Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

14 Ene, 2017

El problema chino

China es una locomotora que no puede parar, en caso de que se detenga, las consecuencias para el mundo serían catastróficas. Algunos datos para dimensionar, China tiene 277 millones de migrantes internos, de los cuales, 78 millones recorren largas distancias entre provincias, son personas cuyas comunidades son rurales y que en su mayoría apenas acabó el equivalente a la secundaria, tienen poca capacidad de adaptación en caso de que desaparezca su fuente de ingresos. Una tercera parte de ellos trabaja en las manufacturas y una cuarta parte en el sector de la construcción, ambos sectores son muy vulnerables ante una disminución del ritmo de crecimiento. El sector de la construcción se mantiene con alfileres, es común saber de ciudades nuevas y completamente vacías construidas en el afán de mantener la maquinaria andando, similar a la que ocurre con el acero, en donde la nación asiática sabe que tiene sobrecapacidad de producción, pero no puede dejar de producir porque no tiene cómo absorber a los 10 millones de trabajadores que trabajan en la redundancia de dicha industria.

En el sector de las manufacturas, los indicios no son buenos. En diciembre, China mostró el peor deterioro de su balanza comercial desde la Gran Recesión 2008-2009. Las exportaciones del gigante asiático cayeron 6.1 por ciento, sorprendiendo por lo abrupto del desplome, en todo 2016 las ventas de mercancías del gigante asiático retrocedieron 7.7 por por ciento.

La caída de 2016 se dio por la menor demanda del mundo, a excepción de Estados Unidos, lo que implica que el proteccionismo de Trump tendría un impacto sin precedentes en la historia reciente del gigante asiático. Los primeros afectados si se derrumba como un castillo de palillos chinos la economía asiática serán los 78 millones de migrantes de larga distancia, el desastre social tendría ecos globales, tan sólo los 4.8 millones de refugiados sirios por la guerra civil sacudieron a Europa, 78 millones de chinos dislocados de la economía son otra dimensión del problema.  

Donald Trump tiene dos enemigos en comercio exterior: México y China. En el caso de nuestro país, los miembros del gabinete del nuevo gobierno son relativamente benignos; en su comparecencia, Rex Tillerson, próximo secretario de Estado, tiene una percepción favorable hacia México, Wilbur Ross, próximo secretario de Comercio, tiene una empresa de autopartes que tiene ocho plantas en México y, en general, no se ha pronunciado en contra de nuestro país. Peter Navarro, titular del Consejo Nacional de Comercio, ve a México con relativos buenos ojos. Todos ellos sí coinciden en tener una visión totalmente negativa de la relación comercial China-Estados Unidos. A ello hay que sumar a Robert Lighthizer, quien no ve bien el TLCAN, pero ve aún peor la relación con China.  

Lo que hay que entender de la importancia comercial de la relación Estados Unidos-China es que se fundamentó en el beneficio mutuo pero, sobre todo, en la arquitectura de Henry Kissinger, quien entendió que el mayor desafío de la Unión Americana en el largo plazo sería China, más allá de la entonces Unión Soviética. Kissinger analizó que si la conformación de un nuevo orden mundial a finales del siglo XIX y principios del XX por el surgimiento de Alemania causó las dos guerras mundiales, ante el inevitable surgimiento de China sería conveniente optar por un camino de interdependencia económica, eso explica que se le aceptara en la Organización Mundial del Comercio y que se toleraran los temas de derechos de propiedad intelectual, espionaje industrial, expansión a través de islas artificiales en el Mar de China Meridional. Tal parece que esa vía se va a terminar.

Rex Tillerson, el próximo secretario de Estado, dijo que se tiene que evitar la expansión de China a través de islas artificiales, a lo que el gobierno de Xi Jinping contestó, a través de editoriales en medios oficiales, que en caso de que Trump y su diplomacia continuen por el camino de los últimos meses, habrá una confrontación a gran escala. Un conflicto China-Estados Unidos será una catástrofe para el mundo, gane quien gane, para México sería lluvia sobre mojado, más bien huracán sobre los mojados de otro huracán.

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