José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

23 Dic, 2016

Falló el Colegio Electoral

El laberíntico sistema electoral de EU es único por su descentralización y por la manera en que organiza el voto para seleccionar electores y no al Presidente y vicepresidente en votación directa. Eso hizo posible que Hillary Clinton arrasara en el voto popular a Donald Trump por tres millones y perdiera la elección. Las razones para tan intrincado sistema se encuentran en los compromisos que fue necesario hacer en la Convención Constitucional de las 13 provincias que al inicio formaron EU, entre estados grandes, como Virginia y Pennsylvania, y otros pequeños, como Rhode Island y Delaware, para proteger los derechos de estos últimos.

Inicialmente los electores tenían la posibilidad de votar en el Colegio Electoral, que se reúne en las capitales de cada estado, por alguien que no fuera el candidato elegido por la mayoría, pero con el paso del tiempo 30 entidades decidieron imponer castigos a los llamados electorales “desleales”. Las razones para rebelarse contra la decisión de la mayoría se encuentran en el Ensayo Federalista 68 escrito por Alexander Hamilton que sustenta que la misión del Colegio Electoral era ponderar las virtudes del ganador y poder cambiarlo, en caso de que fuera un demagogo sin calificaciones para el puesto.

También se trataba de impedir el acceso a la Presidencia de un autócrata carismático que pusiera en peligro su sistema político, en adición a bloquear el acceso a alguien que fuera un pelele de potencias extranjeras.

La descripción de Hamilton de a quién debiera el Colegio Electoral impedirle llegar a la Presidencia, es una descripción precisa de Donald Trump, razón por la que surgió una agrupación bautizada como los Hamilton Electors  para persuadir a los electores que no votaran por él, pues con sólo 37 votos que se cambiaran, de un total de 538, perdería su mayoría en el Colegio y la elección la decidiría el Congreso.

En las 51 reuniones que se celebraron el lunes en las capitales de los estados y del país, descentralización diseñada para evitar que las pasiones políticas pudieran desembocar en violencia en caso de reunirse todos en el mismo tiempo y lugar, hubo electores “desleales”, pero sólo dos de ellos evitaron votar por Trump. Con los resultados de los votos en el Colegio Electoral se emite un “certificado de la votación” en cada estado, que se hace llegar a diversas instancias del gobierno y al Congreso, cuyas dos cámaras celebrarán una reunión conjunta el 6 de enero para contar los votos electorales.

Los legisladores pueden objetar votos individuales o resultados estatales, pero con una mayoría del Partido Republicano en ambas cámaras, es virtualmente imposible concebir un escenario en el que se refutara la elección de Trump con el suficiente vigor como para vetar su acceso a la Presidencia y elegir a alguien más.

Los resultados de esta elección y la forma como se condujo el proceso, han traído a la palestra la necesidad de cambiar el sistema, empezando por eliminar el Colegio Electoral que en esta ocasión mostró de nuevo que no es capaz de desempeñar la principal función que los fundadores del país le encomendaron: evitar que alguien eminentemente descalificado para ejercer el cargo llegue a ser Presidente.

Es más que improbable que cualquier reforma fundamental progrese, precisamente porque los estados con menor población tienen una desproporcionada sobre-representación en el Congreso y en las elecciones, que no quieren perder, y cuentan con los votos necesarios para impedir cualquier cambio.

Por lo pronto, hagámonos a la idea de que tendremos que trabajar, con talento imaginación y diplomacia, con un gobierno de plutócratas y militares en EU para minimizar los costos de sus políticas en México.

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