Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

7 Ene, 2017

Ford piñata

Ford Motor Company, como cualquier empresa pública, debe buscar aumentar sus utilidades en beneficio de sus accionistas, ese mandato es y debe ser incuestionable para cualquier compañía. Mucho habrá tenido qué pensar y definir el liderazgo de la empresa que fundó Henry Ford hace 113 años. Apenas en octubre, cuando parecía lejano que Donald Trump fuera el próximo habitante de la Casa Blanca, Bill Ford, presidente ejecutivo de la compañía y bisnieto de Henry, se reunió con el candidato republicano para defender la postura de la firma automotriz y sostener la decisión de trasladar parte de su producción de vehículos compactos de Michigan a México.

Una vez electo Donald Trump, Ford reiteró que realizaría sus planes de inversión a México, aunque a mediados de noviembre, el próximo presidente estadunidense tuiteó que los había convencido de no trasladar puestos de trabajo a México, lo cuál se refería a una planta que no tenía nada que ver con el anuncio original. En esta primera semana de 2017 Mark Fields, CEO de la compañía, dio a conocer la cancelación de la planta en San Luis Potosí.

Desde la óptica de Wall Street, la decisión de Ford puede resultar correcta en el interés de maximizar o garantizar sus utilidades de los próximos trimestres, no obstante, resulta casi risible la afirmación de Fields en cuanto a que: “la razón por la que estamos cancelando la planta de México es por el hecho de que íbamos a armar la nueva generación del Focus, ahora vamos a producirlo en una planta existente, porque hemos visto una demanda decreciente de vehículos pequeños en Norteamérica por lo que ya no necesitamos tanta capacidad”.

El problema de muchas empresas es que el horizonte de sus líderes no va más allá de tres trimestres, lo que suele generar fracasos en el mediano y largo plazo, en el caso de Ford, me parece que ceder ante Trump ofrece una derrota estratégica para una empresa que se ha beneficiado de la globalización y particularmente de la región TLCAN. Además, Ford debilitó la capacidad de otras fabricantes de autos para resistir las presiones de Trump.

Qué va a pasar cuando Trump imponga un arancel de 35 por ciento o alguna otra medida que dañe los intereses de Mazda, Honda, Nissan, BMW, Volkswagen, Daimler y Hyundai, etc.

Lo que cabría esperar como respuesta, además de eternos paneles de controversia en la Organización Mundial de Comercio, es que la Unión Europea, Japón y, por otros motivos, también China, busquen una compañía piñata para demostrarle a Trump una respuesta controlada a su proteccionismo. Gracias a su proactividad, Ford se convirtió en una apetitosa piñata y eso es mala noticia, resulta que el año pasado de los seis millones 635 mil vehículos que colocó la empresa en el mundo, el 42 por ciento fue en Europa y China y en muy menor medida México.

En caso de que China y Europa quieran tomar medidas, Ford será una buena piñata. Adicional a ello, el anuncio debe haber tenido un impacto importante en el ánimo interno de la compañía en México.

En contraste, destaca el ejemplo de Toyota que contestó a los tuitazos del Presidente electo con cifras y argumentos: tenemos 10 plantas de manufactura en la Unión Americana y una inversión en dicho país de 21 mil 900 millones de dólares con mil 500 distribuidores y 136 mil empleados. La respuesta de la japonesa, fue puntual, clara y oportuna, muchas empresas se enfrentarán a escenarios inéditos que requerirán una visión que vaya más allá del trimestre y que les evite ser potenciales piñatas.

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