de manera vertiginosa. Ya en este momento se puede producir energía del biogás de la basura, y de la basura misma.

La producción de energía a partir del viento y el sol ha entrado ya en la franja de rentabilidad económica, y países como Chile, Alemania, Suecia, y muchos otros ya han pagado precios negativos por sus cargas energéticas durante varias semanas en fechas recientes.

Los mercados financieros del mundo parecen husmear algo. A pesar de la multitud de vientos en contra, de la marea en la proa, siguen subiendo y los precios máximos de las acciones, sobre todo las tecnológicas, no parecen detener a los inversionistas buscando un pedazo de ese mundo que podría estar por llegar.

Si el futuro está ya tan cerca. Si la ficción está a punto de volverse real: ¿serán las Google, las Apple, las Amazon, los Uber, quienes manejarán el planeta? ¿será Cisco quien conecte al mundo con sus switches y ruteadores? ¿Será Impinj quien conecte a todas las máquinas y cachivaches que usamos?

¿Será Microsoft, cuya acción acaba de cerrar en un precio máximo histórico, quien procese toda la información resultante de ese mundo conectado y robotizado?

Y si estamos cerca del futuro: ¿Qué ocurrirá con el empleo de los millones de personas que serán suplantados por las máquinas?

¿Cómo haremos para que los miles de millones de personas que no tienen los conocimientos suficientes para crear las nuevas tecnologías no acaben en condiciones de medianía y frustración?

¿Será ese nuevo mundo que se asoma la oportunidad para que nos liberemos del trabajo y podamos explorar el uso del tiempo libre?

¿O estaremos sujetos al imperio de la máquina como la pesadilla de Terminator lo soñó?

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