Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

14 Nov, 2016

Perder el TLC es el verdadero peligro

En el pánico que ha provocado la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, es probable que el único punto realmente preocupante para México sea la suerte del Tratado de Libre Comercio.

El TLC ha sido, sin lugar a dudas, el más grande esfuerzo transformador del México moderno:

Modificó la conducta misma de los consumidores cuando empezaron a encontrar productos de consumo extranjeros en los estantes de los supermercados mexicanos.

Transformó el comportamiento de la industria y las empresas mexicanas, que tuvieron que aprender a marchas forzadas a competir, a buscar nuevas áreas de negocios, a descubrir los mercados internacionales.

Provocó una evolución en el gobierno, que empezó a reducir y cambiar regulaciones, a darle independencia al Banco de México, a preocuparse de los equilibrios fundamentales de la economía, a cuidar el balance de las finanzas públicas.

En suma, sin el TLC México sería una nación con mayores atrasos, con más desigualad, con más pobreza y, como diría un conocedor, “sin el TLC andaríamos agarrándonos a pedradas”.

Y lo que corre peligro con Trump es precisamente el TLC.

La migración ha sido negativa los últimos años. Lo del muro es una vacilada. La expulsión se peleará en las cortes.

Pero Trump está en su derecho de pedir una revisión del Tratado de Libre Comercio.

Y, ahí, el problema mayor probablemente no está en lo que Trump quiera cambiar, sino en el hecho de que, al tratar de modificar algo, abre la puerta para que las fuerzas proteccionistas que hay en los tres países, Canadá, Estados Unidos y México, aprovechen la ocasión para introducir aranceles o medidas administrativas que los protejan de la competencia.

Y eso es tanto como echar a perder el espíritu completo del Tratado.

Si en algún flanco México debe prepararse de Trump y lo que quiera hacer es en el del Tratado de Libre Comercio. Este acuerdo creó la mayor zona comercial del mundo y Trump puede destruirla sólo abriendo el TLC. La parte más preocupante de la “filosofía trumpista es su oposición a un mundo globalizado donde los flujos de capitales, bienes y  personas se realicen con las menores barreras posibles. Y Trump, como nuestro mesías tropical, Andrés Manuel López Obrador, cree que la soberanía nacional consiste en que no entren ni bienes ni dinero ni personas de otras naciones; que el país produzca todo lo que necesita sin traer nada de fuera, que las empresas sean propiedad de hijos y nietos de padres nacionales y que el Estado sea dueño de todos los recursos naturales para que la voracidad del sector privado no los eche a perder.

Ése es el gran peligro de la filosofía de Trump que está avanzando en el mundo. Son los Chávez y los Evo Morales en Latinoamérica; los Le Pen en Francia y los Brexit en Inglaterra: que las naciones sean como islas donde sólo los nacionales vivan, produzcan, inviertan y el Estado sea el dios todopoderoso que todo lo controla.

A México le ha costado sangre librase de ese pensamiento y el TLC es uno de los más importantes pasos de ese avance.

Y hoy corre un enorme peligro. Abrirlo, modificarlo, echarlo a perder, va contra los intereses nacionales.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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