Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

21 Nov, 2016

¿Y por qué no una versión 2.0 del TLCAN?

Mark Fields, CEO de Ford, ratificó la intención del corporativo de trasladar la producción del Focus  y el Fusion C-Max Hybrid a México y al mismo tiempo, que no moverá la producción del MKC de Louisville a México. ¿Por qué? Cuestión de negocios y, también, de preferencias de consumo en su mercado más importante.

Lo único cierto y que nos pega en volatilidad financiera y comercial es la incertidumbre, pero porque no se muestra la capacidad de poner sobre la mesa, esos temas que queremos negociar. No renegociar, sino plantearlos en un escenario adecuado no para finales del siglo XX sino para que cada década del XXI podamos ir afinando para fortalecer nuestra mutua revisión.  Los acuerdos a 50 años, hacen que en México, ni la infraestructura pueda modernizarse por miedo a tocar las ventas de los concesionarios a quienes se las hemos dado.

Lo que llama la atención es la estrategia tan poco activa mexicana, pues aunque el presidente Enrique Peña en la APEC comienza a hablar de modernizar el North American Free Trade Agreement (NAFTA), no pone sobre la mesa los temas que a nosotros nos conviene modernizar, especialmente, la alta porosidad comercial que tienen en Estados Unidos para facilitar la “triangulación de comercio”.

Proponer una versión 2.0 para NAFTA, implica hacer un diagnóstico claro de las debilidades que tiene nuestro sistema económico, porque las corporaciones estadunidenses no dudan en mostrar ni las bondades ni las eficiencias del encadenamiento productivo.

El Acuerdo original fue negociado y firmado hace 23 años, y desde entonces, la forma de hacer economía ha evolucionado, hay muchas cosas que no se pensaron, entonces, que hoy son diferentes, como el hecho de que entonces México reservó el sector energía y hoy, la apertura originada en la Reforma Energética coloca como prioritario el tema sobre la mesa. Nuestro principal mercado sigue siendo Estados Unidos, y el 85 por ciento del déficit procede de Estados Unidos. Pero China es diferente, se ha colado por una puerta que una y otra vez nos ha unido en la mesa de negociación bilateral, trilateral y global.

Tres elementos le importan a Trump: 1) cobrar IVA en importaciones que se quedan en Estados Unidos una vez que se manufacturan en México. La evasión del IVA es un problema de ambos, no sólo de ellos.

2) Los salarios y condiciones laborales en México no se equiparan a las de Estados Unidos, particularmente en algunas industrias. Una ojeada a la cadena Textil-Vestido, muestra la diferencia, y no sólo tiene que ver con reformar la Ley, sino hacerla cumplir.

3) Tema ambiental, Ley de Transición energética más moderna que la de ellos… ojo. No nos podemos comprometer nada en términos ambientales.

Es evidente, por los nombramientos que ha filtrado el equipo de Trump, donde estará puesto el énfasis: manufactura y cadena productiva, propiedad intelectual y, homologación de condiciones laborales y, homologación de condiciones regulatorias e impositivas.

Hay áreas de la nueva economía digital que no están y, otras como lo laboral y agricultura que se quedaron en el anexo negociado en 1992, pero que podrían entrar, sin duda, al NAFTA 2.0. Pero lo importante, es ver qué queremos incluir para anticipar y desarrollar mercados con miras de largo plazo, no sólo esperar a ver qué quiere Trump.  El desafío es entender que un mercado que orienta su planta productiva sólo al sector servicios está condenado a romper la cadena de producción y empleo. Ése es el sentido del Big America o el de Made in Mexico.

Wilbur Ross y Dan DiMicco, son los personajes que podrían encabezar el Departamento de Comercio y la USTR (negociador comercial estadunidense). El primero es un conocedor y reestructurador del sector textil estadunidense y aunque tiene 80 años el financiero procedente de Charlotte, sabe identificar cadenas de valor globales, comprar activos en otras partes del mundo y, aprovechar la Ley de Quiebras y las ventajas del mercado de capital más importante de Estados Unidos para reestructurar empresas y sacarlas de la banca rota.

En el caso de DiMicco, American Made: Why Making Things Will Return Us to Greatness, puede dar un sentido más claro a lo que se dice y habla. De hecho, Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, conoce bien a este personaje que es el expresidente honorario de Nuccor, una de las acerías con las que la industria siderúrgica en México se ha aliado contra China, pero también ha peleado en cuotas compensatorias en productos semi terminados.

Trump dice que lo que hará es nombrar a negociadores inteligentes, y ¿nosotros no los tenemos? Lo importante es dejar el mood defensivo y dar tiros de puntería. No es la primera vez que los usamos.

Ejemplo: México ha ido desarrollando lento el sector aeroespacial porque Estados Unidos se quedó con la patente de certificación y, para lograrlo se negoció un bilateral aviation safety agreement, con el que se logró el reconocimiento.

Vea el caso de la negociación del bilateral aéreo, en el que no se concedieron cielos abiertos. La respuesta fue que el DOT estableció condicionalidades tan altas que hacen poco viable la alianza Delta-Aeroméxico, aun cuando para lograrlo México cedió en cielos abiertos para carga a cambio de nada. ¿Ganamos o estamos perdiendo?

Insisto, tenemos muchas áreas no incluidas en el Nafta que se han beneficiado de acuerdos directos, ciertas industrias en ciertos estados donde hay senadores y representantes poderosos, donde mostrar, no esperar, pueden apoyar el bloqueo a la Casa Blanca aun cuando hay empedrado en el camino.

Por último, el Intra Industry Rate, puede facilitar el entendimiento de sectores. Por ejemplo, ¿por qué el CEO de Ford se mantiene en su decisión de enviar la producción de Focus a San Luis Potosí?, porque es una decisión de negocio, de rentabilidad, de mercados.

El bluff de Trump sobre la industria automotriz es contra empresas americanas, pues en México no tenemos ninguna empresa mexicana automotriz, ¿usted cree que en la competencia de las naciones Ford y GM son viables sin NAFTA?  Pero a Trump le gusta regaterar como deporte. “¡Is The Art of his Deal!”, y es tan interesante el próximo presidente de Estados Unidos, que nos escribió un libro de cómo es.

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