José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

6 Ene, 2017

Trump, el regreso de El Padrino

Luigi Zingales, gran economista de la Universidad de Chicago, escribió que la política industrial del Presidente electo de EU se parece más a la forma de operar de Vito Corleone en El Padrino, pues él no negocia, sólo “hace ofrecimientos que no se pueden rechazar.”

Zingales ya nos había advertido en su excelente libro Un capitalismo para el pueblo (2012), que era predecible que los movimientos populistas tomaran vigor en EU debido a la mayor desigualdad en la riqueza y el ingreso, una clase media estancada y desconfianza creciente hacia las élites.

Aseveró que las corrientes populistas de moda hace 5 años, el Tea Party de derecha y el Tomemos Wall Street, cruza de marxismo panfletario y anarquismo, eran el anuncio de lo que vendría y que  “alguna forma de populismo era inevitable” como resultó claro con las campañas presidenciales.

Concluyendo que el populismo llegaría al poder, se dio a la tarea de definir una agenda populista positiva, como la que se concretó a principios del siglo XX, dado que entonces, al igual que ahora, la oligarquía económica se había vuelto inmensamente poderosa y abusiva. 

Así, se concretaron las reformas que dieron al gobierno los medios legales para combatir monopolios y neutralizar colusiones, forzar transparencia contable, detectar fraudes corporativos y alcanzar un sistema financiero menos concentrado, con lo que se estableció un nuevo equilibrio de poder que permitió a la economía de mercado sobrevivir y trabajar por el bienestar común.

Por desgracia, la agenda propuesta por Zingales, que priorizaba evitar que EU cayera en el “capitalismo de compadrazgo” que caracteriza a su país de origen, Italia, del que salió hacia tierras donde se premiara el mérito y no las influencias, no fue adoptada por nadie por lo que hoy ¡tenemos a Trump!

Desde su triunfo Trump se ha dedicado a chantajear a empresas que ya operan o planean hacerlo en México, siguiendo la pauta de Don Corleone. Ha amenazado a Carrier y Rexnord, a Ford y a General Motors. Ayer, fue a Toyota y su acción cayó en picada. Y ya logró cancelar cuantiosas inversiones. Ni más ni menos, ¡es la guerra!  Amenazar empresas no es ilegal, pero imponerles tarifas sí lo sería y violaría las reglas vigentes para regular el comercio internacional, lo que le importa a Trump tanto como a Don Corleone enviar la cabeza de un caballo muerto a un productor de Hollywood que se negó a contratar a su ahijado o acribillar a capos competidores.

Quienes en México se sentaron plácidamente a esperar que Trump no haga como Presidente lo que prometió como candidato y ha venido haciendo reiteradamente desde su elección, me parece de una complacencia delirante, sobre todo, al ver la alineación de funcionarios que nominará para los puestos clave.

Como poderoso secretario de Comercio, Wilbur Ross ostenta un mercantilismo rancio: las exportaciones son buenas, las importaciones malas, punto. Peter Navarro, cabeza del nuevo Consejo Nacional de Comercio, cree que el IVA es un impuesto a las importaciones de México desde EU y un subsidio a nuestras exportaciones a ese país, no entiende que es un impuesto al consumo.

Y el recién nominado Negociador Comercial (USTR), Robert Lighthizer es un fanático proteccionista que ha representado a industrias que son las peores enemigas del libre comercio.

Las amenazas a la Don Corleone en el incontinente tuiteo de Trump, y el equipo de aislacionistas arcaicos a cargo de la política comercial, no auguran nada bueno. No habrá negociación sino imposición unilateral de lo que quiera tan deplorable equipo.

Con Trump a la cabeza de su pandilla de billonarios y generales en el gobierno y las tácticas de Don Corleone, EU se aleja más de la economía de mercado y va que vuela a convertirse en el “capitalismo de compadrazgo” que tanto temía Zingales.

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