David Páramo

Análisis superior

David Páramo

11 Ene, 2017

Complot descubierto

La maldad de Enrique Peña Nieto sólo es comparable a su poder. El satanás mexicano no se levanta en las mañanas viendo cómo joder a México, sino que trazó un plan macabro de células dormidas, no sólo en el gobierno federal, sino en organismos financieros internacionales desde finales del siglo pasado.

Se ha descubierto que infiltró a José Angel Gurría en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), hace una década, como parte de un equipo para justificar el más reciente atentado en contra del pueblo de México.

Lo eligió por su capacidad de mimetizarse con los políticos, al grado de que fue secretario de Estado con Ernesto Zedillo, el presidente menos priista de los priistas. Zedillo, por cierto, se avergonzó tanto de ceder a la mafia del poder que regentea Carlos Salinas de Gortari, como lo ha documentado el mesías, que ni siquiera cobra pensión como expresidente (bueno, tiene otros negocios al amparo del poder).

Gurría es un esbirro de la conspiración peñista en contra del pueblo bueno y ayer lo demostró con un arranque de cinismo y odio a México.

PRUEBAS

Dijo sobre la liberación del precio de los combustibles: “Esta era una medida inaplazable e inevitable y si acaso la única crítica que tenemos es que se tomaron demasiado tiempo en tomarla. Es como las presas, se va juntando el agua y de repente hay que soltarla para que no se reviente la cortina”.

Y confesó que era un plan generado por la mafia del poder, pero que nada le sale bien porque el Presidente es tonto, al reconocer que “nos agarró el aumento de los precios del petróleo de los últimos meses, además de la caída del peso, por lo que la fórmula prevista nos dio como resultado un aumento grande”.

Me pregunto, ¿cuánto le habrán pagado a Gurría por estas declaraciones? Usted lo sabe mejor que nadie, quien pueda estar a favor del aumento en el precio de las gasolinas lo hace por corrupto e imbécil que no comprende la realidad. Claro, este tipo vive en París y no conoce al pueblo, bueno, ni de sus necesidades y anhelos de justicia.

No entiende, ni podrá hacerlo, que la felicidad de los buenos mexicanos sería suprema si regresara el subsidio de la gasolina y se vendiera no en cinco, sino en tres pesos, porque eso es lo justo. Somos un país petrolero, ¿qué no?

Otra prueba de lo intrincada que es esta conspiración, según revela un grupo de periodistas verdaderamente independientes, es que Gurría llegó la OCDE hace 10 años e inmediatamente puso manos a la obra en este atentado en contra de México.

Él mismo lo reconoció públicamente cuando dijo: “Éste era el único país de la OCDE que seguía subsidiando el consumo de combustibles fósiles y era insostenible desde el punto de vista presupuestal, profundamente injusto desde el punto de vista social e incongruente con el objetivo de disminuir las emisiones de CO2”.

Me pregunto, ¿de cuánto fue el chayote que le dieron a este tipo o a la OCDE, que tiene un presupuesto anual de más de 360 millones de euros? Es sabido que Peña sobornó al rey de España para lograr la liberación de su amigo y cómplice Moreira; que compró al Centro Internacional de Huracanes y a la NASA para que inventaran una alerta para crear una cortina de humo sobre algunos de los temas internacionales.

Es claro que los alcances de Peña son increíbles, pero el pueblo se ha dado cuenta y no es tonto. En 2018, él y sus corruptos seguidores tendrán que pagar por los actos en contra de los mexicanos.

ADVERTENCIA

Salvo las citas textuales de José Angel Gurría, lo escrito en esta entrega de mi columna es una estupidez, llena de mentiras y opiniones total y absolutamente fuera de contexto.

La escribí a manera de burla y protesta. Hay una gran cantidad de mexicanos que han decidido dar la espalda a la verdad, que no están interesados en informarse o generar un criterio propio, sino que repiten una y otra vez las cosas que se parecen a su absurda manera de ver la realidad.

México debe ser una sociedad plural bien informada, en la que no se descalifique a quienes no comparten nuestra visión. Debemos aspirar a un país en el que se hable con datos concretos y no con supuestos.

Ha llegado el momento de poner un alto a los pastores de la legión de imbéciles en las redes sociales y exigir un debate informado.

A pesar de esta advertencia, no dudo que alguien replique este texto en redes sociales, tratando de dañar la buena marcha de este país o la institución presidencial.

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