Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

3 Dic, 2016

Las identidades en un país

¡Qué lata! Parece que nosotros no nos podemos quitar de la cabeza el resultado de las elecciones en Estados Unidos, que tienen repercusiones potenciales desfavorables para México y sus habitantes residentes aquí y en el extranjero. Quiero terminar y volver a mi querencia, que son los millones de negocios de estructura familiar que mantienen en crecimiento y estabilidad a nuestra nación.

El tema de las identidades es fascinante, pero peligroso. La señora Clinton, con todo y su inteligencia y brillantez, tuvo un problema: No logró llegar al corazón y a los deseos de una gran masa de la población que antes apoyaba al Partido Demócrata, que fueron las mujeres y, sobre todo, hombres blancos de clase media baja (a pesar de que el ingreso per cápita estadunidense está por arriba de los cincuenta mil dólares, cantidad nada despreciable) y se apoyó en las diferentes minorías de ese país.

Estas minorías, como los latinos, provenientes de muchos países no tienen una misma identidad. Hay notables diferencias entre los descendientes de refugiados cubanos, los puertorriqueños o los provenientes de México y Centroamérica.

Los ciudadanos de color traen fuertes resentimientos por su procedencia como descendientes de la horrible etapa de esclavitud y que, a pesar de la epopeya de elegir a Obama como Presidente por ocho años, siguen con problemas y violencia.  Finalmente, el enorme sector de las mujeres, fuertemente lastimadas por las palabras y acciones del candidato republicano que, se preveía, votarían mayoritariamente por Hillary.

Ganarse a estas y otras minorías le funcionó en parte, pero no lo suficiente. Muchas latinas votaron por el republicano en Florida, un estado crítico. Jóvenes estudiantes la apoyaron en la campaña, pero no votaron en masa. Millones se quedaron con el deseo en su casa, pero no salieron a votar y eso es lo que cuenta principalmente en una democracia.

El otro problema es el exceso de confianza. Estados del norte y medio oeste que se consideraban bastiones demócratas por décadas se le voltearon a Hillary, ya que no los visitó. Los republicanos desencadenaron una campaña populista y sicológica acertada en esas áreas y ahí se fueron los votos electorales necesarios para ganar la elección.

La identidad del ciudadano blanco rural, cristiano evangélico o religioso, conservador, apegado a sus tradiciones fue descartada como algo menor por los medios informativos, las dichosas encuestas. Su enojo ante leyes liberales que atentan contra ellos los llevó a buscar al menos malo de los candidatos y seguir sus promesas. Total, estamos ante una etapa inédita para el mundo, en la que los regímenes moderados o liberales en varios países se están revirtiendo.

México no se queda atrás con el concepto de múltiples identidades, culturas diversas y tradiciones ancestrales y, actualmente, es preciso decirlo, una apatía y enojo prevalentes. El efecto de estas infaustas elecciones, aunque no se siente todavía, puede dar lugar a que la política mexicana sufra un proceso populista similar, lo cual sería trágico.

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