David Páramo

Análisis superior

David Páramo

19 Dic, 2016

Gasolina libre

Una de las grandes contradicciones de muchos mexicanos es que casi simultáneamente pueden quejarse de las políticas que califican como proteccionistas y xenofóbicas de Donald Trump porque atentan en contra del libre comercio y, por lo tanto, el mejor interés de la mayoría de los mexicanos y pedir acciones proteccionistas contra la libertad económica.

Una forma de este contrasentido es que los mismos líderes de la iniciativa privada que están haciendo planes de choque ante la victoria de Trump son los mismos que piden al gobierno intervenir el mercado cambiario, al más puro estilo de China. No me detendré, al menos por hoy, en las declaraciones de políticos sobre la liberación del precio de la gasolina, pero sí señalaré el contrasentido de que sus partidos lo aprueben en el Congreso y lo fustiguen con declaraciones. Que pidan salvar y fortalecer a Pemex y se opongan a las medidas en su favor.

Entre la iniciativa privada y entre los comentócratas hay quienes deambulan entre el pánico sobre la liberación del precio de las gasolinas, haciendo especulaciones que hablan de aumentos que van del 6 al 21%, sin tener ningún sustento, y que piden que la liberación no se dé en los hechos, que el gobierno establezca cualquier cantidad de protecciones para evitar lo que consideran el impacto negativo en la economía de las personas.

Obvio, son los mismos que durante años pidieron tener los mismos precios que en Estados Unidos. En realidad sólo hablaban del tema cuando en alguna región de aquel país estaba más barata que en México o, en el imaginario popular, que en México era demasiado cara.

El esquema de precios en el que vivió el país durante casi 80 años era absurdo: burócratas fijando el precio no por cuestiones de mercado sino con un carácter fiscal y recaudatorio, lo que generó cualquier cantidad de deformidades, como el tener un precio único a nivel nacional, que tan sólo en términos de ineficiencias de transporte le cuesta a los contribuyentes, que no a Pemex, 40 mil millones de pesos.

El tema del transporte es fundamental si se considera que, a pesar de que hay permisos de importación de gasolina, no se ha importado un litro, porque el costo de transporte subsidiado por Pemex, con cargo a los contribuyentes, lo hace inviable para los privados.

Sin embargo, ahora que la Secretaría de Hacienda dice que va a dejar de meter la mano en este precio, no faltan los que gritan, aterrados, que eso generará cualquier cantidad de tragedias económicas.

Haga un poco de memoria. En todos los casos que se dieron liberaciones de precios, como en las telecomunicaciones, se habló de que se transfería la riqueza a unos pocos en detrimento de la población.

Mientras que los precios de las telecomunicaciones han disminuido más de 20% en el último año, la inflación general ha crecido 3.3 por ciento.

Lo mismo ha sucedido en los servicios financieros, automotriz y muchos otros sectores que, luego de ser controlados por el Estado, son liberados y eso beneficia a los consumidores.

Sin duda, la liberación del precio de la gasolina debe ser vista como una gran noticia. Basta de miedos.

ECOCIDAS

Francisco del Río Chiriboga y Dennis Stevens son dos oscuros personajes que tratan de detener el rescate de la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec, para legalizar restaurantes que operan fuera de la ley mediante una mezcla de chantaje y tráfico de influencias.

El rescate, fundamental para proteger el medio ambiente de la Ciudad de México, afecta los negocios de estos individuos por lo cual han lanzado una ofensiva para descarrilar el proyecto fundamental para el medio ambiente de la capital del país.

Lograron, de una forma poco clara, que el juez tercero en materia administrativa, Martín Santos Pérez, suspendiera el concurso para rescatar la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec.

Del Río, que no aparece en las resoluciones jurídicas ni en las promociones ante los juzgados, suele ostentarse como compadre del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Luis María Aguilar, con lo que, en el menos malo de los casos, engaña jueces ansiosos de quedar bien (el peor de los casos sería corrupción y tráfico de influencias), que ven con buenos ojos los asuntos que él respalda en lo oscuro.

Stevens, quien opera restaurantes sin las licencias correspondientes, regentea la Asociación de Colonos Lomas Chapultepec y Virreyes. Su intención es chantajear al Gobierno de la Ciudad de México con un proyecto ecológico fundamental para obtener beneficios indebidos.

Habrá que estar pendientes de este caso, puesto que va en contra del mejor interés de los habitantes de la capital del país.

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