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Ante la afirmación de que la Inteligencia Artificial (IA) y los robots están listos para reemplazarlos, la mayoría de los profesionales típicos (médicos, abogados, contadores y otros) creen que saldrán ampliamente ilesos.
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Nuestra investigación desafía la idea de que estos profesionales se salvarán. Esperamos que dentro de unas décadas la mayoría de los profesionales serán reemplazados por gente menos experta, por nuevos tipos de expertos y por sistemas de alto rendimiento.
La afirmación de que las profesiones son inmunes a ser desplazadas por la tecnología usualmente se basa en dos supuestos: las computadoras son incapaces de emitir juicios, ser creativas o expresar empatía, y que estas capacidades son indispensables para los servicios profesionales.
El primer problema con esta postura es empírico. Como demuestra nuestra investigación, cuando el trabajo profesional se divide en partes componentes, muchas de las tareas resultan ser de rutina y basadas en procesos. De hecho no requieren de juicio, creatividad o empatía.
El segundo problema es conceptual. La insistencia en que los resultados de los asesores profesionales solo pueden alcanzarse con seres sensibles que sean creativos y empáticos normalmente se basa en lo que llamamos la “Falacia de la IA”; la idea que la única forma en que las máquinas pueden superar a los mejores profesionales humanos es copiando la forma en que éstos trabajan.
El error aquí es no reconocer que los profesionales humanos ya están siendo superados por una combinación de poder de procesamiento bruto, grandes datos y algoritmos notables.
Cuando los sistemas vencen a los mejores humanos en juegos difíciles, cuando predicen las decisiones probables de las cortes de justicia de forma más precisa que los abogados o cuando el resultado probable de las epidemias puede medirse mejor con historiales en lugar de con la ciencia médica, estamos siendo testigos de máquinas no pensantes de alto rendimiento.
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Nos inclinamos a ser comprensivos con este uso transformador de la tecnología, sobre todo porque los profesionales actuales son cada vez más inasequibles, poco claros e ineficientes, y porque no generan valor de forma pareja entre nuestras comunidades.
En la mayoría de las economías desarrolladas, hay preocupación por la espiral de costos en la atención médica, por la falta de acceso a la justicia, por la insuficiencia de los sistemas educativos actuales y por la falla de los auditores para reconocer y frenar varios escándalos financieros.
Las profesiones tienen que cambiar. La tecnología puede ser que las obligue.
Por Richard Susskind y Daniel Susskind
* Richard Susskind es consultor de tecnología de la información en el Instituto de Internet de Oxford. Daniel Susskind es profesor de economía en el Colegio Balliol, en Oxford.
