Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

9 Ene, 2017

El gobierno debe transformarse

México tiene cuando menos tres décadas enfrentando gasolinazos; pero nunca se había producido una oleada de protestas como la que el aumento de este año ha desatado. No es importante para este caso si el encarecimiento del combustible es lógico desde el punto de vista económico: lo importante es ver en las protestas pacíficas y dentro de la ley, que han sido la mayoría, las razones reales del enojo de la sociedad.

Desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari hasta el de Enrique Peña Nieto, casi 30 años, se han hecho reformas estructurales. La mayoría, por no decir todas, han significado un avance y una trasformación de fondo en el país: el TLC, la que desarmó el monstruoso aparato paraestatal, la independencia del Banco de México, la reforma a la Ley del IMSS para crear las afores, las primeras leyes de transparencia y la reforma al ISSSTE son algunas de las tantas transformaciones que sin duda han cambiado a México para bien. Sin embargo, hay dos reformas estructurales que ni siquiera la alternancia en el poder tuvo los pantalones, el ánimo y el talento para realizar:  la que debiera erradicar la corrupción en de ejercicio del gobierno y la que debiera encaminar a México a una sociedad más igualitaria.

La llegada del PAN a la Presidencia de la República abrió las esperanzas de una nueva forma, un nuevo estilo, un nuevo modelo de gobierno. Pero lo único que pasó es que el PAN gobernó como un PRI región cuatro, con escándalos que ni siquiera los priistas habían protagonizado y con personajes tan impresentables como muchos del tricolor.

Y esa desesperanza, esa larga espera de nunca acabar con gobiernos voraces por un lado e ineficientes por otro y de vivir en una sociedad tan desigual ha producido una irritación social de tal tamaño, que el aumento de la gasolina sólo hizo explotar. No bastaría que los precios del combustible bajasen para que la insatisfacción de los mexicanos se resolviera.

La sociedad no tolera más gobiernos de todos los partidos que sólo llegan a saquear; a que pasen trienios y sexenios, y la infraestructura y los servicios públicos sean una vergüenza; que cada periodo de gobierno produzca oleadas de millonarios y que quienes trabajan en la burocracia sólo lleguen a enriquecerse.

Y para completar el cuadro, una desigualdad social vergonzosa, con unos cuantos ricos que cada vez lo son más y millones de pobres que no tienen esperanza de que su nivel de vida mejore.

México necesita una verdadera reforma estructural que modifique el comportamiento y ejercicio del gobierno, que erradique la corrupción de raíz, que castigue con mano de hierro la deshonestidad en todos las órdenes de gobierno. Y una más, que abra la esperanza a los millones de pobres, de que su nivel de vida mejorará sustancialmente y que el horizonte de su vida no será sólo ver cómo unos cuántos se enriquecen. Si esas transformaciones no se hacen institucionales, la sociedad, como ha ocurrido ya en muchos países del mundo, elegirá al populismo como única alternativa, con lo cual saltará del purgatorio al infierno.

Y esa no debe ser la suerte de México. Los cambios se pueden y se deben hacer por la vía institucional. 

Hasta el próximo lunes aquí mismo y para más comentarios, en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

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