David Páramo

Análisis superior

David Páramo

13 Ene, 2017

Legión de imbéciles

Uno de los efectos más perjudiciales de las redes sociales es que congregan con gran facilidad a multitudes de ignorantes, desinformados y rencorosos, quienes (en muchos casos manipulados profesionalmente con interés político) construyen torres de ficción.

Si hace un recorrido por Facebook o Twitter no sólo encontrará mentiras disfrazadas de noticias que utilizan ganchos engañabobos como “el gobierno no quiere que te enteres, infórmate antes de que lo borren, compártelo”, sino que aludirán al pueblo inteligente, informado y que ya no se deja engañar cuando, en realidad, es todo lo contrario.

Muchas de estas notas generan, particularmente entre las mentes más débiles, la idea de que México está sumido en la peor crisis de su historia: Que la deuda pública está fuera de control, así como la inflación, y que la economía cae como en la década de los ochenta.

Más allá, se aprovechan de las nuevas formas de analfabetismo funcional (ese que impide leer o entender 140 caracteres) que les impide dilucidar en qué consistían los pactos de solidaridad económica de finales de la década de los ochenta o el acuerdo firmado este lunes con diversos sectores de la sociedad.

No se diga otros temas que requerirían por lo menos la primaria bien terminada, como la diferencia entre el tipo de cambio fijo y libre, así como la forma en que uno y otro impactan las finanzas públicas.

Hace más de 20 años, cuando el tipo de cambio era fijo, todas las variables económicas dependían de él, ahora es un precio relativo de la economía. Si no lo entendió googléelo.

DEVALUACIÓN

Muchas personas toman un dato, total y absolutamente fuera de contexto, como es la depreciación del peso frente al dólar, y hablan en términos de crisis. Construyen una fantasía dramática en la cual ignoran que lo verdaderamente relevante es el control de la inflación.

En 1988, la inflación fue de 157%, absolutamente nada que ver con el 3.36% registrado el año pasado. En aquella época, la inflación era medida por Banco de México que, desgraciadamente, no tenía autonomía del gobierno federal y, por si fuera poco, era juez y parte.

Ahora lo mide el Inegi, un organismo autónomo y sin conflicto de interés, pero a la legión de imbéciles les resulta más atractivo creer al que va a una central de abasto a ver unos 10 o 20 productos o a quienes gritan que ya todo subió de precio sin aportar ninguna prueba, como les gusta en las redes sociales.

En contrapartida, a quien lo hace lo cubren de insultos total y absolutamente ofensivos, pero no toleran que se les conteste en el mismo tono, como si tener una opinión diferente, producto de un análisis bien fundamentado, fuera un delito o un acto oprobioso.

RECESIÓN

Esta misma legión de imbéciles, con una superioridad moral insostenible, acusa de inculto a Donald Trump y sus votantes, aseguran que México está en recesión, que la economía se desploma.

Hay de dos tipos, los que ven con nostalgia los gobiernos del PAN ignorando que durante esas administraciones el crecimiento promedio anual del PIB fue de 2.03% y los que querían ser el Lula brasileño, cuya cauda de corrupción e ineficiencia económica hicieron que este país cayera en su PIB más de 3% durante el año pasado. En el extremo están los bolivarianos que quieren el modelo de Venezuela para México ignorando cómo ha empobrecido a su población.

De acuerdo con el secretario de Hacienda, la economía mexicana habría crecido 2.2% durante el año pasado, lo cual es superior al promedio de Europa y compara muy favorablemente con la caída de 1% de la economía de América Latina.

La idea de que México está en crisis es profundamente ignorante y/o manipulada por aquellos quienes quieren descarrilar lo mucho bueno que se ha hecho en 25 años de medidas económicas correctas para imponer modelos fracasados en México y el mundo.

Ciertamente el país se encuentra por debajo de su potencial y tiene que enfrentar muy profundos retos derivados de un complejo entorno internacional, pero no ver el buen manejo de las finanzas públicas y sus buenos resultados, sólo habla de un muy profundo desconocimiento de la realidad.

En las redes sociales hay una gran cantidad de sicarios que buscan imponer su visión equivocada del mundo. No siga la corriente de la descalificación: infórmese y haga análisis objetivos.

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