Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

1 Dic, 2016

Ahora viene lo interesante: La construcción de una economía de mercado

A partir de ya, lo más interesante que veremos de Cuba será un proceso que se desarrollará como en los circos, en dos pistas. En una, veremos la necesaria desmitificación de la vida del fallecido y su mal llamada revolución y en la otra, lo que más deberá interesarnos, la construcción de una economía de mercado.

La puesta en práctica de un proceso que para nadie es una novedad: Dejar atrás lo que causó miseria y atraso en todos sentidos, y sentar las bases de una economía abierta, de mercado. Dicho de otra manera, veremos el proceso de construir capitalismo.

Si bien para los historiadores será de gran importancia la desmitificación del gigante, que al final del día quedará en lo que realmente fue, un enano, para millones de cubamos lo que más les va a interesar y beneficiar será el otro proceso, la apertura de su economía y la restitución de las libertades y derechos conculcados más de medio siglo.

El avance de la democracia es, a pesar del populismo que hoy parece avasallarlo todo, la única vía para sacar del atraso a pueblos y países. Con ella, por encima de obstáculos que hoy parecen insalvables, está la apertura económica y el mercado. Por más que critiquemos estos últimos, —expresión de las libertades, tanto las políticas como las económicas—, los resultados están a la vista para quien, con una mínima objetividad, los quiera ver.

Si bien los críticos aducen que democracia y mercado no han resuelto de manera definitiva la pobreza, y lo que ahora seduce tanto a los políticamente correctos, la desigualdad —cuando lo que debemos enfrentar de manera correcta, no demagógica, es la pobreza—, exigen que democracia y mercado resuelvan en años, lo que el estatismo y la conculcación de derechos y libertades construyeron en decenios, por no decir siglos.

No ven, porque no les conviene que, por ejemplo, en los países de lo que fue Europa Oriental, hoy vemos economías de mercado y democracias vivas mientras que todavía, allá por los primeros años noventa del siglo pasado, el sistema socialista impedía prácticamente toda expresión de individualidad y cualquier intento de modernización.

Tres ejemplos son buena prueba de lo que inexorablemente le espera a Cuba: El proceso en la hoy extinta URSS, los cambios en la República Popular China y lo impensable: Vietnam.

Este último país, después de poner en práctica durante diez años el socialismo, cualquier cosa que esto pudiere significar, los gobernantes decidieron cortar por lo sano y reconocer y aceptar lo que era evidente: Lo que estaban haciendo, era inviable a todas luces. ¿Lo duda? Vea hoy lo que han hecho en ese país desde el viraje de 1985.

¿Qué le espera a Cuba? Por más que intenten oponerse el heredero y su camarilla a los deseos de libertad de millones de cubanos, éstos terminarán por imponerse. ¿Qué será de la pandilla de saqueadores, que al amparo del finado y del heredero han vivido una vida de excesos y lujos? Simplemente, serán arrumbados en el basurero de la historia.

Sigamos el proceso cubano porque, a querer y no, la economía que surja de la ruina actual será para México —en algunas actividades—, un competidor de cuidado.

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