Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

11 Ene, 2017

FCA no se va; Wilbur Ross, aliado

Muchos titulares de la prensa consignaron que Fiat Chrysler Automobiles se iría de México, busqué a Bruno Cattori, presidente y director general de la compañía en nuestro país y fue categórico, no se van y de aquí a tres años no hay flexibilidad para mover su producción. Cattori me dijo lo que resulta obvio y es que las decisiones de inversión y producción no se toman de un momento a otro y citó la producción de camionetas RAM: “Hoy por hoy las dos plantas de camiones, que tenemos una en Estados Unidos y otra en México, están a su máxima capacidad y eso muestra que no haría sentido mover la producción a ningún lado porque no tendríamos a dónde moverla”. De hecho, están por producir el Jeep Compass en México, se anunció desde 2015, y Cattori mencionó la inversión en la planta de Warren, Míchigan, cuya apertura será en 2020. Escuchándolo queda claro que la decisión de Ford fue intempestiva, dado que sus ejecutivos todavía defendían la decisión de la planta en San Luis Potosí apenas en noviembre. Ford debe tener mucho que contar, dado que produce más o menos el mismo volumen que FCA en sus cuatro plantas en México, sin embargo, la estrategia que siguió ha sido plegarse a la voluntad de Trump, lo que puede ser una derrota estratégica debido a que, más allá de un horizonte de tres o cuatro trimestres, la decisión puede jugar en su contra, dado que sus mercados más importantes fuera de EU podrían aplicarle aranceles a manera de ejemplo. Además, Gabriel López, director de la compañía en México, no ha salido a tratar de cambiar la narrativa, a darle un spin a la historia, ayudándose del número de empleos que mantiene en nuestro país y la larga historia de su presencia aquí. La razón debe explicarse por una estrategia definida en Dearborne, Míchigan, con nula sensibilidad hacia México.

Trump podrá doblar muchas voluntades y asustar algunas compañías, pero en el cálculo de mediano plazo queda claro que GM, Volkswagen, junto con Audi, FCA, Nissan y BMW, no serán intimidadas tan fácilmente. Pero el reto será mayúsculo porque deberán generar una respuesta conjunta apalancados con sus gobiernos. Las empresas japonesas, por ejemplo, a 2015, tenían una inversión en México de seis mil 500 millones de dólares y una capacidad de producción de dos millones de vehículos, mientras que nada más Alemania ha realizado inversiones automotrices de cinco mil 700 millones de dólares. 

IAC, LA CLAVE CON WILBUR ROSS 

Un asunto que no ha sido muy destacado es que el secretario de Comercio de Donald Trump, el empresario Wilbur Ross, es el cofundador y accionista mayoritario de International Automotive Components (IAC Group), empresa global que tiene ocho plantas en México, mediante las cuales provee a FCA, Ford, GM, Toyota, Nissan, Kia, BMW, en el tier one, etcétera. El hecho de que Ross sea exitoso en las manufacturas automotrices hace que tenga una visión sofisticada de la zona del TLCAN y, aunque los beneficios fiscales que pueda obtener de la administración Trump sean sustantivos, no alcanzarían a compensar la disrupción en el ecosistema automotriz NAFTA que, a su vez, afectaría al del resto del mundo por la ola proteccionista que desataría. Otra opción es que el proteccionismo Trump y la afectación del ecosistema automotriz global, que le haría perder mucho dinero a IAC Group y, por lo tanto, a Wilbur Ross, sea una forma extraña y bizarra de filantropía de este hombre de 78 años; dudo mucho que ésta sea la opción.

PRESIDENCIA ESQUIZOFRÉNICA

Una de las características indispensables para el presidente de cualquier país es tener pensamiento estratégico. Tomar decisiones tratando de armonizar el corto, mediano y largo plazos, cuando el presidente no cuenta con esta capacidad, normalmente recae en su equipo. Un ejemplo en EU lo ofrece la administración de Bush, el estratega en muchos aspectos políticos era el vicepresidente Dick Cheney y Donald Rumsfeld, en buena parte de la administración, fue el estratega de la fallida invasión de Irak y Afganistán. A diferencia de otros presidentes, Trump no parece que vaya a hacer caso a su gabinete y asesores, de otra forma ya habría moderado su discurso hacia México por influencia de Rex Tillerson. Con Trump, la primera batalla de los estrategas será poder manipular al Presidente, ocurre en todos los grupos de poder en donde el círculo inmediato del líder busca influenciarlo, entre más carencias intelectuales del presidente, más intensa la pelea, usualmente la influencia es por tema. En el caso de Trump, quizá las batallas serán intensas en materia de comercio internacional y política exterior. Los frentes que pretende abrir Trump son tan amplios que lo lógico sería pensar que deberá administrarlos, aunque su megalomanía recuerda la apertura del frente ruso por parte de Alemania en la II Guerra Mundial, cuando aún no consolidaba su victoria sobre Europa Occidental.

Trump no podrá pelear con China abriendo un frente al mismo tiempo en la zona NAFTA con México, peleando con los latinos en casa mientras trata de destruir el Obamacare sin una alternativa que lo sustituya. No puede pelearse con las empresas de defensa, tecnología y manufactureras en un mismo momento. Con Europa busca cambiar la alineación hacia Rusia y replantear la OTAN, al tiempo que modifica el arreglo en Asia con Japón, será muy difícil. Tampoco podrá destruir el acercamiento con Irán y acercarse sin contrapesos con Israel. No podrá hacer todo al mismo tiempo o su administración será muy breve. México debe subir su costo con posturas desafiantes para dejar de ser la prioridad de Trump, tenemos aliados en su gabinete, habrá que identificarlos y aprovecharlos. Varias compañías automotrices que tienen una postura desafiante parecen entender esto, enhorabuena por ellas, pues no serán piñatas que simbolicen los absurdos de Trump.

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